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Una foto y otra grieta que empieza a ser más evidente

Si bien las diferencias internas de la Mesa de Enlace no son nuevas y explican por qué hay cuatro entidades y no una que representa a todos los productores del país, ahora se empiezan a observar con mayor claridad. Buena noticia para el Gobierno

Cayó mal la presencia del titular de la Sociedad Rural Argentina, Daniel Pelegrina, en la foto por el 9 de Julio en el acto central de Olivos, junto al presidente Alberto Fernández, empresarios de otras ramas y uno de los líderes de la CGT, Héctor Daer. La sorpresa, que fue el primer estado de ánimo que verbalizaron los otros integrantes de la Mesa de Enlace nacional, mutó luego a cierto enojo porque entienden que el dirigente “fue usado, porque planteamos muchos temas para debatir con el Gobierno y ninguno tuvo respuesta favorable en los últimos meses. Entendemos que es difícil decir que no a una convocatoria de ese tipo, pero de ninguna manera Pelegrina representó al campo en ese encuentro”, disparó un dirigente ruralista nacional.

Pero la historia no comenzó a escribirse el Día de la Independencia. En realidad, desde que asumió el nuevo Gobierno y comenzó a dar sus primeros pasos en política agropecuaria, la Mesa de Enlace empezó a crujir. El posicionamiento de los cuatro integrantes de ese espacio que busca representar gremialmente a los productores de todo el país dejó de ser monolítico. Fue algo que asomó durante la gestión de Mauricio Macri, aunque con mayor tibieza. No todas las entidades estaban cómodas pese a que el Ministerio de Agricultura y Ganadería estuvo siempre en manos de alguien del sector. “Fue loteado” en ese momento para CRA al principio, con Ricardo Buryaile, uno de los dirigentes que saltó a la luz en 2008 con la 125 como vice de esa entidad y se convirtió en diputado nacional por Formosa por su pertenencia a la UCR. Luego, incómodo con la gestión por el escaso margen de movilidad que le dejaron, se fue sin pena ni gloria. Y terminó desembarcando Miguel Etchevehere, de la Sociedad Rural Argentina, más vinculado directamente al Presidente de la Nación. De todos modos, más allá de que los ministros pertenecían al movimiento ruralista, el balance final que hacen en la dirigencia de la gestión de Macri no fue positivo. Hubo más promesas que hechos concretos, en muchos casos condicionados por la situación económica, que nunca logró tener bajo control el gobierno anterior.

Pero los cambios en retenciones aplicados desde el comienzo por Alberto Fernández y luego una corrección con promesa de restitución de los derechos de exportación a los pequeños productores de menos de mil toneladas, que nunca llegó a concretarse, provocó otras diferencias que se profundizaron con la medida de fuerza iniciada en la previa de la cuarentena. A mediados de marzo había dos entidades que no querían hacer olas y dos que empujaron el paro del agro, que después tuvo escaso impacto real. De todos modos, el hecho simbólico de la protesta sirvió para que las entidades se posicionaran. En aquel momento fue CRA la que lideró el cese en la comercialización de granos y hacienda. Federación Agraria, con diferencias internas, acompañó desde la conducción, aunque eso dejó expuestos algunos contrastes al interior de la entidad nacida del Grito de Alcorta. En otra posición estuvieron Coninagro y Sociedad Rural Argentina. Sí, la que fue símbolo de confrontación durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, estaba entre las de posición conciliadora. En ese momento no dejó de llamar la atención, aunque algunos argumentos empezaron a asomar como trasfondo: la situación del predio de Palermo, ícono del ruralismo nacional, aunque más representativo de los estancieros de la provincia de Buenos Aires, fue uno de los que primero se barajaron como motivo para explicar una posición más edulcorada de la entidad. Lejos de los cuestionamientos expresados en su momento por Hugo Biolcatti o más acá por Luis Miguel Etchevehere, la SRA diluyó sus planteos.

La cuarentena después disimuló aquellas diferencias internas, pero en las últimas semana comenzaron a visualizarse más nítidas. El caso Vicentin, que se cumple un mes del anuncio y el proyecto de expropiación no aparece, y los hechos vandálicos en los campos mostró a CRA liderando las críticas al Gobierno. Sobre las roturas de silobolsas y los incendios en los campos, la entidad que reúne a las rurales de casi todo el país advirtió por “el silencio oficial y la falta de una bajada de línea que condene los hechos”. Incluso escribieron que “el que calla, otorga”. Ayer, ese tema sumó un nuevo capítulo cuando la vicepresidenta Cristina Fernández retuiteó a alguien que abonaba la idea de que los peludos podrían explicar la rotura de los silobolsas y agregaba además, en tono de humor, que los peludos eran promovidos por la titular del Senado. Más allá de la insólita explicación que en los últimos días se encargó de amplificar Aníbal Fernández, el titular de CRA, Jorge Chemes, salió ayer al cruce de la ex mandataria al cuestionar que “nos preocupa que una vicepresidenta de la Nación se tome a la ligera el vandalismo que hunde a productores y productoras en la inseguridad, les quita el esfuerzo de casi un año y al país alimentos y recursos. Lamentable. A los argentinos y argentinas ya nadie les mete la mula!”, fustigó el dirigente, confirmando la posición más crítica de la gestión de Fernández dentro de la Mesa de Enlace.

Pero el hecho que terminó de tensar la relación interna fue la presencia de Pelegrina en Olivos. Hoy habrá reunión de Mesa de Enlace y el tema será abordado porque hay muchas críticas contenidas. Y si bien los dirigentes insisten en que la prioridad es la unidad, la grieta interna preocupa y se agiganta. Para el Gobierno esa no es una mala noticia.

Gonzalo Dal Bianco. Redacción Puntal