La tercera edición del Programa de Incremento Exportador (PIE), que otorga un tipo de cambio diferencial para soja y en esta oportunidad también para economías regionales, no logró la performance de las dos primeras ediciones, en particular la de la original que fue la más exitosa.
Dólar Soja 3, con magros resultados: lo analizan 5 economistas cordobeses
Coinciden en señalar un problema de base: el impacto de la sequía y la pobre cosecha actual. Ninguno descarta que se pueda reeditar un PIE4 antes de las Paso. Opinan Ingaramo, Agusto, Garzón, Miazzo y Vitelli
Hasta acá se obtuvieron apenas 3.535 millones de dólares de la mano del programa cuando restan pocos días hábiles por delante hasta el 31 de mayo que opera su fecha de vencimiento. Fueron 30 días hábiles hasta acá de transacciones. Vale recordar que el PIE1 tuvo 19 días netos y alcanzó los US$ 7.580 millones.
¿Qué pasó que, aunque el Gobierno esperaba una cifra menor de divisas, podría incluso no alcanzarla? Cinco economistas cordobeses especializados en el agro dieron su punto de vista y coincidieron en muchos puntos del análisis. El más relevante fue uno de base: la restricción de soja por la severa sequía y una producción que sería menos de la mitad que la del año pasado. Justamente el PIE 1 y 2 tomaron parte de aquella cosecha, mientras el 3 opera bajo el flujo de la peor campaña en 2 décadas. Pero además sumaron otros ángulos de observación.
Jorge Ingaramo, asesor de Asagir; Gonzalo Agusto, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Córdoba; Juan Manuel Garzón, del Ieral de la Fundación Mediterránea; David Miazzo, economista jefe de Fundación Fada; y Salvador Vitelli, de Romano Group, fueron los encargados de explicar lo que ocurrió en el mercado de granos, pese a los incentivos.
“En primer lugar hay que destacar el fracaso de la cosecha que fue una de las peores de la historia. Con o sin Dólar Soja hubiese reflejado un faltante de dólares porque tenemos una gran caída en la producción”, comenzó advirtiendo Agusto.
En esa línea, Garzón amplió y destacó que “estamos frente a una cosecha de soja muy paupérrima, la menor en 20 años. Hay que volver a fines de los ‘90 para encontrar una producción similar. Entonces la primera diferencia es que el Dólar Soja 1 y 2 fueron lanzados bajo una cosecha de más de 40 millones de toneladas y este, con una de 21 o 22 millones de toneladas”.
En ese sentido destacó que “como hay poco volumen, el productor va a tener mucho menos reserva o capital de trabajo que años anteriores y es lógico que trate de cuidarlo al máximo; y en gran medida está puesto en granos. Lo va a tratar de defender y administrar para hacer frente a los gastos de la próxima campaña, mantenimiento del campo o afrontar costo de vida de la familia. A su vez, muchos posiblemente no hagan trigo por lo cual no necesitan fondos ahora”, indicó el economista del Ieral.
Para Miazzo, de Fada, “es posible que en estas últimas ruedas que quedan por delante hasta el 31 se intensifique algo la liquidación, mientras avanza la cosecha además, pero va a quedar lejos de las expectativas. No fue tan efectiva como se esperaba y como sí lo fueron las dos versiones anteriores”.
Y agregó: “Y esto se da aun cuando estamos transitando la cosecha y las dos versiones previas se dieron ya cuando buena parte se había liquidado. Claramente lo que ocurre también es que esta campaña tiene una producción sustancialmente menor por la sequía”, dijo Miazzo.
Continuando con las razones del magro resultado, Ingaramo agregó también que “el Gobierno se hizo una ilusión de 5.000 millones de dólares que me parece a mí que ahí se fue de mambo. Segundo, que se confirmó el cosechón de Brasil que tiró abajo el precio de la soja y por supuesto los fondos en Chicago entraron a vender. Encima empezó una temporada, por supuesto no generalizada, pero de lluvias en la Argentina, con lo cual ya levantar la cosecha no resulta tan sencillo. Entonces yo diría que haber logrado 4.000 millones de dólares, que es más o menos lo que creo que va a terminar siendo, de unos 7 millones de toneladas, me parece que no está tan mal para la circunstancia en que se dio”, indicó el asesor de Asagir, la cadena del girasol.
