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Heriberto y Soledad, jóvenes de la región que luchan contra el hambre en el norte: fueron premiados a nivel nacional

Él, contador público de Río Cuarto; ella, ingeniera agrónoma de Sampacho, crearon una fundación en Santiago del Estero que apuesta a poner fin a la desnutrición infantil. El viernes, el Banco Nación los reconoció por un proyecto para el tratamiento del agua.

Heriberto Roccia (29) es de Río Cuarto; Soledad Scheurer (30), de Sampacho. Ambos profesionales, se casaron en 2017. Su sueño fue siempre luchar contra la pobreza, el hambre y la desnutrición. Tras esa meta es que partieron rumbo a Santiago del Estero y crearon una fundación.

En esta lucha silenciosa que vienen llevando a cabo han logrado ayudar a familias de varias comunidades santiagueñas para que produzcan sus alimentos y hacer un  seguimiento y control estricto de niños desde su nacimiento,  apuntando a su desarrollo en los primeros 1.000 días de vida, que son neurálgicos en su desarrollo, y prevenir la desnutrición.

La pareja recibió el viernes el premio “País Presente” que otorga a Fundación Banco Nación Argentina por su proyecto para poner fin al agua contaminada y darle agua segura a comunidades santiagueñas.

Heriberto es contador público nacional; Soledad, ingeniera agrónoma. Se casaron en Sampacho y anhelaban irse a vivir a África, siempre con la intención de ayudar a sectores postergados. Pero en el proceso de preparación para ese largo viaje, se  encontraron en Santiago del Estero con una realidad que los puso de cara a una situación de pobreza y hambre, y decidieron finalmente intervenir y desarrollar su proyecto de vida. Hoy sumaron otro integrante a su familia, el pequeño Agustino, de 9 meses.

En 2017 crearon la  Fundación Dignamente,  cuyo lema es “Nutrir la Infancia”, con el objetivo de prevenir y tratar la desnutrición infantil y generar promoción humana. Más de 250 familias aprendieron a producir alimentos saludables, 154 ya replicaron en sus hogares parcelas de producción con altos rendimientos.



Una realidad que superó un sueño



“Nuestro sueño de novios era irnos a África a hacer un voluntariado. Y nos sumamos con el grupo de la parroquia a un entrenamiento que duraba 3 años, y en ese marco nos teníamos que entrenar un mes en el interior de la Argentina, en un destino con alta vulnerabilidad social. Así fue que llegamos a Weisburd (Santiago del Estero) y en ese lugar nos encontramos que las mismas actividades que nosotros desarrollábamos en esta zona; las queríamos aplicar allá, pero los chicos no entendían las consignas”, comentaron Soledad y Heriberto.

Ese fue el primer impacto al observar cómo la pobreza y el hambre impactaban en el desarrollo cognitivo de los más chicos, y la vulnerabilidad de sus familias. De regreso comenzaron a pensar qué hacer. Y fue que cayó en manos de esta pareja el libro “Desnutrición, el mal oculto”, del doctor Abel Albino,  y allí comenzaron a interpretar cómo la desnutrición provoca retraso madurativo y debilidad mental por un cerebro que no se desarrolló en los primeros mil días.

A través de la Fundación se crearon centros comunitarios que trabajan en forma integral sobre los niños y sus familias, con profesionales médicos que hacen el seguimiento desde el embarazo y los primeros meses de vida. “Tenemos un equipo de médicos, pediatras, nutricionistas, trabajadores sociales, fonoaudiólogas, psicólogos, que hacen atención temprana”.

Paralelamente, explican, hay un programa para el desarrollo del hogar, capacitando y dando herramientas a las familias para que generen sus alimentos.

“De nada sirve tratar a un niño desnutrido si va a volver al ambiente hostil del cual proviene. A los 20 días lo tenés en el mismo estado y eso es porque no se transforma el hogar”.

Es así que se creó una estrategia de “acompañamiento ambiental”, donde además de que los niños y las mamás asisten a los centros de nutrición, se  hace un entrenamiento familiar, con un acompañante para que transforme su calidad de vida.  

En este desarrollo debieron superar dificultades tales como encontrarse con mamás analfabetas que no sabían leer las indicaciones dejadas por los nutricionistas. “Las profesionales volvían y decían que se encontraban con las cajas de leche y los alimentos no consumidos, pero era porque sus mamás no sabían leer o no interpretaban lo que les decíamos.



Cómo se financian



La organización se sustenta con recursos aportados por voluntarios, que acercan desde 100 pesos, empresas y particulares.  “Todos los profesionales que trabajan con nosotros son pagos, por eso tenemos que garantizar recursos. Y eso lo hacemos con el aporte de personas de buena voluntad que todos los meses colaboran. Y lo segundo es el aporte de empresas que utilizan el mecanismo de donar para deducir ganancias. Y después generamos alianzas con el gobierno provincial y el nacional, que nos ayuda a implementar proyecto. La iglesia nos da los espacios físicos. El Inta nos provee de la técnica y el programa de agricultura familiar. Hay otras fundaciones que ayudan, y los municipios santiagueños”, afirman.

Todos los actores toman parte de una mesa de debate donde se piensa una visión de país. “Lo partidario se corre a un costado. Nuestra visión es justamente que la desnutrición de un niño no tiene ni grieta ni partido político”, sentenciaron.

En este trabajo de hace ya 2 años, explican Heriberto y Soledad, han logrado que en los lugares donde trabajan no se den casos de desnutrición en niños.



Un paso más



Pero además, el viernes último, la pareja junto con el pequeño Agustino viajaron a Buenos Aires para recibir el premio “Presente Argentina”, otorgado por la Fundación Banco Nación Argentina, por el proyecto de facilitar el acceso al agua para consumo y para el desarrollo de actividades productivas en el Paraje Curupaity, al norte de Santiago del Estero. 

Sobre este proyecto premiado el profesional riocuartense explicó: “Se trata de captar agua de lluvia y almacenamiento para  consumo de agua potable. Ese es un factor que favorece la lucha contra la desnutrición infantil”.

El Banco Nación ahora asegura el financiamiento para este proyecto.

"Haber ganado este premio significa un paso más para acabar con la desnutrición infantil originada, en parte, por el consumo de agua contaminada.” 

Y agregó: “Al igual que todos los proyectos que implementa Dignamente, éste se hará junto a la familia, en un proceso de educación hasta que  reconozca la importancia y los beneficios de consumir agua en buen estado para que luego de un hogar transformado se proceda a construir juntos sistemas de recolección de agua y cisternas de contención”.

Al tiempo que recalcó: “En nuestra metodología de trabajo no se trata de hacer cosas por los pobres sino de despertar en ellos un espíritu para que asuman responsabilidades, se sientan personas con derechos en la sociedad”.



Convocan a participar



La fundación creada por estos jóvenes cordobeses recibió el año pasado un premio de la Embajada de Australia para la construcción de un hogar para la recuperación de desnutridos graves.

Por último, Soledad y Heriberto  lanzaron una invitación para todos aquellos que quieran sumarse como colaboradores. Asimismo, empresas o particulares que quieran convertirse en padrinos para crear un nuevo centro y llegar a más familias. 

Los interesados en colaborar pueden acceder a información en la página www.dignamente.org y en redes sociales  @dignamenteok.





Patricia Rossia, Hector Amaya.  Redacción Puntal