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FAdeA: entre la inactividad, el ajuste y la incertidumbre

La empresa estatal avanza con un plan de retiros voluntarios mientras gran parte de su actividad permanece paralizada por la falta de contratos con el Estado. El sindicato advierte que la medida podría afectar a personal técnico clave en un contexto de suspensiones y salarios reducidos

La Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años. Con una caída abrupta en su nivel de actividad, producto de la falta de contratos con el Estado, que históricamente representaron cerca del 80% de sus ingresos, la compañía estatal avanza ahora en un plan de retiros voluntarios orientado a reducir alrededor de 200 puestos de trabajo.

Si bien la medida había comenzado a circular internamente, desde la empresa señalaron a Puntal que “no existe un comunicado oficial para difusión en medios” y que lo único que se hizo fue informar al personal que, como parte del proceso de reestructuración, en los próximos días se pondrá en marcha un nuevo programa de retiros voluntarios, sin ninguna precisión adicional.

La situación laboral dentro de FAdeA ya venía tensionada. Desde mediados de año, la mayor parte del personal trabaja bajo un esquema rotativo, con suspensión los lunes y viernes y cobro del 80% del salario. Solo algunos sectores dedicados a componentes del avión C-390, fabricado en Brasil, mantienen plena actividad por tener entregas mensuales comprometidas.

El resto de las áreas permanece prácticamente paralizado a la espera de la firma de los contratos para mantenimiento y fabricación de aeronaves de la Fuerza Aérea: C-130 Hércules, Pucará, Pampa e IA-100 Malvinas. Según explicó el secretario general del Sindicato de Trabajadores Aeronáuticos, Marcelo Bertorello, en diálogo con Puntal, las tareas programadas no pueden iniciarse sin contratos formalizados, aun cuando se continúan atendiendo pedidos urgentes de la Fuerza Aérea.

“Hace 24 meses que estamos esperando los contratos firmados”, remarcó el dirigente, quien sostuvo que la empresa depende totalmente de ese flujo de trabajo para sostener su operación.

Bertorello describió además el clima interno: una planta que ronda los 670 trabajadores, con ingresos y bajas constantes, una conducción que “evalúa la viabilidad de la empresa mirando solo los números”, y un gremio que intenta equilibrar protesta y negociación para evitar medidas que pongan en riesgo la continuidad de la fábrica.

Aseguró que hace más de siete meses no reciben recomposición salarial pese a reiteradas convocatorias del Ministerio de Trabajo en las que, según dijo, la empresa no se presenta.

Sobre los retiros voluntarios, confirmó que la propia conducción de FAdeA, incluido su presidente, Julio Manco, le adelantó que el plan comenzaría esta semana, aunque todavía no se conocen criterios ni alcances: “No sabemos a qué sectores apuntan ni bajo qué tecnicismo se aplicará”.

El dirigente expresó, además, su preocupación por la posible pérdida de personal calificado:“No somos una oficina administrativa común. Cada rol tiene un alto nivel técnico: compradores aeronáuticos, especialistas en depósitos, informáticos, finanzas. No se reemplazan de un día para otro”.

En la visión sindical, el problema central no es la falta de viabilidad sino la falta de gestión. “El mundo está corto de capacidad instalada para mantenimiento y fabricación aeronáutica. Hay trabajo. Nosotros vemos oportunidades claras. Lo que reclamamos a la dirección es que salga a buscar ese trabajo en lugar de reducir personal”, sostuvo Bertorello.

Ante la inminencia del programa de retiros, el gremio no descarta medidas de fuerza. Todo dependerá de las reuniones previstas con la empresa y del modo en que avance la implementación del plan.

Entre un directorio que impulsa la reestructuración y un sindicato que demanda contratos y planificación, FAdeA enfrenta semanas clave. La falta de actividad, las suspensiones prolongadas y la incertidumbre sobre el futuro del plantel presionan sobre una empresa estratégica para la industria aeronáutica argentina, cuyo funcionamiento se volvió frágil en ausencia del Estado, su principal cliente.

Mientras tanto, el personal espera definiciones que no llegan y un horizonte laboral que, por ahora, sigue nublado.