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"Un mueble de madera de más de 50 años vale la pena que sea recuperado"

El anticuario Leo Varea, restaurador de antigüedades, comenta lo apasionante de su actividad a la que define como "un hobbie-trabajo".

Ingresar a la casona donde funciona el local de restauración del anticuario Leo Varea significa adentrarnos en la historia. Cada mueble u objeto que allí se exhibe tiene su razón de ser en nuestros antepasados y por eso se transforman en piezas únicas y de gran atracción para los coleccionistas.

A la vez, reúnen especial atención para diseñadores minimalistas que acuden para elegir la pieza adecuada en cuanto a forma y ornamentaciones con el fin de acentuar el contraste con el entorno.

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“La decoración moderna tiene muchas líneas rectas, netas y simples, y por ahí una pieza antigua, que son recargadas con hojas de acanto, talla, dorados a la hoja, lustres brillantes o francesas, son la antítesis de lo que es la construcción moderna, y eso la da ese color. Como colocar un cuadro en una pieza blanca”, describe Varea en diálogo con Puntal ADC.

Y agrega: “Por otro lado, tengo clientes que son coleccionistas de antigüedades y no van a poner en su casa otro objeto que no sea antiguo. Esa es otra manera de ver la decoración con antigüedades”.

La búsqueda

Varea cuenta que una minoría de sus clientes son coleccionistas y son ellos quienes como anticuario le encargan pedidos puntuales que constituyen un desafío en su búsqueda.

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“El coleccionista me encarga una pieza determinada desde el conocimiento que tiene y como anticuario debo salir a cazarla. Por ejemplo, ahora tengo un pedido de dos sillones Chesterfield del 1900, en cuero e iguales. Entonces como anticuario tengo que salir a buscarlo”, comenta Varea.

“Lo más interesante para un anticuario es salir a buscar piezas, no venderlas. Nunca me pongo contento porque se venda una pieza, y eso es porque nunca más la voy a ver y justamente porque esa pieza me costó encontrarla. Pero este es un negocio de años que mis padres iniciaron y con el tiempo aprendimos a soltar”. “Lo más interesante para un anticuario es salir a buscar piezas, no venderlas. Nunca me pongo contento porque se venda una pieza, y eso es porque nunca más la voy a ver y justamente porque esa pieza me costó encontrarla. Pero este es un negocio de años que mis padres iniciaron y con el tiempo aprendimos a soltar”.

Y añade: “El anticuario tiene que buscar la pieza, gestionar la compra, traerla, restaurarla si es necesario y luego ubicarla. Yo lo llamo el ‘hobbie-trabajo’. Un anticuario inglés decía que hay cazar la pieza y después dejarla ir de nuevo al mercado, es decir, que sea dinámico”.

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El restaurador riocuartense comparte que desde hace tiempo practica el open source, que implica liberar el conocimiento adquirido sobre la materia en un ciento por ciento para que otros lo tengan. “Si viene alguien que quiere restaurar una pieza yo le enseño porque la idea es que la gente compre antigüedades, que se reciclen y que recirculen. Y dentro de ese proceso está implícito la idea de sustentabilidad, tan importante en estos tiempos”, señala.

“En Argentina hay muchos muebles antiguos de calidad”

Varea cuenta que el río de la Plata marcó históricamente el ingreso de antigüedades al país y por ello hoy se encuentran muebles y objetos antiguos de calidad en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o en la ciudad de Rosario.

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“Llegaron gran cantidad de muebles desde el 1800 en adelante. De ahí se distribuían para el centro. Otro ingreso, más antiguo, fue lo que vino por el norte del país por el Alto Perú, Salta, Tucumán, Jujuy. Es anterior al 1900 y de gran calidad”, indica Varea.

Para agregar: “Argentina es uno de los países que tiene mayor calidad de antigüedades por eso hay tantos extranjeros comprando en Argentina”.

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Sobre su actividad, admite que cada pieza que busca implica una anécdota. “Muchas veces un mismo mueble o un mismo objeto me ha dado de comer dos veces. Es muy satisfactorio saber que las piezas que se venden nunca pierden el valor. Si uno quiere invertir en algo seguro no le va a errar en invertir en antigüedades. Es uno de los métodos más seguros de inversión a futuro”, considera.