Las primeras lluvias importantes del nuevo ciclo agrícola, ocurridas esta semana, trajeron un evidente alivio en muchas zonas de la provincia de Córdoba y en general de buena parte del país. Se sabe, sin agua no hay producción posible. Y el clima venía jugando una mala pasada, especialmente durante septiembre, cuando se esperaba que finalmente comiencen a darse registros importantes de precipitaciones, no sólo para el trigo ya avanzado sino especialmente para la nueva campaña gruesa que esperaba la luz verde para ponerse masivamente en marcha. Sin embargo, el mes pasado cerró con cero milímetro y eso encendió todas las alarmas. En particular porque los meses previos también habían mostrado un déficit importante.

Los tres días de precipitaciones consecutivos que se registraron sumaron hasta 100 milímetros en algunos puntos de la provincia. Aunque hubo gran disparidad y en el sur provincial apenas alcanzaron los 20 milímetros. Sin embargo, siempre las lluvias, y más en el actual contexto, cambian el humor y las expectativas de los productores. Sin embargo, hacia adelante los perspectivas recuerdan que sigue La Niña y que se esperan lluvias por debajo del promedio histórico y temperaturas algo por encima de lo habitual. Es decir, habrá más demanda de agua en el ambiente y menos lluvias si esos pronósticos se cumplen. De todos modos. el clima es condición vital, pero no la única.

Mientras la macroeconomía sigue intentando recobrar cierta normalidad y la política suma por momentos más confusión que certezas, el productor sigue mirando la ecuación de los distintos cultivos y los resultados no son los mejores. En un momento de precios alicaídos y con fundamentos de amplia oferta y debilitada demanda, el panorama presenta una escasa posibilidad de revertirse. Eso implica que no habrá razones en los stocks mundiales que impulsen los precios, salvo un cisne negro.

Por lo cual, el lado de los ingresos de esa ecuación es desafiante por clima y precios. Del otro lado, el de los costos, no es menos amenazante. Los precios de los insumos no son los que fueron el año pasado; hubo un retroceso en los valores, pero claramente hay un renglón a corregir y es el de la presión tributaria. Cuando las ecuaciones no cierran se hace más imperioso observar que la fuerte carga impositiva es insostenible y requiere de una pronta señal de recorte. En particular cuando se hace hincapié en los derechos de exportación.

“El productor sigue mirando la ecuación de los distintos cultivos y los resultados no son los mejores”

Los productores siguen esperando, más allá de los niveles de paciencia, que haya algún indicio del Gobierno de que piensa ingresar en un escenario de rebaja de esa presión impositiva. Más allá de las promesas de campaña y de los diagnósticos coincidentes de que se trata de un pésimo impuesto que además ni siquiera retorna a las zonas que los generan, siguen sin aparecer esas señales.

Es un momento difícil para los productores que enfrentan una nueva campaña con interrogantes en el clima, en los precios, en los costos y con riesgos de una plaga que en el último ciclo ocasionó daños de envergadura. Hay una sola certeza: la presión tributaria agobiante es insostenible.