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Estudian cómo se reconfiguró la actividad religiosa en la pandemia

En breve lanzarán una encuesta nacional para analizar lo sucedido en cada una de las comunidades presentes en el país. Un sacerdote riocuartense participa de la instancia que reúne a líderes de la fe

En el marco de la primera Diplomatura en Diversidad Religiosa, Espacio Público e Interculturalidad, dictada por la Universidad de Buenos Aires, realizarán una encuesta a nivel nacional para evaluar cómo se vivió la pandemia en las distintas comunidades de fe. En diálogo con Puntal, Mariela Mosqueira, doctora en Ciencias Sociales y directora de esta particular instancia académica, señaló que están participando personas de distintas partes del país y América Latina, entre las que está el padre Raúl Frega, párroco de Espíritu Santo de Río Cuarto.

“La diplomatura es un espacio que queríamos tener hace tiempo en la Universidad. No se trata de un posgrado, sino de una actividad de extensión, abierta a toda la comunidad. Participan líderes religiosos, funcionarios, periodistas, entre otros. Es un desafío hablar de religión cuando hay tanta diversidad y distintos posicionamientos. La experiencia es maravillosa. En ese contexto, estamos diseñando una encuesta para relevar cómo se vivió la pandemia en las distintas comunidades de fe. Se trata de una alternativa interesante, teniendo en cuenta que vamos a llegar a lugares a los que, habitualmente, las encuestas grandes no llegan”, expresó la investigadora de Conicet.

-¿Qué aspectos se relevarán?

-Se lanzará a mediados de agosto y va a tener distintas dimensiones. Una, la más subjetiva, será ver cómo cambió la fe de las personas durante la pandemia. Después, una cuestión más organizacional, sobre cómo las comunidades se reconfiguraron con sus cultos y liturgias. Por otro lado, se evaluará la vinculación de las comunidades religiosas con las distintas instancias de gobierno. Muchas iglesias evangélicas, por ejemplo, realizaron una ayuda alimentaria y humanitaria muy importante en la pandemia. Las comunidades tuvieron un rol clave en el aspecto emocional de las personas.

-¿Se distribuirá a través de los líderes religiosos que participan?

-Sí, a través de los alumnos de la diplomatura. Por la pandemia, la encuesta no se puede hacer cara a cara. Por eso, será un cuestionario autoadministrado de circulación virtual por redes sociales y grupos de WhatsApp, tanto para los que creen como para los que no. La idea es que circule lo más que se pueda en distintos espacios de Argentina y la región.

-Si bien el nivel de participación de la sociedad en las comunidades religiosas ha ido fluctuando, la presencia de la fe es importante en el país…

-Todas las comunidades de fe han sido un soporte comunitario y emocional para este tiempo tan largo de pandemia. Muchas personas no tenían quién les haga los mandados o quién les acerque un alimento y muchas iglesias y comunidades de fe se transformaron en espacios de refugio. Ahora estamos en la puerta de la pospandemia y queremos evaluar cómo será el regreso a la normalidad, con protocolos. Es decir, cómo se están preparando las distintas comunidades para recibir a la feligresía.

-¿Hay comunidades religiosas que se vieron afectadas por el confinamiento?

-Sí, por eso también lo vamos a abordar en este trabajo. Muchas iglesias tuvieron que cerrar. Las iglesias se sostienen por su propia feligresía. Entonces, ante la no concurrencia y debido a que mucha gente se quedó sin trabajo, se quedaron sin sustento y tuvieron que cerrar.

-Más allá de que la presencialidad es insustituible, hay mecanismos digitales que se implementaron por la pandemia que seguramente quedarán cuando se vuelva a la normalidad…

-Ese es otro dilema que se les presenta a las comunidades religiosas. Al comienzo de la pandemia realicé una encuesta en comunidades evangélicas y ahí se puede ver cómo se reconfiguraron totalmente hacia la virtualidad. Estamos hablando de redes sociales, de Zoom, de cadenas de oración por WhatsApp, etcétera. Seguramente, muchas de esas estrategias seguirán después de la pandemia.

