En relación con la experiencia de engorde a corral en la zona, Agustín Carosio, integrante del grupo de producción y sanidad animal de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA San Luis, explicó que, si bien experiencias similares se llevaron a cabo en otras regiones del país, como la Patagonia y el Noreste, “esta es la primera vez que se realiza en la región de Cuyo”.
Un equipo de investigación del grupo de producción y sanidad animal del INTA estuvo a cargo de la experiencia de engorde a corral, en la localidad de Comandante Granville, con corderos Pampinta de 3 a 4 meses provenientes de Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires. A su vez el investigador explicó que, además, “se implementó un riguroso plan sanitario y se establecieron condiciones óptimas de alimentación y manejo”.
En cuanto a los aspectos previos que deben tenerse en cuenta, el investigador destacó “la necesidad de que los animales reciban dos dosis de vacunas anticlostridiales y desparasitación contra nemátodos gastrointestinales en caso de ser necesario”. Además, resaltó la importancia de comprobar la eficacia del antihelmíntico utilizado en la desparasitación.
Por otro lado, Carosio indicó que “más allá que estos animales permiten la utilización de una gran variedad de alimentos, estos deben ser de muy buena calidad y deben estar almacenados en lugares apropiados”.
Durante el proceso de engorde, existen herramientas y estrategias que se pueden utilizar para monitorear la salud y el comportamiento de los corderos. Entre ellas, Esteban Suárez, investigador de la Agencia de Extensión Rural San Luis del INTA, puntualizó: “Hacer lectura de comedero permite analizar el consumo en función de lo previsto y determinar la predisposición para la selección de ingredientes en la dieta”. Además, explicó que “si comen y se desplazan por el corral con naturalidad, esto es indicio de bienestar”.
Por otro lado, como estrategia, se debe observar si hay presencia de diarreas, si están jadeando o no comen o si manifiestan algún problema. “En caso de observar animales que no consumen o presentan algún signo clínico de enfermedad, hay que retirarlos del corral”, explicó Carosio.
Otro aspecto para tener en cuenta es el ajuste del sistema de engorde a corral según las condiciones climáticas o estacionales. De acuerdo con Suárez, el engorde a corral es una herramienta “tanto para la zafra de corderos más importante que va de octubre a diciembre, como para aquellas pariciones de verano, que son de menor importancia. También se puede utilizar para encierre de ovejas de refugo o vacías en épocas donde hay poca cantidad de corderos disponibles; buscando siempre hacer homogéneo el producto de la faena”.
En cuanto a las adaptaciones de este sistema en épocas de calor o frío extremo, Suárez afirmó que, si bien el ovino posee la lana que le sirve a la vez de aislante del frio en invierno como del calor en verano, es necesario darle confort en el encierre para evitar estrés y baja conversión.
“Durante esta experiencia, hemos observado la utilidad de haber colocado mallas de media sombra, las cuales fueron muy utilizadas por los corderos durante la rumia, luego de comer. En los meses de mucho calor se observaron a los animales muy cómodos. En caso de que se practique un encierre durante el invierno, es recomendable utilizar reparos de los vientos fríos predominantes”, indicó.
Como resultado de esta experiencia, Suárez afirmó que “se lograron ganancias superiores al pastoreo directo gracias a la utilización de raciones equilibradas en sus componentes”. Además, “mejoró la terminación y marmóreo del producto final y, al liberar a la madre, ésta tiende a recuperarse al no tener la demanda del cordero al pie”.
“Esta experiencia innovadora en San Luis abre nuevas oportunidades para la producción local y destaca la importancia del engorde a corral como una alternativa viable y productiva”, afirmó Carosio y concluyó: “Este tipo de práctica permite la desestacionalización de la oferta de carne. También genera un costo de oportunidad de lotes destinados a recría de corderos”.