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Cordón adentro del Santa Rosa: la vida cotidiana versus el control sanitario

Tras conocer que dieron negativo los contactos estrechos del joven contagiado, los vecinos reclamaron que se levante el vallado. Hubo detenidos por entrar al perímetro. Reina la incertidumbre por cómo sigue la medida

La noticia del cordón sanitario en parte del barrio Santa Rosa dejó flotando la idea de una zona donde la vida prácticamente quedaba congelada, suspendida a partir de la intervención de agentes de salud y de la Policía. Sin embargo, desde el mismo viernes, los esfuerzos de control entraron en una convivencia conflictiva con la transgresión y con las distintas realidades del lugar, donde hay una gran fragilidad social, y donde muchos dependen del “día a día” para asegurarse la subsistencia.

Ese primer día ya fue un hervidero de tensiones entre los familiares del joven que llegó de Buenos Aires contagiado de Covid-19 y los vecinos. Ellos mismos denunciaron la violación de la cuarentena y también señalaron la lentitud de la Justicia para llevarlo a un centro de aislamiento. Ayer, en otro orden de cosas, se podía ver a la gente del sector jugando un nutrido partido de bochas al interior del vallado, a pocas cuadras del Parque del Centro Cívico, donde una multitud pasaba la tarde al aire libre, ajena por completo a la emergencia epidemiológica.

El trazado del perímetro de 5 manzanas, a pocos metros de Tribunales y del Centro Cívico, que volvieron a la fase 1 del aislamiento social, puso en marcha una compleja convivencia entre las fuerzas de control (de salud, seguridad, asistencia social) y la vida propia del barrio.

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Vecinos de cinco manzanas volvieron a fase 1.

Vecinos de cinco manzanas volvieron a fase 1.

Cientos de personas quedaron del lado de adentro de las vallas, y en un principio daba la impresión de que todo allí quedaría herméticamente contenido. Pero, en la realidad, las cosas nunca suelen ser tan lineales.

Para empezar, los mismos vecinos que denunciaron la violación de la cuarentena aseguran que todo el operativo de contención se montó cuando ya se habían producido varias “fugas”.

“Se paseaba por el barrio”

Silvia Frega, vecina del sector, asegura que el joven infectado, oriundo de San Miguel, en el conurbano bonaerense, “se paseaba por el barrio, visitando la casa de su padre, su tío y otros lugares, frente a los policías, que esperaban la orden judicial para poder actuar”.

“Con otros vecinos, fuimos unos de los que avisamos que esta persona llegó desde San Miguel, Buenos Aires. El vino el martes a la madrugada, alrededor de las 6 de la mañana. La Policía llegó a las 13, y el COE a las 16, para hacerle un hisopado. Recién el jueves se lo llevaron al centro de aislamiento. Del martes al jueves tuvo custodia policial, pero él salía como si nada. No lo detuvieron porque no tenían orden judicial”, resumió la mujer.

“Este muchacho se varió por todos lados: se fue a la casa del hermanastro, del padre, del tío, y se fue por la calle 25 de Mayo”, agregó Frega.

Además, indicó que el joven infectado viajó en en un remís desde San Miguel (provincia de Buenos Aires), junto a su cuñada, que se alojó en el barrio Brasca poco después de haber llegado a Río Cuarto.

Por su parte, su marido, Héctor “El Liso” Márquez, quiso dejar en claro que ningún miembro de la familia dio positivo a Covid-19 y que no tienen ninguna relación con el caso.

“Por todos lados salieron a decir que los que teníamos coronavirus éramos mi familia y yo. Nosotros nos hicimos los hisopados en forma voluntaria, y dieron todos negativos. Por eso queremos que se aclare que nosotros no tenemos nada que ver”, indicó.

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La Policía realiza un operativo en el sector.

La Policía realiza un operativo en el sector.

Así las cosas, la noche del viernes, poco después de que se montara el cordón sanitario, se vivieron momentos de fuerte tensión entre los vecinos, en particular, en el sector de calle Baigorria al 1000. Allí, con el diagnóstico confirmado, le reprochaban a familiares del joven bonaerense su desprecio por la salud de los otros, por haber hecho caso omiso a todas las medidas para evitar el contagio de la enfermedad.

De hecho, referentes sociales e incluso de la Iglesia tuvieron que intervenir para que los cruces con el entorno del contagiado no pasaran a mayores. Por suerte, eso finalmente no ocurrió.

“En esta parte del barrio estuvo tranquilo, pero en la cuadra donde vive el que dio positivo estuvo muy complicado”, comentó Julio, un vecino que vive sobre calle Corrientes.

Pamela, que vive en el otro extremo, sobre Balcarce, ratificó con su testimonio esa apreciación y dio más detalles. “El primer día hubo tensión, porque culpaban a una familia que no tiene nada que ver con esto”.

