El ritmo de trabajo en la planta de la pyme aceitera Alimentos Santa Rosa (ASR) se advierte desde lejos. Las filas de camiones que llegan con granos para descargar o la de aquellos que salen de la planta con expeller o con aceite son parte del paisaje diario. Es incesante. Pero en estos días el trabajo se intensificó, porque desde ese predio ubicado dentro del Parque Industrial de Río Cuarto Arturo Frondizi, se prepara la producción para el próximo embarque de aceite de maní que saldrá entre lunes y martes rumbo a China. Será el segundo envío de este producto que empieza a ganar protagonismo dentro de la estructura de la firma aceitera.
Gustavo Perlo, titular de la empresa, explicó a Tranquera Abierta cómo será el procedimiento de exportación hacia el gigante asiático: “Vamos a enviar aceite crudo de maní para lo que vamos a usar una modalidad logística que consiste en despacharlo a través de contenedores y el aceite va ahí adentro en una especia de sachet que se llaman flexitank. Tienen capacidad de cargar entre 20 y 22 toneladas cada saco por eso entre lunes y martes vamos a sacar 10 contenedores de unas 220 toneladas en total con destino a China”.
¿Cómo es la ruta de esa producción regional rumbo a China?
Va a través de puertos del Pacífico; cruza Mendoza y sale por puertos de Chile. Optamos por eso porque tiene mayor frecuencia y menor tiempo de entrega del producto. En total hablamos de unos 45 días entre que sale y llega.
¿Es habitual el embarque de aceite de maní a China?
En nuestro caso es la segunda vez que lo hacemos. Esta planta está habituada a hacer embarques tipo cisternas con camiones que iban a países limítrofes, no de contenedores que van a terminar subiendo a un buque.
¿Qué finalidad tendrá esta producción en China?
Los compradores son dos o tres que tenemos con mayor contacto y son todos refinadores de aceite. Lo mezclan con producción propia y lo destinan a refinación para consumo humano. Termina siendo un aceite comestible.
¿Y qué relevancia tiene ese mercado para los aceites?
China es un mercado que no tiene límites de consumo y en ese contexto ellos lo tienen incorporado a sus costumbres al uso de aceite de maní. Y desde hace años que el consumo de aceites vegetales crece fuerte ahí y su producción interna no les alcanza. Y cuando salen a buscar aceite de maní al mundo encuentran pocos países con capacidad exportable. Hay una negociación entonces que es bastante frecuente y va por un camino bastante simple.
¿Y del otro lado, que capacidad de producción tenemos para abastecer ese mercado?
No es una producción masiva porque la producción de maní no lo es. Y a su vez, el aceite de maní es una pequeña parte de todo el maní que se produce en Argentina y cuyo principal destino es la alimentación humana. Ahí hay una selección de personas de los granos y todo lo que es de descarte o rechazo que no califica para consumo humano directo como grano termina en la industria aceitera y de ahí sale el aceite de maní y el subproducto, que es el expeller de maní. El principal productor de aceite de maní en Argentina es la Aceitera General Deheza (AGD) que tiene alrededor del 50% de la producción. El resto se distribuye entre otras tres firmas más de la provincia de Córdoba también.
¿Qué otra producción tiene Alimentos Santa Rosa hoy?
Estamos haciendo también aceite de girasol que generalmente termina siendo refinado y abasteciendo a cadenas de comidas rápidas. Son muy buscados por aquellos que los usan para freir a gran escala o de manera industrial. Y después hacemos el aceite de soja que es el producto con el que venimos desde nuestro nacimiento, el más maduro que tenemos dentro de la estructura. Ese aceite tiene destino en el mercado local. Se usaba mucho para biodiesel pero ahora ese sector está muy alicaído, entonces se destina a refinación y productos industriales, como pinturas, por ejemplo.
¿El biodiesel era una gran demanda, se logró reemplazar?
La del biodiesel era una demanda grande, pero el aceite de soja siempre tuvo un mercado internacional grande. Entonces lo que se logró con el biodiesel era que hubiera un producto más y entonces existía más competencia en el mercado consumidor; y eso generaba mejores rentabilidades para la industria. Cuando desapareció la demanda del biodiesel volvieron a ser los compradores tradicionales los que demandaron el aceite y se redujo más el margen para la industria de la extracción de aceite.
¿Cómo fue este año tan particular para las pymes aceiteras?
En nuestro caso fue un año distinto, incluso desde lo psicológico porque afectó a todos por los miedos que causó. Al principio cuando comenzaron las restricciones y quedamos exceptuados por ser actividad esencial hubo que hacer mucho trabajo con la gente para tratar de romper este sentimiento de miedo que había inundado a todo el mundo. Era un momento en el que daba la sensación de que se iba a un campo de batalla y no a un puesto de trabajo. Por eso intensificamos mucho los protocolos y trabajamos fuerte para que la gente se sintiera cuidada dentro del espacio de trabajo, que notaran que la empresa se estaba ocupando para que la pandemia no llegara. Después se fue distendiendo. Reforzamos mucho los controles y por suerte no tuvimos ningún contagio hasta el momento. Sí algunos aislados por ser contactos estrechos, pero que terminaron dando negativo. Ahora estamos esperanzados en la vacuna que ya llega en poco tiempo.
¿Y en términos productivos, les afectó?
No, no nos afectó prácticamente. Sí algo cuando tuvimos algunos empleados aislados por ser contactos estrechos y entonces tuvimos sobrecargas horarias, algunos costos extras, pero productivamente continuamos con normalidad.
¿Qué proyectos a futuro tienen en carpeta?
Alimentos Santa Rosa es una empresa que siempre tiene proyectos para ejecutar en un cajón. Y hoy estarían hasta las fuentes de financiamiento para llevarlos adelante. Pero hay mucha incertidumbre con respecto a la seguridad jurídica, a los estímulos para el que invierte y da trabajo, porque es fácil entrar a generar trabajo pero es demasiado difícil salir. Esa sensación de quedar atrapado persiste y obliga a ser muy cauteloso.
¿Y que hay dentro de ese cajón de proyectos?
Siempre pensamos en seguir agregando valor. Llegamos actualmente hasta los aceites crudos y dando un paso más podríamos llegar a los aceites refinados. Eso podría ser envasado, con marca propia y terminar en una góndola. Son todas cosas que están al alcance y además existe el financiamiento para realizarlo. Pero son cosas que cambian mucho la dinámica de la empresa y en un contexto tan frágil como tenemos en el país, desde el punto de vista macroeconómico, por ahí asusta un poco. Lo estamos evaluando.