Sobre los números finales, Vitelli detalló que “fue un esquema que le permitió al Banco Central no perder reservas pero tampoco acumular en un volumen interesante. Se quedó con el 24% de todo lo liquidado. Eso quiere decir que de cada 100 dólares que le ingresaron a $300 solamente se quedó con 24, lo que es muy bajo comparando con los esquemas anteriores cuando se había quedado con un 65% en el PIE1 y 74% en el PIE2. Y en términos netos también fue muy poco porque se quedó con 700 millones de dólares cuando venía de retener casi 5 mil en el primer esquema y cerca de 2.400 en el segundo”.
Para Ingaramo, “el Dólar Soja 1 fue una medida oportuna en el sentido de que se sabía que había 22 millones de toneladas de soja guardadas y se captó 13 millones de ese total. La diferencia de valor entre el dólar soja y el dólar común era importante, más del 35%. Después vino la sequía y ahí llegó la incertidumbre de los productores de saber cuánta soja iban a poder tener y vender. Por eso en el Dólar Soja 2, la diferencia no era tan grande porque el Banco Central había empezado a acelerar la devaluación del peso y no fue un gran éxito. El 3 ya tiene otro contexto muy diferente”.
Desde el Ieral, Garzón destacó que “por lo que hemos visto hasta ahora y los pocos días que quedan, estimamos que la comercialización de soja va a estar en el orden de los 8,5 o 9 millones de toneladas y la generación de divisas puede llegar entonces a los 4.200 o 4.400 millones de dólares. Las cifras están por debajo de lo esperado por el Gobierno, que seguramente imaginaba más de 10 millones de toneladas vendidas y unos 5 mil millones de dólares. Va a quedar entre 10 y 15 por ciento abajo”.
En ese punto, Miazzo destacó que “el Banco Central no viene aumentando mucho las reservas gracias alDólar Soja. Y en realidad gran parte de lo que juntó ya lo perdió, especialmente a través del pago de importaciones”.
Para Agusto, hubo “una serie de variables que atentaron en contra, como el tipo de cambio oficial que se fue apreciando más durante este último mes. Eso hace que ese tipo de cambio comparado con los $300 por dólar que ofrece el programa ya no es una gran diferencia; mientras que con los otros dólares alternativos, la brecha es bastante importante. Entonces tampoco se genera un atractivo para vender, salvo necesidades urgentes. La brecha cambiaria genera un desincentivo y por otro lado hay un gran fracaso en la cosecha que impacta en las cantidades a comercializar”, remarcó.
Luego Vitelli explicó que “con esto, va camino a liquidarse menos de lo esperado y con un Banco Central reteniendo mucho menos aún, y con una emisión que supera los $400 mil millones como contrapartida. Eso deja un dólar ponderado, que pagó el Banco Central, de 535 pesos. Eso es el resultado de lo que compra y lo que vende a valores diferentes”.
El contexto económico de turbulencia y tensión cambiaria es clave para los economistas a la hora de explicar el movimiento que tuvo el programa. Para Garzón, hay que sumar “el factor macroeconómico, la situación actual. Todos estamos analizando y siguiendo de cerca para ver qué pasa. Hay una expectativa de devaluación alta. En los mercados de futuros hay una tasa esperada de devaluación del dólar del 80% a noviembre. Eso es un incentivo para demorar la comercialización de activos que están atados al dólar, como los granos. Si esa devaluación se produce, el producto se valoriza. Por lo cual es otro ingrediente que lleva a demorar la venta”.
Además, el economista de la Fundación Mediterránea señaló que “no hay muchas alternativas para resguardar el capital. La pregunta es si el productor vende, ¿qué hace con esos pesos? Incluso los plazos fijos vienen perdiendo con la inflación y no hay muchas formas de dolarizarse dado el cepo cambiario. En definitiva la combinación de una expectativa devaluatoria fuerte con la dificultad de comprar algún otro activo dolarizado o dolarizarse hace que la comercialización se demore o dosifique lo máximo posible, hasta que despeje el panorama macroeconómico”, enfatizó.
