Por Víctor Accastello (*)
Un año importante pero con muchas dudas para el etanol de maíz
El año 2021 ha sido muy importante para los biocombustibles en Argentina, ya que perdió vigencia la Ley 26.093 que promocionaba la actividad y que había sido sancionada en 2006 por quince años, plazo original que expiró el 12 de mayo pasado, extendido por dos decretos hasta la entrada en vigencia de la nueva ley
La Ley 27.640, sancionada el 16 de julio pasado, estableció un nuevo marco regulatorio con vigencia hasta el 31/12/2030, pudiendo ser extendido por cinco años más. El régimen dejó de ser promocional, a pesar de que la industria argentina de biocombustibles no alcanzó su madurez en los quince años de promoción (aunque sólo fueron diez años de aplicación efectiva), hecho por otra parte no esperable si tomamos en cuenta que la cadena de valor del petróleo en el país se desarrolló a lo largo de más de cien años.
La nueva ley representa un retroceso ambiental, al alejarse en su contenido de los preceptos constitucionales establecidos en el artículo 41 de la Carta Magna –que regula la materia ambiental- y otras normas que establecen el “Principio de Progresividad”, como el Artículo 4 de la Ley Nacional Ambiental Nro. 25.675, Acuerdo de París –que fuera ratificado por Ley 27.270.
Además, la citada norma representa un retroceso en materia de salud pública, violatorio de lo establecido en el artículo 42 de la Constitución Nacional, al generar como consecuencia de su aplicación, un aumento del consumo de combustibles minerales, en especial, el gasoil, con sus emisiones asociadas.
Tratando de encontrar un aspecto positivo a la nueva legislación que nos trata, podemos sostener que al menos el uso mandatorio de biocombustibles en Argentina se mantuvo, a pesar de la resistencia del poderoso lobby petrolero.
El advenimiento de la pandemia de COVID-19 en 2020, produjo una enorme caída en la demanda mundial de combustibles –entre otros bienes y servicios-. En Argentina, la caída en el consumo de naftas interanual (producto mezclado obligatoriamente con bioetanol, con un contenido de éste de un 12%), fue de un 27% comparado contra 2019 (6,7 millones de m3 vs. 9,2 millones de m3), incluso más pronunciada aún en el caso del bioetanol destinado a la mezcla obligatoria (baja del 28 %, pasando la demanda respectiva de 1,06 millones de m3 a 0,76 millones).
A pesar de esta grave situación, la industria local de bioetanol de maíz mostró mucha solidez, incluso sosteniendo un proceso de inversiones que había iniciado con anterioridad, para aumentar su capacidad instalada y agregar facilidades industriales destinadas a atender la explosiva demanda de alcohol para fines sanitarios.
Esa solidez permitió acompañar con sumo éxito, el crecimiento de la demanda que se produjo en el presente año, donde se puede estimar que el consumo de naftas en mezclas con bioetanol crecerá un 32%, pasando de 6,7 millones de m3 a 8,9 millones de m3 y el de bioetanol puro destinado a esas mezclas, en un 29%, pasando de 760.000 m3 a 990.000 m3, registros cercanos a los valores de 2019.
El año que está expirando ha sido marcado por las elecciones legislativas de medio término en el país, las que trajeron asociadas acciones del Gobierno Nacional para sostener el consumo agregado. Entre ellas, el establecimiento de un congelamiento de facto en el precio de las naftas en surtidores del país desde mayo pasado, hecho que paulatinamente fue desacoplando el precio local del precio internacional. Se produjo un notorio retraso en los precios locales, que alcanzó también desde septiembre pasado, al precio regulado del bioetanol destinado a cumplir el mandato legal de uso. En este último caso, también el precio respectivo se alejó de su precio internacional.
En los últimos meses, se ha producido un fuerte aumento en el uso de bioetanol para las mezclas, por encima de la evolución de la demanda de naftas, ya que las compañías refinadoras de petróleo encuentran en este producto biológico, una oportunidad para mejorar su rentabilidad y por ende, lo incorporan en porcentajes mayores al 12 % mandatorio, llegando a umbrales del 14 %. Sin dudas el precio local del bioetanol es muy competitivo.
La industria interna de bioetanol ha respondido muy favorablemente, atendiendo esta demanda excepcional y a pesar de tener congelados sus precios, en un contexto de altísima inflación.
Quedó demostrado que es técnicamente viable incorporar a las mezclas con naftas porcentajes de bioetanol muy superiores al 12 %. En otras palabras, la realidad se tornó insoslayable para aquéllos que sostienen que no es viable mezclar a este combustible biológico en porcentajes mayores al 10% en las naftas.
Por otra parte, desde 2020 se viene dando un proceso de exportaciones de bioetanol a Europa, que requiere el cumplimiento de rigurosos estándares en materia de reducción de huella de carbono, hecho demostrativo del potencial en términos de sostenibilidad que presenta nuestra industria, principalmente la que transforma maíz en la Región Centro de Argentina.
De cara al futuro inmediato, la nueva ola de COVID-19 jaquea a las proyecciones de demanda mundial de combustibles y biocombustibles, generando una importante incertidumbre. La misma se acrecienta en Argentina, dado la elevada tasa de inflación existente –por arriba del 50 % anual- y al hecho que no hay que descartar un ajuste próximo de la macroeconomía que puede afectar más que proporcionalmente al consumo y por ende a la demanda de combustibles.
No obstante, todo indica que esa nueva ola del virus no puede producir un efecto negativo tan intenso sobre los mercados como lo ocurrido en 2020, ya que el mundo ha dado pasos en materia sanitaria muy importantes y ha internalizado un significativo aprendizaje para combatir la pandemia.
En un escenario muy pesimista, la demanda de combustibles en Argentina no debería bajar en 2022 más de un 10 %, pero seguramente este no es el escenario más probable. Proyectar esa demanda en un rango de crecimiento del 2 al 5 % con relación a 2021, parecería razonable, siempre que la variante Ómicron del citado virus se controle en forma satisfactoria.
Con independencia de este panorama, en el plano de la Región Centro, es de esperar avances importantes en los programas de las provincias de Córdoba y Santa Fe, para dar impulso al uso local de biocombustibles, aunque todavía los resultados de los mismos son muy difíciles de cuantificar.
En síntesis, la industria argentina de bioetanol está en condiciones de superar exitosamente las barreras que el mercado pueda imponerle en el corto plazo. El mayor condicionante de la misma, está vinculado a la inestabilidad de las regulaciones, tema que el Gobierno Nacional tiene que resolver rápidamente, evitando cambios de reglas de juego que destruyan parte del enorme valor que esta actividad ha generado para todo el país.
(*) Presidente de la Cámara de Bioetanol de Maíz