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"Mas allá de grandes jugadores eran guerreros, ponían el pecho en cualquier lugar"

El cordobés Víctor Hugo Sotomayor, en exclusiva, recuerda lo que fue la gesta de América de Vélez, a 27 años del título en el Morumbí ante San Pablo, dirigido por Telé Santana.

Un 31 de agosto de 1994 luego del mundial de Brasil, Velez Sarsfield se consagró campeón de América en una gesta de proporciones mayúsculas para la historia del fútbol argentino.

#ElDeportivo con Víctor Hugo Sotomayor

Era un auténtico batacazo, por el rival que tenía en frente y por ser el equipo de Villa Luro un conjunto sin tradición copera hasta entonces.

Carlos Bianchi guió un grupo de ganadores, de fuertes personalidades, y lo depósito en la cima de América; más adelante frente al Milan en la cima del mundo.

Víctor Hugo Sotomayor fue pieza clave en ese equipo, un central inconmensurable que se ganó un lugar en la historia grande del club velezano.

En diálogo con El Deportivo, el cordobés nos cuenta sus experiencias luego de esa noche épica en el mismísimo Morumbí.

-Estos momentos son muy lindos, en ese entonces uno no toma conciencia hasta que uno deja el fútbol y a medida que pasan los años se va haciendo más linda la felicidad que uno tiene, porque alguna historia nueva aparece. Tenemos un grupo de Whats App con todos los integrantes de ese plantel y más antiguos también, y siempre alguna anécdota nueva aparece.

-¿Cómo fue la final ante un Morumbí repleto y ante un equipo que buscaba ser tricampeón de América?

-Ellos ya habían hecho las camisetas y gorras para el festejo, lo daban como que era un trámite el partido. En la ida jugamos en casa y ganamos 1 a 0, era un resultado que a ellos le servía y a nosotros en la previa nos parecía poco. Después llegamos a Brasil y lo que siempre sucede allá hasta el día de hoy, que no te dejan dormir por las noches, problemas alrededor del hotel, bombas de estruendo durante la noche, pero ese plantel estaba acostumbrado. Más allá de grandes jugadores eran guerreros, ponían el pecho en cualquier instancia y en cualquier lugar. De hecho fue así y con el agravante de que a poco de comenzar nos hacen un gol de penal y después había que batallar los otros minutos. Había una pantalla en la cancha que decía que había cerca de noventa mil personas. Era ensordecedor el aliento de la gente de San Pablo y de fondo los que había de Vélez, lo lindo fue enmudecer a ese estadio y sentir cómo ese grupo minúsculo de hinchas gritaban con la obtención de la Copa Libertadores.

-Era Vélez en esos años un club muy del barrio, con pocos hinchas en el resto del país, ¿cómo fue ese regreso a Villa Luro como dueños de América?

-Fue algo increíble, bien decís que Vélez era un club de barrio y a través de todos esos títulos que se lograron en la década, es impresionante la cantidad de hinchas que se hicieron a nivel nacional. Tardamos cuatro horas en salir del estadio, porque había muchos hinchas de San Pablo con una gran amargura, querían romper todo, hasta que lo logramos y nos encontramos con un cuadro de todos los hinchas nuestros, no faltaba nadie. Recuerdo que habían colmado la General Paz y muchos hinchas que no eran de Vélez se agolparon para festejar. En esa época era un equipo simpático y todos tiraban para el club, nos sentíamos apoyados por hinchas de otros equipos. Fue increíble, la gente arriba de los autos, ese recorrido de Ezeiza hasta la cancha fue a paso de hombre, es el recuerdo más hermoso que uno tiene.

-¿Qué les transmitía Carlos Bianchi a ese equipo, al margen de lo futbolístico?

-Carlos te aportaba mucha tranquilidad, con toda su sapiencia, un técnico que tenía mucha calle, por cómo trataba al jugador. En la zona de grupo nos toca equipos con mucha historia como Cruzeiro, Palmeiras y Boca. De repente, se encuentra Vélez en esa zona donde no nos daban dos mangos y terminamos punteros. Ahí Carlos nos hizo entender que la Copa estaba para cualquiera, el que mantenía la regularidad podía lograrlo y de hecho fue así. Nosotros no aflojamos un segundo, cada fase que pasábamos nos sentíamos más fuertes y con muchas posibilidades.

-Un par de años después se va Carlos a Roma y llega Osvaldo Piazza, ¿cómo fue esa transición también exitosa?

-Se habían ido además de Carlos algunos referentes como Roberto Trotta, y le tocó timonear un barco que estaba en ganador, se hizo más fácil, pero hay que saber llevar a jugadores de esa experiencia, con muchos títulos y nos supo manejar muy bien. De hecho, con Osvaldo ganamos la Supercopa 1996. Coincidimos en que fue el mejor título de Vélez por cómo jugó. Había jugadores de mucha experiencia como nosotros, más una nueva camada de jóvenes con muchas ganas, que jugaban muy bien y se logró otra copa para la institución.

-Caigo en un lugar común, ¿qué persona era ese Chilavert?

-Muy tranquilo, él supo crear un personaje dentro de la cancha. Como la foto de su buzo de bulldog, era de temer siempre, era preferible tenerlo a favor tuyo que en contra. Tenía mucho temperamento, con unas cualidades técnicas como arquero y jugador de campo muy pocas veces vista, fue un adelantado en cuanto al tema de jugar con los pies, se entrenaba para eso, todos los días se quedaba para pegarle a la pelota. El equipo utilizaba mucho esa estrategia. En la intimidad era muy tranquilo, relajado, nada que ver con el personaje que tenía dentro de la cancha.