Para la médica clínica Romina Seimandi (M.P. N° 36.778) el concepto de autocuidado excede ampliamente la consulta médica y se instala como una filosofía de vida que combina prevención, responsabilidad y hábitos conscientes.
“En esencia, implica que las personas tomen un papel activo en el cuidado de su propia salud, tanto a nivel individual como comunitario”, explica Seimandi en una entrevista con Salud & Ciencia mantenida en el consultorio de la Clínica Regional del Sud, donde se desempeña profesionalmente. Y seguidamente, indica que el autocuidado tiene múltiples dimensiones. “Hay un autocuidado que puede ser individual y otro de tipo colectivo, o sea, de la sociedad. Dentro del autocuidado individual se distinguen el físico, el emocional, el social y el cognitivo. Desde el área de la salud, nosotros nos enfocamos más en el autocuidado físico”, precisa Seimandi.
Hábitos preventivos
En la experiencia cotidiana de consultorio, Seimandi observa cuáles son los hábitos más recomendables y también los que más cuestan adoptar.
“Dentro del autocuidado físico, tenemos una alimentación saludable, una dieta para prevenir la hipertensión, la diabetes, la osteoporosis o la anemia, que son patologías que con el tiempo o la edad uno puede ir adquiriendo si no mantiene hábitos saludables desde etapas tempranas”, señala.
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En este punto, la actividad física se vuelve central. La recomendación es clara y, sobre todo, realizable. “Media hora, tres veces por semana, es la base de una vida saludable”, remarca la médica.
Para Seimandi, la prevención es el corazón de todo plan de autocuidado. “Prevenir es tener una rutina saludable, tanto en la alimentación como en la actividad física. Además, un ambiente saludable en el hogar y en las relaciones interpersonales también ayudan a que la persona esté bien clínicamente después”, explica.
Sin embargo, en tiempos de redes sociales y “gurús” de la salud, muchas veces el autocuidado se ve distorsionado por consejos sin sustento científico. “Siempre recomendamos consultar con profesionales”, enfatiza.
El desafío de motivar
Motivar a que cada paciente sea responsable de su propio bienestar no siempre es fácil. “Sobre todo, cuesta incentivar a la actividad física, a los hábitos saludables de higiene y de alimentación. Y también evitar el tabaco, el alcohol, las drogas y alimentos que puedan ser perjudiciales”, admite la especialista.
El entorno, el ritmo de vida acelerado y la falta de tiempo suelen ser grandes obstáculos. Por eso, el mensaje de Seimandi es claro: dedicarle tiempo al autocuidado no es negociable. “Hay que tomarse 30 minutos para uno todos los días. Es como un slogan: 30 minutos que te tenés que dedicar a vos. Puede ser a primera hora de la mañana, después de comer o antes de acostarse. Hay ejercicios para todos los momentos, y no necesariamente tienen que implicar un esfuerzo físico intenso: yoga, pilates, ejercicios de relajación. Lo importante es reservar ese tiempo”, destaca.
Aunque el autocuidado comienza puertas adentro, sus efectos trascienden lo individual. Una persona que cuida su salud contribuye, directa e indirectamente, al bienestar de su familia, su comunidad y el sistema de salud en general. Prevenir enfermedades crónicas, reducir factores de riesgo y evitar complicaciones derivadas de malos hábitos permite aliviar la demanda de atención y destinar recursos a quienes realmente los necesitan.