Río Cuarto | UNRC | bacteria |

La UNRC podría ser proveedora de una bacteria que mejora los rindes de forma sustentable

El Consejo Superior analiza por estos días un acuerdo de transferencia de material biológico entre la Facultad de Ciencias Exactas y la empresa Ceres Demeter S.A. ¿Qué rol desempeña la cepa desarrollada?

El Consejo Superior de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) analiza por estos días un acuerdo de transferencia de material biológico entre la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales, y la empresa Ceres Demeter SA, de microbiología industrial.

Dicha empresa realiza trabajos microbiológicos en alianza con instituciones científicas y comerciantes de bioinsumos.

El acuerdo tendría una duración de 36 meses y, si resulta aprobado, será firmado por la rectora de la casa de altos estudios, Marisa Rovera; la decana de Ciencias Exactas, Marcela Daniele; y Christopher Kilmurray, director científico de la empresa. Según se explicó, la iniciativa tiene como propósito la transferencia de una cepa de Achromobacter xylosoxidans cepa SF2 y contenidas en medio de cultivo "LB" líquido y/o en placas, provisto por el doctor Sergio Alemano, docente-investigador de la UNRC.

Cabe destacar que la tenencia y uso de este material ya fue previamente regularizada por la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Córdoba, a través de la Dirección General de Conservación de la Biodiversidad y Recursos Naturales, Dirección Recursos Naturales, Área de Gestión de Recursos Naturales.

El material es de propiedad de la Facultad de Exactas y se encuentra integrando la Colección de cepas del Laboratorio de Fisiología Vegetal de esa unidad académica.

La misma se usará con propósitos de un desarrollo a escala piloto con diferentes formulados, evaluaciones de estabilidad en el tiempo de las bacterias y sobre diversas semillas de la combinación con otros productos y su producción industrial. Además, se realizarán evaluaciones de eficacia en plantas crecidas en cámara y en cultivos a campo.

Dos décadas de estudio

En diálogo con Puntal, el investigador Sergio Alemano explicó que dichas acciones constituyen una transferencia precomercial que llega como resultado de alrededor de 20 años de trabajo en el que se desempeñaron muchos profesionales.

Puntualmente, la tarea consiste en aislar microorganismos, en este caso bacterias, que tienen acción favorable en las plantas.

Alemano precisó que se trata de bacterias nativas de Córdoba que se extraen del suelo, se aíslan y posteriormente son caracterizadas, lo que implica conocer los patrones que reúnen y determinar su capacidad de solubilización de fósforo, entre otras cualidades.

“A veces se aplica fósforo como fertilizante, pero finalmente no entra a la planta ya sea por el PH del suelo o por otros factores. En este caso, la bacteria sería el intermediario que facilita la solubilización, porque se necesita que los nutrientes solubilicen en el suelo y la bacteria ayuda a eso, la protege de patógenos y en este caso fija nitrógeno”, sostuvo el investigador.

Además, explicó que se trata de una bacteria de “vía libre” al señalar que “las colonias de estas bacterias que están en el suelo, se aproximan a la raíz de la planta y forman un flujo entre el suelo, la zona radical y posteriormente entran a la planta, e incluso permanecen adentro”.

Y que tal admisión es posible debido a que la bacteria produce hormonas vegetales que posibilitan la comunicación a través de un proceso químico en donde el vegetal advierte si el microorganismo es patógeno o benéfico.

“Y la planta se da cuenta de ello por los patrones de las señales químicas que tiene. La planta le da a cambio al microorganismo, los exsudados de la raíz que tienen azúcares y aminoácidos, es decir, ‘le da una comer’ a la bacteria”, graficó Alemano.

Para precisar: “No se trata de una simbiosis, directamente, porque son de vía libre. Es decir, pueden entrar y salir de la planta. La planta le va dando comida y a cambio este tipo de microorganismos le da una serie de beneficios”.

-¿En qué se traduce todo esto en la práctica?

-Nosotros hemos advertido, tanto en condiciones de laboratorio (ensayos en cámara) como a campo, mejoras en los rendimientos. Principalmente en girasol, donde hemos visto incrementos de rendimientos desde un 4 o 5 por ciento, hasta un 20 por ciento, dependiendo del lugar, la historia del lote y otros factores más, que en tecnología van en sintonía con lo que se conoce como la Agenda 2030 de Naciones Unidas. En cierta manera, permite reducir (pero aún no suplantar) la fertilización química. Y esto es importante porque cuando aplicamos nitrógeno al suelo estamos generando alguna forma de óxido de nitrógeno que afecta la capa de ozono y a lo que es el efecto invernadero. Por otro lado, es de considerar que el nitrógeno se obtiene del petróleo. Entonces, la idea es disminuir la huella de carbono en este nuevo esquema de lo que es la Agenda 2030 de las Naciones Unidas hacia una producción más sostenible y también nos permite entrar en la Agenda de Europa, en donde a los productos que exportan les realizan previamente una huella para determinar si viene de desmonte y, de detectarse, no se adquiere. La idea es que esa huella en el futuro se alinee también con la Agenda de la comunidad económica europea que apunta a reducir químicos y llegar a huella de carbono cero o neutro. Muchos de los alimentos se importan desde Argentina por lo que nosotros somos quienes debemos dar cuenta de qué origen tiene el producto. Y en ese marco tenemos dos alternativas: por un lado, mejorar la producción sostenible y las buenas prácticas agrícolas y, por otro lado, pensar a Argentina como país exportador de tecnología biológica.

-¿Qué implica el posible vínculo con el sector privado?

-Desde la ciencia básica podemos generar ciencia aplicada y transferirlas a empresas. La idea en esta instancia es transferirle a una empresa, que es Ceres Demeter SA, los conocimientos que tenemos y las cepas bacterianas para que ellos hagan todos los análisis precomerciales, es decir, escalarlos, analizar el rendimiento y hacer el examen a campo según indica el Senasa, entre otras acciones. Y cuando completemos esto, después queda la instancia en que si todo eso es favorable, se evalúe la transferencia definitiva. Nosotros, desde la Universidad, llegamos hasta investigación y desarrollo, y articulamos con una startup. Entonces se genera todo un flujo que va desde la generación del conocimiento, transferencia del conocimiento pretecnológico o tecnológico, después viene la viabilidad desde el punto de vista industrial y luego la transferencia de empresa a la startup u otra que compra la tecnología completa. Nosotros transferimos la idea y muchos años de experimentación tanto en laboratorio como a campo, lo que obviamente está más cerca de que sea un producto factible que si fuera transferir una idea primitiva. Lo que se está haciendo ahora es ver la factibilidad preindustrial para asegurarnos de que pueda escalarse, formularse y que pueda generarse un potencial producto. De confirmarse, se evalúa la cesión de la cepa con todos los actores que intervinieron en eso. Estamos en esa instancia, de transferirla a nivel precomercial para evaluar todas las instancias y saber si se puede desarrollar un producto de factibilidad técnica y de factibilidad de rendimiento económico. Hicimos unas evaluaciones previas y en principio daría la factibilidad económica. En nuestro país, somos productores de base de alimentos y se necesita que pongamos las capacidades que tenemos para producir de manera sostenible, con el menor impacto ambiental posible. Y una bacteria te puede bioestimular una planta, pero también puede servir como biofungicida para controlar hongos, como bioinsecticida y hasta incluso ya empiezan a verse los microorganismos bioherbicidas.