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Crece la compra de ropa usada ante el aumento de los precios

Las ferias americanas se distribuyen a lo largo de la ciudad. Las vendedoras aseguran que hay más gente dispuesta a comercializar lo que ya no usa y, a la vez, hay más clientes que eligen esta opción.

La compra y venta de ropa usada es  una tendencia que viene en aumento en la ciudad. Cada vez hay más gente dispuesta a vender lo que ya no usa y, a la vez, hay un público que busca ropa de segunda mano porque tiene un precio inferior al de los comercios tradicionales. Para muchos clientes es la única alternativa posible para conseguir artículos de calidad a un buen precio.

Una de las que más conocen de este rubro es Adriana Frachetti, quien montó su negocio de venta de ropa usada hace 8 años. La idea surgió después de quedarse sin trabajo, buscando una salida. Así nació “Otra alternativa”, una feria americana que funciona cerca del Nuevo Hospital. Todos los productos que tiene en exhibición son de segunda mano. La cartera de clientes va más allá de la ciudad, ya que gracias a su cercanía con el Hospital y la Terminal, capta a muchas personas que vienen de paso. 

Adriana está detrás del mostrador todo el día, y vive de esta actividad. Con el tiempo, sus hermanas y su hija también abrieron su propia franquicia en la ciudad. 

“Tengo un aumento del 70%, y ahora todos venden, ya nadie regala nada”, afirma. 

En su negocio no sólo recibe prendas de particulares, sino también de negocios que cierran -por eso hay artículos que conservan una etiqueta- y de ferias americanas de Buenos Aires. “Tengo unas vendedoras allá que saben lo que me gusta vender y me mandan. Ahora nos manejamos por WhatsApp, es mucho más fácil”, afirma. “Yo no compro nada que esté sucio ni roto”, asegura la mujer.

Miniprecios 

Una cartera de cuero cuesta $ 390, botas y jeans se consiguen desde $ 150, una campera de invierno sale $ 600, y la más cara, de cuero, vale $ 800. Adriana describe que el éxito de su negocio es comprar a bajo costo. “Si comprás barato, vendés barato, y la gente se va contenta”. “Yo creo que con la crisis que hay, cada vez más la gente se va a volcar a esto”, agrega.

“Me visto acá, compro para toda mi familia, porque hay buenos precios”, dice Silvia Gómez, clienta de toda la vida. “Ya no voy más al centro”, añade. “Vivo en la otra punta de la ciudad y vengo acá a buscar zapatos y ropa, tienen buen precio y buena mercadería”, dice Claudia, otra de las clientas fijas. 

Reciclado de prendas

María del Rosario Rodríguez es diseñadora de indumentaria y empezó en 2009 con una venta de garaje en la casa de su hermana. “Era bien feria de garaje. Abríamos sólo los fines de semana a la mañana y a la tarde”, recuerda. Después de finalizar su carrera, surgió la idea de poner un local en el centro. Una parte estaba dividida en diseño independiente y la otra parte era exclusiva para feria americana. 

“Con el aumento de costos, tuve que cerrar el negocio en el centro y ahora me muevo a través de redes sociales. Tengo un showroom en la casa de mi mamá. Me consultan precios, talles, nos citamos con las clientas. Tengo un grupo armado y fiel”, asegura.

¿Por qué decidiste empezar con la feria?

Siempre fui feriera. Yo hace muchísimo me visto ahí por elección. Soy diseñadora de indumentaria, tengo mi marca y siempre me atrajo la ropa. Entonces siempre que  compro en ferias, trato de buscar lo que es retro, vintage, colecciono eso.  O a veces si alguien abre el garaje por un día y tiene algo muy barato la compro para revender. 

¿Qué productos son los más solicitados y por quiénes?

Trabajo con más mujeres, que se compran para ellas y los hijos. Hay  muchas mamás que buscan la ropa de los chicos, porque ahora está muy cara, entonces van y se surten de buzos, pantalones de joggin, todo muy urbano, de todos los días, para no irse a las marcas. Con 1000 pesos acá se llevan más de 10 prendas y en un negocio de ropa te llevás sólo un jean. 

Además, ellas aprovechan para llevarse ropa urbana, poleras, camisas, remeras...  A mí que me gusta lo retro, tengo clientas -contadas con los dedos de las manos- que se animan a buscar algó más excéntrico. Pero el común te compra algo que usa todos los días. 

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