Para Ingaramo, aunque los números no fueron los esperados, no fue un resultado tan negativo para el Gobierno. Y lo explica: “No hay que olvidar las consecuencias sobre el resto de los sectores. O sea, todo el mundo sabe que cuando uno le da un dólar de soja más alto, aumenta el precio de la harina de soja, eso complica a los pollos, a los chanchos, a la producción de huevo, a la producción láctea, y a todos los que la usan a la harina de soja como insumo. Sobre el resultado final, yo creo que el balance es favorable para el gobierno. Obviamente que tuvo que ampliar la lista de productos e inventar el dólar para economías regionales por una razón elemental, porque tiene un montón de vencimientos que cumplir y el Banco Central no tiene las reservas y el programa con el Fondo Monetario recién vamos a saber el 15 de junio qué va a pasar, cuando vaya al directorio”.
¿Nuevas versiones con maíz incluido?
Mientras el Dólar Soja 3 va llegando al final, la expectativa de una nueva versión comienza a circular, incluso con la incorporación del maíz, lo que tendría amplios efectos secundarios.
Sobre este punto también se refirieron los economistas cordobeses. Miazzo fue contundente: “Muy probablemente haya un Dólar Agro 4. Cuando más compleja va a estar la situación cambiaria va a ser en agosto-septiembre, y ahí es probable que el Gobierno avance con otra edición. Pero al mismo tiempo también es cierto que al estar tan cerca de un cambio de gestión y una potencial unificación cambiaria, la mejora del tipo de cambio que van a tener que ofrecer deberá ser bastante mejor que la actual”, advirtió.
Vitelli señaló que luego del 31 de mayo “probablemente veamos un desplome de liquidaciones, un Banco Central donde la presión cambiaria va a estar muy marcada y en la medida de que esto suceda, la probabilidad de otra edición de tipo de cambio, ya sea maíz o soja, aumenta. Las probabilidades son inversamente proporcionales a la situación cambiaria del Banco Central, así que como ha pasado en las otras ediciones, cuando el esquema cambiario se retira, las liquidaciones también lo hacen, se desploman, y el Banco Central comienza a sufrir en términos cambiarios”.
Ingaramo, por su parte, destacó que “sobre la posibilidad de un dólar maíz, yo la veo perfectamente factible, creo que el maíz está recolectado en un 27%. Están vendidas aproximadamente a la exportación 11.300.000 toneladas sobre 23 millones que se vendieron el año pasado. Así que hay mucho maíz no vendido. Por supuesto que también ahí aplica el concepto de la baja de precio que incentiva a vender rápido y si a uno le dan un dólar favorable, evidentemente va a ser atractiva la operación. Uno ve que el maíz en Chicago de septiembre está a 201 dólares la tonelada. Entonces el maíz que pueda recolectar, si le dan un dólar diferenciado, lo vende porque ve que la tendencia del precio es a la baja porque la cosecha brasileña también fue buena. Entonces cuando baja el precio o las perspectivas de precios van a la baja y a uno le dan un dólar diferencial, se siente con la tentación de aprovecharlo”, explicó el economista.
Allí Agusto incorpora un elemento no menor: “A la posibilidad del dólar maíz la veo compleja porque sería un aumento en los costos de los que usan ese grano como insumo y puede generar problemas en muchas cadenas como ganadera, tambos o porcinos. Y sumaría además presión inflacionaria”, advirtió.
Ingaramo compartió ese punto: “El problema del maíz es que tiene un montón de productos derivados que si usted le da un dólar diferencial va a tener evidentemente una suba de la tasa de inflación significativa, un problema con los feedlots, granjas de cerdos, pollos, etcétera, etcétera. Entonces, no es tan simple hacer un dólar maíz así como así. De todos modos estaríamos hablando de 3.000 o 3.500 millones de dólares, no sería nada despreciable para esta situación”.
Sin embargo, para Miazzo, la posibilidad de un dólar maíz es remota. “No lo veo factible porque es mucho menor el volumen, puede haber algún impacto adicional en precios y más bajo la visión del Gobierno, porque acabamos de publicar un informe en Fada sobre el efecto marginal que tiene en los alimentos la suba de los granos, donde tomamos leche, pan y carne. Pero bajo la concepción del Gobierno el maíz sí tiene impacto en los precios. Sí insisto en que no tengo dudas de que habrá un Dólar Soja 4; pienso que podría ser como mucho en agosto o septiembre”.