Con una planta piloto de producción de etanol a base de sorgo, la empresa Bio4, la Universidad Nacional de Río Cuarto a través de su Facultad de Ingeniería y la Fundación Fada presentaron ayer un trabajo conjunto con el fin de generar sinergia a partir de las cualidades de cada una de las partes y con el objetivo último de capacitar a estudiantes avanzados de la casa de altos estudios, desarrollar nuevos procesos y avances en la industria de los biocombustibles.
La planta experimental fue montada dentro del predio de Bio4, junto a lo que será el año próximo la nueva generadora eléctrica a base de silo de maíz, estiércol de los tambos y vinaza, una réplica de Bioeléctrica. Allí los alumnos elaboran a baja escala alcohol utilizando sorgo, un cultivo marginal en la agricultura pampeana, pero muy utilizado con esta finalidad en otras partes del mundo. Entre otros argumentos, esa misma escasez y la menor relación de utilidades económicas respecto al maíz para la producción de alcohol, explican que por ahora sea una opción sólo experimental.
Sin embargo, ayer se destacó la importancia que tendría la expansión de este cultivo en un marco general dominado por la soja, pese a que en las últimas campañas el maíz fue recuperando terreno a partir de la eliminación de las retenciones.
En la presentación de la planta estuvieron presentes el presidente de Bio4, Manuel Ron; la directora de la carrera de Ingeniería Química de la Universidad Nacional, Nancy Reartes; el secretario de Extensión de la casa de altos estudios, Pedro Ducanto; la directora ejecutiva de Fada, Carolina Bondolich, y el secretario de Desarrollo Económico de la Municipalidad, Camilo Vieyra.
“Es un espacio para generar desarrollo de conocimiento en la zona y que muchos estudiantes puedan hacer sus prácticas”, sintetizó Ron sobre la flamante instalación por la que pasaron el año pasado 20 alumnos de Ingeniería. Pero además agregó que “es un paso más en la misión que tiene la empresa de tener un fuerte vínculo con el medio”, destacó.
Reartes habló de “consorcio” y de alianza estratégica entre el sector productivo, el científico-tecnológico y el académico, para definir la iniciativa. “El impacto del proyecto ya se ve”, aseguró la directora de Ingeniería Química mientras observaba la presencia de los alumnos que trabajan a diario en la flamante planta. “Es un proyecto que se hizo realidad, que permite a la empresa pensar en desarrollos futuros, sustentables y amigables con el ambiente. Al tiempo que tiene una capacidad muy significativa en la formación de nuestros profesionales”, remarcó.
Bondolich destacó el análisis realizado por la Fundación Fada sobre el impacto que tendría la instalación de plantas de bioetanol a base de sorgo en la región, especialmente por la diversificación de la agricultura. La directora ejecutiva de la Fundación remarcó el impacto económico y social que tendría por la generación de puestos de trabajo calificados, tal como los demandó en su momento Bio4.
La planta tiene dos fermentadores para las experiencias, que son el corazón del proceso, donde se produce el alcohol. Cada uno de esos tanques tiene entre 1.500 y 2.000 litros, frente a los fermentadores industriales que tiene Bio4 de un millón de litros cada uno.
“En la instalación trabajan docentes de la Facultad de Ingeniería que son quienes acompañan para diseñar cada uno de los ensayos y lograr la mayor optimización. En general están destinados a los alumnos de los últimos años de la Facultad porque son quienes tienen los conocimientos más integrados para llevar adelante los trabajos”, explicó Ron.
Con respecto a las posibilidades de nuevos trabajos conjuntos con la Universidad Nacional, el presidente de Bio4 explicó que “puede haber nuevas iniciativas para llevar adelante en asociación porque como empresa fomentamos este vínculo. En la medida en que se acercan las partes, empresas con Universidad, se puede generar un círculo virtuoso muy importante para todos. Y lo que vemos es una política de puertas afuera en el mismo sentido por parte de la Universidad para que los estudiantes puedan hacer sus prácticas y ganen experiencia para insertarse rápidamente en el mundo laboral”, agregó.
Sin embargo, ayer se destacó la importancia que tendría la expansión de este cultivo en un marco general dominado por la soja, pese a que en las últimas campañas el maíz fue recuperando terreno a partir de la eliminación de las retenciones.
En la presentación de la planta estuvieron presentes el presidente de Bio4, Manuel Ron; la directora de la carrera de Ingeniería Química de la Universidad Nacional, Nancy Reartes; el secretario de Extensión de la casa de altos estudios, Pedro Ducanto; la directora ejecutiva de Fada, Carolina Bondolich, y el secretario de Desarrollo Económico de la Municipalidad, Camilo Vieyra.
“Es un espacio para generar desarrollo de conocimiento en la zona y que muchos estudiantes puedan hacer sus prácticas”, sintetizó Ron sobre la flamante instalación por la que pasaron el año pasado 20 alumnos de Ingeniería. Pero además agregó que “es un paso más en la misión que tiene la empresa de tener un fuerte vínculo con el medio”, destacó.
Reartes habló de “consorcio” y de alianza estratégica entre el sector productivo, el científico-tecnológico y el académico, para definir la iniciativa. “El impacto del proyecto ya se ve”, aseguró la directora de Ingeniería Química mientras observaba la presencia de los alumnos que trabajan a diario en la flamante planta. “Es un proyecto que se hizo realidad, que permite a la empresa pensar en desarrollos futuros, sustentables y amigables con el ambiente. Al tiempo que tiene una capacidad muy significativa en la formación de nuestros profesionales”, remarcó.
Bondolich destacó el análisis realizado por la Fundación Fada sobre el impacto que tendría la instalación de plantas de bioetanol a base de sorgo en la región, especialmente por la diversificación de la agricultura. La directora ejecutiva de la Fundación remarcó el impacto económico y social que tendría por la generación de puestos de trabajo calificados, tal como los demandó en su momento Bio4.
La planta tiene dos fermentadores para las experiencias, que son el corazón del proceso, donde se produce el alcohol. Cada uno de esos tanques tiene entre 1.500 y 2.000 litros, frente a los fermentadores industriales que tiene Bio4 de un millón de litros cada uno.
“En la instalación trabajan docentes de la Facultad de Ingeniería que son quienes acompañan para diseñar cada uno de los ensayos y lograr la mayor optimización. En general están destinados a los alumnos de los últimos años de la Facultad porque son quienes tienen los conocimientos más integrados para llevar adelante los trabajos”, explicó Ron.
Con respecto a las posibilidades de nuevos trabajos conjuntos con la Universidad Nacional, el presidente de Bio4 explicó que “puede haber nuevas iniciativas para llevar adelante en asociación porque como empresa fomentamos este vínculo. En la medida en que se acercan las partes, empresas con Universidad, se puede generar un círculo virtuoso muy importante para todos. Y lo que vemos es una política de puertas afuera en el mismo sentido por parte de la Universidad para que los estudiantes puedan hacer sus prácticas y ganen experiencia para insertarse rápidamente en el mundo laboral”, agregó.
Gonzalo Dal Bianco