-Dejando de lado lo que tiene que ver con la pandemia, en el último tiempo cobraron fuerza sectores que piden la separación del Estado y la Iglesia católica, ¿qué puede decir al respecto?

-Es uno de los temas que trabajamos en la diplomatura. La libertad de culto existe en Argentina desde la construcción de los Estados nación. Sin embargo, lo que no hay es igualdad de cultos. La Constitución nacional en su artículo 2 dice que el Estado argentino sostiene a la Iglesia católica, lo que supone una situación de desigualdad, debido a que toda la estructura del Estado considera a la Iglesia como una entidad pública y al resto de las comunidades no católicas como organizaciones privadas, algo que recién se modificó en el 2015, con la entrada en vigencia del nuevo Código Civil, en el que dichas organizaciones fueron declaradas como religiosas. Al considerar a la Iglesia católica una entidad pública, no se le pueden embargar bienes y cuenta con más beneficios que otras organizaciones. Por otro lado, existe el Registro Nacional de Cultos, al que todas las comunidades no católicas tienen que ficharse para decirle al Estado cuáles son sus creencias. Se trata de una ley de la dictadura (1978) que debería ser modificada. Hay que revisar el esquema actual porque, a diferencia de lo que se pensaba hace tiempo, lo religioso no ha desaparecido. En nuestro país, el 80% de la gente cree en una entidad superior, en un sagrado. Cree de distintas maneras. Algunas personas se han alejado de las instituciones religiosas con muchas críticas, pero siguen creyendo. Las religiones son protagonistas incluso en el espacio público, ya que se pronuncian sobre distintos temas como el aborto o la moral sexual, pero también en cuestiones vinculadas a la ayuda social. Entonces, el camino a la laicidad es justamente eso, un camino. Tenemos un modelo idealizado, que es el francés, en el que el Estado no reconoce a ninguna religión, pero entiendo que hay posiciones intermedias que deberíamos ir transitando, sin ser tan determinantes. Tenemos que poner en evidencia que hay una desigualdad de cultos. Hay que considerar la idea de que el Estado vaya hacia una pluralidad de cultos reconociendo la diversidad.

-La principal crítica que se hace es a los fondos que la Iglesia católica recibe del Estado…

-El imaginario colectivo cree que el Estado les paga un salario a los sacerdotes y no es así. También se piensa que se deposita un dinero por cada bautizado y tampoco es así. Sí se les paga a los seminaristas y los viajes de los obispos, pero es muy poca plata. Creo que el mayor caudal de dinero que la Iglesia recibe del Estado es por la educación (por los colegios confesionales).

-Si la Iglesia católica decidiera cerrar sus colegios el Estado estaría en problemas porque no cuenta con la infraestructura necesaria para compensar esa pérdida…

-Es un ida y vuelta. El Estado necesita de una institución con alcance territorial como la Iglesia católica y, a su vez, la Iglesia católica necesita financiamiento estatal para sostenerse. Por eso, pensar la laicidad como el modelo francés me parece imposible, sobre todo con un papa argentino. Creo que hay que avanzar en un camino intermedio.

Raúl Frega

El padre Raúl Frega, sacerdote de la Diócesis de Río Cuarto, aseguró a Puntal que es interesante “educarnos aún más en diversidad religiosa, ya que es algo que nos atraviesa cada vez más”.

“Nos tenemos que preparar y educar más, debido a que pasamos de una cultura religiosa en la que la diversidad no estuvo tan presente a un espacio público en el que interactúan diversas tradiciones religiosas”, afirmó.

“Es importante abrir esta instancia de debate, ya que la pandemia ha afectado mucho nuestras cuestiones sociales. Participar de este estudio, con la guía de sociólogos que se dedican desde hace mucho tiempo a este tema en la Argentina, como sacerdote, me amplía la mirada y me permite acceder a herramientas de análisis sociológico para la toma de decisiones en mi acción pastoral”, concluyó el padre Frega.

Nicolás Cheetham. Redacción Puntal