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La depresión también constituye un factor de riesgo para la salud cardiovascular

Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. La Sociedad Argentina de Cardiología emitió un anuncio en el que vinculan esta afección con la salud del corazón y advierten que hay que detectarlo a tiempo

De acuerdo a las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta a más de 300 millones de personas a nivel global, es la principal causa de discapacidad y aporta muy significativamente a la carga mundial de morbimortalidad. Desde hace más de una década se sabe que existe una relación bidireccional entre la depresión y la enfermedad cardiovascular.

Desde la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) se remarca la necesidad de una detección oportuna del paciente con afección cardiovascular que además tiene depresión, dado que esta aumenta el riesgo de un nuevo infarto y de muerte.

“La depresión se caracteriza por presentar un descenso marcado en el estado de ánimo, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar de las actividades cotidianas durante al menos dos semanas. Las personas pueden experimentar, también, una sensación de reducción de la energía que afecta la actividad física, laboral y social. Además, quienes tienen depresión pueden presentar síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin explicación médica”, indicaron desde la institución.

“Todos los médicos debemos estar atentos a la posibilidad de que un paciente presente un cuadro de depresión o un trastorno anímico del espectro depresivo. Para esto es muy útil, en especial por su sencillez, el PHQ2, que es un cuestionario de sólo 2 preguntas recomendado por la American College of Cardiology (ACC) para hacer el screening y poder detectar objetivamente si el paciente tiene un trastorno anímico y así poder derivarlo al equipo de salud mental. Hoy sabemos que existe una relación bidireccional entre la depresión y la enfermedad cardiovascular, en la que una puede favorecer el desarrollo de la otra. La enfermedad cardiovascular se ve agravada y potenciada por la depresión y esta última aumenta la mortalidad en la primera, pero no sólo eso, también la discapacidad, los gastos para el paciente y para el sistema de salud, y a su vez genera una significativa reducción en la calidad de vida de la persona”, aseveró la Dra. Alejandra Ávalos Oddi, cardióloga y secretaria científica del Consejo de Aspectos Psicosociales de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

https://twitter.com/SAC_54/status/1481712121981329409

Por estos motivos, la depresión es considerada hoy un factor de riesgo independiente de eventos cardiovasculares, tales como angina inestable, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular (ACV), arritmias e internaciones por insuficiencia cardíaca.

La relación entre depresión y la salud cardiovascular

Cuando se habla de una relación bidireccional entre depresión y enfermedad cardiovascular tiene que ver con que la depresión gatilla mediadores biológicos en el organismo, los mismos están relacionados de forma bidireccional con mediadores conductuales, que pueden generar enfermedad aterosclerótica directamente, sin tener enfermedad cardiovascular previa.

“Los determinantes psicosociales como la depresión, la ansiedad y el estrés van a generar una respuesta en el organismo: más estrés oxidativo, disfunción endotelial, alteraciones metabólicas y activación del sistema simpático, lo cual va a llevar a la hipertensión y al depósito de grasa central con la consiguiente obesidad y resistencia a la insulina. Todo esto va a provocar enfermedad aterosclerótica.

Un aspecto importante a considerar sobre la depresión es que no siempre esta enfermedad es tal cual se representa en el imaginario social y que incluso puede pasar inadvertida para quienes conforman el círculo afectivo del paciente.

Muchos especialistas coinciden en que hoy los cardiólogos pueden ser la puerta de entrada para detectar la depresión, sobre todo en el actual contexto de pandemia, donde se potenciaron mucho los miedos y las personas estuvieron expuestas a más estrés emocional y físico.

“Una vez que el cardiólogo detecta un trastorno del espectro anímico, tiene que evaluar el grado de la patología, porque no es lo mismo una depresión leve que una moderada o grave. Una de las recomendaciones es detectar la depresión y evitar la tendencia a la farmacoterapia precoz o rápida, sino buscar un tratamiento adecuado, teniendo en cuenta que los abordajes deben ser siempre multidisciplinarios. (…) El tratamiento de la depresión en el adulto con enfermedad cardiovascular debería ser integral y abarcar todas las intervenciones psicoterapéuticas, psicosociales y farmacológicas que puedan mejorar el bienestar y la capacidad funcional”, señalaron desde la SAC.