Lo dijo ayer en su homilía monseñor Adolfo Uriona, en el marco del Día de San Cayetano.
También señaló lo siguiente:
- “Como todos los años nos encontramos de nuevo en este lugar para celebrar la fiesta de San Cayetano, acercándonos al santo amigo de Jesús y de su pueblo”.
- “Este año lo hacemos en un contexto muy particular: el Año Jubilar Diocesano y el nombramiento de esta parroquia como Santuario diocesano”.
- “Los obispos reunidos en Aparecida señalaban que en todo santuario el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera, no sólo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia, que trasciende su familia y su barrio. En los santuarios, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar porque la piedad popular penetra delicadamente la existencia personal de cada fiel y, aunque también se vive en una multitud, no es una espiritualidad de masas”.
- “Aquí nos encontramos trayendo en el corazón tantas cosas para ofrecérselas a San Cayetano para que las presente a Jesús”.
- “No queremos dejarnos invadir por la inquietud y la angustia que provocan estas graves dificultades sino que buscamos acercarnos nuevamente con espíritu de humildad y confianza al Señor de la misericordia sabiendo que no seremos confundidos y que nuestra oración siempre es tenida en cuenta”.
- “Por intercesión del santo, le pedimos a Dios que se termine esta situación que lleva tanto tiempo y que la Argentina, con el compromiso de todos los ciudadanos, pueda salir adelante. Queremos orar particularmente a fin de que nuestra Patria tenga la capacidad de reconfigurarse desde la amistad y la caridad social tal como nos lo pide el papa Francisco en la Fratelli Tutti: se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta. Sólo el amor puede llevarnos a reconocer la dignidad de la otra persona, fundamento de un orden social justo. Si un hombre o un pueblo cuida y cultiva su dignidad, todo lo que le acontece, todo lo que hace y produce, incluso todo lo que padece y sufre, tiene sentido”.
- “En cambio, cuando una persona o un pueblo permiten que sea menoscabada su dignidad, todo lo demás pierde consistencia, deja de tener valor. Basta reconocerle a alguien su dignidad para que reviva, si está caído”.
- “Eso es lo que hacía Jesús desde su corazón compasivo con todos los que se le acercaban”.
- “Un lugar privilegiado donde una persona toma conciencia de su dignidad es la familia”.
- “El amor social también engendra la paz. Una caridad efectiva promueve el trabajo”.
- “Cuando una sociedad basa el reparto de los bienes no en el trabajo sino en la dádiva o en los privilegios pierde el sentido de su dignidad”.