Tranquera Abierta | Carne | cerdos | Importaciones

Advierten que las granjas de cerdo más pequeñas están en serias dificultades

Preocupa la gran importación de cortes provenientes de Brasil cuando la producción argentina sobra para cubrir la demanda. Además, genera salida de dólares en un contexto de escasez de divisas

La producción porcina venía corriendo a gran velocidad en la Argentina hasta que en los últimos meses empezaron a aparecer obstáculos sobre la pista, que si bien en general no impiden el avance, sí ralentizaron la carrera y en algunos casos constituyen severas dificultades. Los más complicados son los productores más pequeños, por escala y por espalda.

Es que, a la sabida escalada del precio de la alimentación fruto del valor de los granos y en especial del maíz, se sumaron otros problemas como el atraso cambiario, el ingreso cada vez más notorio de importaciones desde Brasil y hasta dificultades por la acumulación de IVA en crédito fiscal sin posibilidad de ser reutilizado.

Pero con respecto al ingreso de cortes de cerdo brasileños hay no sólo una competencia con la abundante producción nacional sino que desde las granjas argentinas se cuestionan aspectos como que se trata de carne congelada que se comercializa como fresca y que además incluye ractopamina, un anabólico que reduce la grasa en la carne y potencia la transformación de alimento en músculo y que en Argentina está prohibido (al igual que en otros 150 países), pero que Brasil lo utiliza.

El titular de la flamante Federación de Productores Porcinos, José Dodds, contó a Tranquera Abierta que “mayo, que todavía no tenemos los datos finales, creemos que va a estar cerca de los 4 millones de toneladas importadas. Eso implica unos 10 millones de dólares, más lo acumulado en los meses previos, y la verdad que son cifras muy importantes”.

¿Cómo está hoy la situación de los productores en términos generales?

Es un mercado terriblemente pesado para el productor porque por un lado el consumo está creciendo y la producción también. En particular la producción viene ampliándose y siendo cada vez más eficiente. Pero no hay fluidez del mercado. Hay un precio que está estacionado, que es el del capón, pero que no se refleja en los supermercados. En paralelo traemos una producción desde Brasil que tiene una situación de quebranto en el sector porque los productores allá pierden 2,7 reales por kilo de porcino vendido.

¿Eso implica que ingresa la mercadería a un precio mucho más barato?

Están entrando a un precio muy barato, algo así como 2,3 dólares el kilo, que serían menos de 300 pesos. Pero eso tampoco implica que esté bajando en la góndola el valor. No pasa eso. Y uno lo ve como una especie de oportunismo de algunos.

¿Por qué se da eso?

Hay grandes empresas que están dentro de la cadena, como fábricas de chacinados, que estaban necesitando algún corte adicional de bondiola, por ejemplo, y en ese sentido no tenemos problemas. Pero ese no es el caso. Acá se está importando carne congelada en media res y que además, como preocupación adicional, se vende como carne fresca.

¿Cómo impacta eso en la granja argentina?

Frente a todo esto el productor argentino observa que hay un sobreabastecimiento de producto y entonces empieza a haber acumulación de stock en algún lado. Es en la carnicería, en el frigorífico, en la cadena comercial o en las granjas, donde no se encuentra salida. Y eso perjudica al productor cuando queriendo sacar un animal de calidad, magro, como el que nos gusta consumir, no puede y lo tiene que tener más tiempo, dándole más alimento para tener al final el mismo precio. Entonces el perjuicio al productor es más grande de lo que se piensa, en una cadena que tiene más de 93 mil puestos de trabajo en el país.

¿Afecta a todos por igual?

No, lo peor de todo es que se perjudica al productor más pequeño. Porque el que produce su maíz puede tener un lucro cesante, pero no va a tener pérdida. Cuando vamos al chico, que compra alimentos y no tiene espalda para sostener la situación, la está pasando mal.

¿Cómo se soluciona el problema?

Lo que pedimos son cosas razonables, licencias no automáticas; y lo planteamos de forma continua. Otro tema que vemos con preocupación es que en Argentina no se puede utilizar la ractopamina, un anabólico que se administra para que el cerdo no produzca grasa y tenga mejor transformación de comida en carne. De hecho está prohibido en Argentina y en otros 150 países, pero en Brasil sí lo están utilizando. Eso no sólo es una ventaja económica para los productores brasileños, sino que además se introduce en el país carne que contiene un producto que acá no se puede utilizar. Eso les mejora la conversión de alimentos. Y estamos importando carne con eso. Pero sumemos que importamos carne y para eso gastamos dólares que el país no tiene.

¿Cuántos dólares se van por estas importaciones?

En el primer tramo del año, hasta aquí, se fueron unos 60 millones de dólares. No se entiende. Un sector eficiente, extremadamente atomizado, con asociatividad e integración entre distintos eslabones, todo perjudicado por esta situación. Pensemos un modelo que en 8 hectáreas tiene dos galpones para engordar 1.400 animales, como me tocó ver en Entre Ríos. Qué otra producción, tal vez la avícola, puede decir que en esa superficie tiene una economía sustentable. Y esta situación, a los que más le pega, es a esos productores, los más chicos.

¿Hay también planteos impositivos del sector?

En términos tributarios, la modificación de la ley de IVA que bajó la alícuota está generando enormes acumulados de IVA que es un sobreimpuesto. Y eso les pasa a los más grandes. Entonces, esa falta de agilidad del mercado hace que todo se vaya frenando. Y los precios, comparando el valor del maíz, del cerdo y de la inflación, claramente hay un atraso. Es obvio que hay dificultades severas; está atrancado.

¿Cómo es ese diferencial de IVA y qué está ocasionando?

En el tema del IVA hubo un cambio que lo llevó al 10,5%. Y al facturar al 10,5% y recibir costos con el 21% de IVA se va generando un crédito fiscal que no se puede consumir. No hay cómo descargarlo. Hay que tratar de recuperarlo de alguna manera, aunque sea cuando se hacen inversiones en las granjas. Es también un tema importante para el sector.

Con respecto a las importaciones, el tipo de cambio parece una solución también posible porque ayudaría a revertir la balanza..

El tipo de cambio atrasado es clave porque por un lado no permite exportar por un precio no competitivo de nuestra producción. Sumemos que el principal comprador que era China se retiró del mercado. Entonces estamos exportando muy marginalmente; la deberíamos considerar cero a la exportación actual. Pero si el tipo de cambio fuera razonable, el productor argentino tendría un menor costo y a su vez no estarían dando los números para la importación. La verdad que uno piensa en las posibilidades de esta producción que transforma un bien primario como el maíz, que tanto se produce en Córdoba y alrededor de Río Cuarto en particular, en una proteína de consumo humano, con buenos niveles de sanidad, manejo y cuidado para el bienestar animal y es una gran oportunidad; sin embargo, ante este cúmulo de situaciones muchos pierden las ganas y el entusiasmo. Que utilicen y nos vendan carne con ractopamina, es insólito. Ese es el sentimiento del productor.

¿Tratan esto con el Ministerio de Agricultura y Ganadería?

Con el que más hablamos en este último tiempo era con el Ministerio de Desarrollo Productivo, pero ahora con el cambio de ministro veremos cómo sigue. También hablamos con el Senasa.