Los hallazgos surgen del informe “¿Qué aprendimos de Aprender?”, de Argentinos por la Educación y Educar 2050. En el trabajo se repasa el desempeño de las 24 jurisdicciones argentinas en las evaluaciones educativas nacionales entre 2016 y 2023.
El documento destaca que desde 2016 las pruebas Aprender se aplican todos los años, alternando entre la evaluación censal de primaria (en 6° grado) y la de secundaria (en 5° o 6° año, según la jurisdicción). En primaria, las pruebas fueron mejorando su cobertura (es decir, el porcentaje de estudiantes evaluados), pero en secundaria, 1 de cada 4 estudiantes no participa, y ese déficit afecta la representatividad de los resultados, así como la posibilidad de hacer comparaciones en el tiempo.
Las evaluaciones muestran que persisten los bajos niveles de aprendizaje, sobre todo en Matemática en secundaria, donde 8 de cada 10 estudiantes quedan por debajo de los desempeños esperados. El informe también advierte que el porcentaje de estudiantes que no logran los aprendizajes mínimos es aún más alto en las pruebas internacionales.
Al analizar los desempeños, se observa que el porcentaje de estudiantes en los niveles más bajos aumentó en casi todas las materias y años desde 2016 (excepto en Lengua en el último año de secundaria). Los porcentajes de estudiantes con bajos desempeños todavía no volvieron a los niveles prepandemia y, en varios casos, superan las cifras registradas en 2016.
Mientras tanto, el porcentaje de estudiantes que alcanza aprendizajes de excelencia es pequeño: entre 1 y 3 de cada 10 estudiantes se desempeñan en el nivel avanzado. Estas cifras han disminuido con respecto a 2016 y son mucho más bajas aún en las pruebas internacionales. En Matemática, en el último año de secundaria, la mitad de las jurisdicciones argentinas no tiene estudiantes en el nivel más alto.
“El operativo Aprender ha tenido varios logros—entre ellos, alcanzar la previsibilidad de las materias y grados a evaluar cada año. Para mejorar su utilidad como herramienta de decisión, es importante mejorar algunos aspectos técnicos, como su cobertura y comparabilidad en el tiempo. Aún con estos puntos pendientes, el escaso progreso en sus resultados de calidad y equidad nos debería preocupar”, reflexiona Alejandro Ganimian, uno de los autores del trabajo.
Hay asimetrías significativas entre el desempeño de los estudiantes más pobres y los más ricos. La brecha entre estudiantes del nivel socioeconómico más bajo y más alto es de entre 29 y 36 puntos viene aumentando en Lengua pero se redujo en Matemática.