Salud | Adicciones | Consumos problemáticos | Cerebro

Cuál es el efecto del consumo de sustancias cuando el cerebro aún está en desarrollo

El 23 de septiembre se conmemoró el Día de la Lucha contra las Adicciones. Un informe del Indec y el Sedronar indicó que el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por los argentinos. Qué pasa cuando esto sucede en adolescentes

En agosto pasado se publicaron los resultados de la “Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado” realizada por el Indec, junto a la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar), donde se evaluó, entre otros temas, la incidencia del consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales.

Según este informe el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por los argentinos (66,2%), seguida por el tabaco (25,6%), la marihuana (13,8%), los tranquilizantes (6,9%) y la cocaína (5,1%, tomando en cuenta la prevalencia de vida), aunque no se hizo un relevamiento del paco. De acuerdo con el estudio, el consumo de alcohol suele comenzar a una edad promedio de 17,7 años, mientras que el inicio del consumo de marihuana se ubica en los 19,8 años. La gravedad que implica el consumo de estas sustancias para el cerebro en desarrollo de los jóvenes muchas veces es desconocida o subestimada.

La Dra. Verónica Bisagno, directora del Laboratorio de Neurofarmacología y Sustancias Psicoadictivas del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, señala que “durante la adolescencia el cerebro se encuentra en una fase de reorganización neuronal: mientras algunos circuitos y redes neuronales se consolidan, otros se eliminan. El alcohol y la marihuana pueden perjudicar el desarrollo de estas conexiones entre neuronas en circuitos que se encargan de reforzar funciones como la memoria y la capacidad de planificación”.

“El cerebro se termina de desarrollar recién a los 24 años. Con lo cual, si se comienza a beber o a fumar marihuana en los primeros años de la secundaria, los jóvenes están expuesto a los efectos de estas sustancias durante una década”, expresó la profesional en una comunicación difundida por la Universidad Austral. Y agregó: “existe una idea ampliamente aceptada de que cuando se termina el efecto del consumo, con o sin intoxicación, el cuerpo vuelve a la normalidad. Pero no siempre es así, sobre todo en los adolescentes, en los cuales el consumo de estas sustancias puede generar cambios irreversibles en el desarrollo del sistema nervioso y afectar el nivel del aprendizaje, la atención y los procesos cognitivos”.

Respecto de los efectos del alcohol expresó que este “actúa modificando el ácidogamma-aminobutírico (GABA), el principal neurotransmisor inhibitorio del sistema nervioso. Pero más allá de los efectos psíquicos, como la relajación y la desinhibición, –que son los que primero se perciben–, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo. Además, puede tener efectos tóxicos incluso en dosis más bajas de las que la mayoría imagina”.

Mientras que del cannabis, dijo que “actúa en el cerebro a través de su compuesto activo, el tetrahidrocannabinol (THC). Este interactúa con receptores para cannabinoides que se encuentran en las neuronas y afecta la forma en que estas células funcionan y se comunican unas con otras. Pero, al igual que el alcohol, el cannabis actúa también sobre otros órganos del cuerpo, donde también existen receptores para estos cannabinoides”. “Hay una falsa creencia de que el cannabis es natural porque viene de una planta. Sin embargo, no significa que no tenga un principio activo, una sustancia química que es capaz de impactar en el funcionamiento de nuestro cerebro de una forma similar a lo que podría producir cualquier psicofármaco”, concluyó.

Es esencial reconocer, especialmente en el contexto familiar, que la composición de la marihuana en la actualidad no es la misma que la de los años 70 y 80, debido a las distintas variedades de semillas y técnicas de cultivo empleadas. En esa época las concentraciones de THC (compuesto activo del cannabis) eran de 1,5%; hoy las concentraciones de THC superan con creces el 5%, lo que supone un riesgo mayor para la salud.