Tensión, otra vez

La mujer fue incluso más allá, y comentó que el sábado a la noche se volvió a respirar un clima tenso en el barrio, aunque esta vez fue por otros motivos. “Se alteraron todos porque se habían enterado de que los hisopados (a los contactos estrechos) habían dado negativo. Querían que levantaran todo el vallado”, indicó.

De todas formas, la presión de la gente al final cedió, por un tiempo, y debieron volver a sus casas.

Más allá de esto, a los vecinos se les indicó que se cerraban los comercios que quedaran dentro del vallado, mientras que el Municipio se encargaría de abastecerlos de alimentos y productos de higiene.

Sin embargo, Alberto, uno de los habitantes del sector, comentó que “quedó un almacén abierto, pero no tiene carne y es mucho más caro”.

En el mismo sentido, explicó que, por esa razón, apelan a sus familiares, quienes les acercan víveres con cierta regularidad. “Lo que nos trajo la Municipalidad es un paquete de azúcar, uno de fideos, un aceite y una yerba. Ahora me trajo mercadería mi hija y me lo paga ella”.

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Dentro del cordón sanitario se observaba movimiento de vecinos.

Dentro del cordón sanitario se observaba movimiento de vecinos.

Pamela, también vecina del barrio, tiene una mirada más optimista de la situación. Asegura que “pasan todos los días de la Municipalidad y nos dejan mercadería. Ayer me dejaron pañales y leche, porque tengo un bebé. Por otro lado, mis hermanas me acercaron ayer carne y otras cosas”.

En otro orden de cosas, un problema en el que al parecer nadie pensó es en el de la basura, dado que los recolectores no entran al perímetro del cordón sanitario.

“No quiere entrar nadie, y le tuvimos que pagar entre los vecinos a un muchacho que es recuperador urbano, que vino con el zoótropo”, comentó uno de los vecinos.

¿Límites franqueables?

El perímetro de parte sector este del barrio Santa Rosa (25 de Mayo, Balcarce, Caseros hasta Aristóbulo del Valle, Corrientes y Las Heras) está delimitado por un vallado y reforzado por postas policiales en cada esquina. A eso se le suman inspectores de Tránsito, agentes del Ente Preventivo Urbano y, en el acceso principal, de Defensa Civil.

No obstante, el control las 24 horas tiene sus dificultades. Contuvieron varios intentos por salir del cordón sanitario desde el principio. Ya en la madrugada del sábado, los vigiladores se toparon con grupos de personas que -ajenas a toda noticia y a toda norma- habían estado compartiendo asados en algunas de las viviendas del sector. Cuando quisieron retirarse, se encontraron con las barreras y, tras un cruce con los oficiales, tuvieron que buscar un lugar para quedarse dentro del barrio.

Ayer al mediodía, en medio de la entrega de alimentos y enseres, y después de casi dos días del cerramiento del sector, un par de hombres ingresaron al perímetro saltando la valla y se encaminaron a una casa sobre la calle 25 de Mayo. Cruzaron el descampado con absoluta tranquilidad, a metros del acceso principal, y se mezclaron con el resto de la gente que andaba por la calle. Algunos de los agentes apostados allí los vieron pasar, incrédulos.

Minutos más tarde, la Policía los estaba buscando, pero esa tarea le demandaría un buen rato, ya que los dos infractores no fueron detenidos sino hasta un par de horas después.

Las bochas no se suspenden

Sobre el mismo baldío, una vez pasado el almuerzo y la sobremesa, un grupo de varones decidió mantener el ritual de todos los fines de semana y no dejó pasar la oportunidad para jugar un partido de bochas.

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Las bochas no tuvieron pausa dentro del cordón sanitario.

Las bochas no tuvieron pausa dentro del cordón sanitario.

Ni el cordón sanitario ni la cercanía del coronavirus que se presentó a una cuadra los movieron a suspender, por esta vez, la práctica deportiva. Ni siquiera les molestaba la proximidad de la Policía del otro de la valla, que parecía más preocupada por evitar una eventual fuga que por otra cosa.

Realidades paralelas

A solo un par de cuadras del cordón sanitario, en la Costanera, la gente parecía inmersa en una realidad paralela, en la que la falta de cuidados, otra vez, llamaba la atención.

Allí, al igual que en el resto de los parques y espacios verdes de la ciudad, pudo verse una gran concurrencia de familias, que aprovecharon el buen clima para pasar una tarde al aire libre.

El problema es que las normas de distanciamiento interpersonal, uso de barbijo, y las prohibiciones de detenerse, usar juegos y compartir el mate estuvieron lejos de respetarse. Por el contrario, un simple repaso visual permite ver todo tipo de transgresiones en este espacio público.