“Uno de los principales riesgos que generan las adicciones en el trabajo es el aumento de accidentes, con consecuencias como traumatismos o lesiones, además del ausentismo”, explicó Gait, para añadir seguidamente: “cuando una persona no está en condiciones óptimas, muchas veces prefiere faltar. Eso produce un perjuicio económico para la empresa y también para el propio trabajador, cuya salud se deteriora y puede terminar perdiendo su empleo”.
Embed - Dra. Nilda Gait - Esp. en Pediatría, Toxicología y Salud Pública
La especialista enfatizó que las adicciones deben ser comprendidas como una enfermedad y no como una conducta descartable. “Tenemos que cambiar el paradigma social de que el adicto es alguien que se desecha. Es un enfermo, y como tal, necesita ayuda y acompañamiento de un equipo. Si lo aislamos, no logramos nada”, advirtió.
Los peligros del alcohol
Consultada sobre las sustancias más frecuentes en entornos laborales, Gait fue categórica al señalar que “el alcohol sigue siendo la droga más consumida y la más peligrosa”.
“Al ser legal y socialmente aceptada, muchos creen que pueden manejar la tolerancia, pero no es así. El trabajador que toma dos botellas de cerveza o un vaso de vino antes de operar una máquina pesada, conducir un camión o subirse a una obra en altura, pone en riesgo su vida y la de sus compañeros”, sostuvo Gait.
En ese contexto, la médica explicó que el consumo de estupefacientes altera los reflejos, la concentración y la coordinación, lo que aumenta drásticamente la posibilidad de accidentes graves. “Se ha instalado el mito de que masticar coca no produce nada, pero es sabido que los reflejos no son los mismos. He atendido casos de choferes de larga distancia que justifican que lo hacen para mantenerse despiertos y los resultados pueden ser fatales”, consideró.
Asimismo, señaló que entre los jóvenes trabajadores se observa un fenómeno alarmante, al declarar que “hay chicos de 20 años que empezaron a consumir a los 13 o 14, y ya presentan alteraciones hepáticas. ¿Qué va a pasar con ellos cuando tengan 40 o 45 años? Son jóvenes que trabajan en la construcción, manejan vehículos o maquinarias, y deben ser parte de los programas de prevención y control”.
Nuevas formas de consumo
Gait advirtió también sobre las nuevas modalidades de consumo, como el uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores. “Muchos dicen ‘ya no fumo’, pero vapean marihuana o inhalantes. Y cuando se les realiza un dosaje, el resultado es positivo. Es un consumo oculto, que muchas veces pasa desapercibido”, alertó.
Entre los signos de alarma que pueden detectar los empleadores o compañeros, la especialista enumeró la advertencia de cambios bruscos de conducta, aislamiento, irritabilidad, agresividad o descuido personal. “Personas que antes eran pulcras y amables se vuelven desganadas, desgreñadas, con episodios de excitación o depresión. A veces presentan temblores o dilatación pupilar, pero no siempre los síntomas son visibles. En muchos casos, solo el análisis de orina puede confirmar la sospecha”, dijo.
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Frente a estos cuadros, Gait sostuvo que la respuesta no debe ser el castigo o la expulsión, sino la contención. “El empresario debe prepararse para saber qué está pasando, informarse, capacitarse y entender qué efectos produce cada sustancia. Primero tiene que educarse él, para después educar a su equipo y generar conciencia real de los daños”, manifestó la profesional.
Prevención, educación y acompañamiento
Para la especialista, el abordaje del consumo en el trabajo debe ser “integral y sostenido”. “Las empresas necesitan formar equipos interdisciplinarios con médicos y psicólogos, que acompañen al trabajador en su proceso de recuperación. No se trata de aislarlo, sino de incluirlo. Hay compañías que lo han hecho y los resultados son muy positivos”, comentó.
Además, remarcó que “mientras más tiempo se deja solo a quien consume, peor es su situación”, por lo que considera fundamental romper con la idea de que una persona adicta no puede reinsertarse laboralmente.
“Sí, se puede rehabilitar. En los adultos es más difícil, pero posible. En los jóvenes, el tratamiento tiene más éxito. Eso sí: internarlos unos días no alcanza. El verdadero tratamiento es darles motivos y valores para vivir”, sostuvo.
La toxicóloga abordó también un dato poco difundido: el aumento del consumo en adultos mayores.
“En una estadística reciente encontramos algo muy triste: personas mayores de 65 años con intentos de suicidio, jubilados que no llegan a fin de mes y empiezan a consumir. Este es un problema de todos: de la educación, de la salud y también de los medios de comunicación”, señaló Gait.
Y advirtió que, si no se trabaja en conjunto, la problemática puede agravarse. “Tenemos que prevenir los accidentes laborales, pero también defender a la persona. Detrás del trabajador hay un ser humano que puede recuperarse, que puede tener una nueva oportunidad. No se trata solo de productividad, sino de humanidad”, dijo.
Sobre el final, la doctora Gait dejó un mensaje esperanzador, al sostener: “Yo creo mucho en Dios y en los valores morales. Cualquiera sea la religión, necesitamos volver a la familia, al acompañamiento, a las metas. Esa es la mejor forma de construir una sociedad más sana”.