Al secretario de Bioeconomía de la Nación, Fernando Vilella, le adelantaron ayer, desde una de las cuentas de X más vinculadas a la gestión de Javier Milei, llamada @GordoDan, que no formaría “más parte del Gobierno” por haber puesto “like” a un posteo del senador radical por la Capital Federal, Martín Lousteau.

Más allá de la amenaza desde esa cuenta en donde son frecuentes escritos de estas características contra quienes se manifiestan en contra del Gobierno nacional y del presidente Javier Milei en particular, también llamó mucho la atención que el funcionario haya respondido, y la forma que escogió, pidiendo disculpas “por el error”, lo que abrió el debate en las redes sobre el poder real de quien está detrás de la cuenta @GordoDan, de nombre Daniel Parisini, integrante del equipo de comunicación oficial en redes y cuya pareja ocupa un cargo en la subsecretaría de Políticas Universitarias.

Vilella, de dilatada trayectoria en la academia desde la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), escribió: “Obviamente fue un error que ya enmendé. Jamás lo haría con alguien con quien disiento en casi todo”, posteó en X el secretario.

Como se sabe, Lousteau es uno de los últimos adversarios públicos que eligió el Presidente, pero además, siempre recordado por los sectores productivos por ser la cara visible de la Resolución 125 en 2008. Esa doble condición es el telón de fondo detrás del ataque tuitero a Vilella. Pero, ¿qué decía el tuit del senador?: “Peor epidemia de dengue en 15 años; ni una campaña de prevención nacional a la vista; ministro de salud que brilla por su ausencia; vocero que cuestiona a la ciencia; vacuna inaccesible para millones de argentinos y argentinas; Gobierno ausente. ¿Insensibilidad o cinismo?”, enumeró Louteau.

Más allá de las disculpas de Vilella, que retiró inmediatamente el “like” de la publicación del radical, la cosa no quedó ahí. La última palabra se la quedó @GordoDan: “No me interesa. Llévenselo”, escribió el médico -que ocupa buena parte de su tiempo a operar en las redes- graficando una posición de poder en la que muchos hasta lo imaginaron con el pulgar hacia abajo.