La escasez de dólares que sufre la economía nacional aparece en la raíz de las trabas a las importaciones que muchos sectores vienen planteando como una problemática que se extiende al tiempo que alertan sobre los efectos que tendrá, más temprano que tarde, sobre los niveles de actividad.
Es que los sectores industriales que deben comprar en el exterior insumos o bienes intermedios para mantener en marcha las fábricas insisten con la necesidad de ganar fluidez en esa operatoria para evitar complicaciones mayores. Uno que se sumó en las últimas horas fue el de los biocombustibles, que advirtió sobre las demoras que se generaron en las últimas semanas para adquirir enzimas necesarias para el proceso de elaboración del alcohol que luego se mezcla con la nafta para ir a los surtidores.
“Hoy hay complicaciones para importar cualquier producto, desde que se instauró SIRA. Cuando se logran aprobar las SIRA, aparece la fecha de pago para varios meses siguientes. Lo cierto es que nos queda stock de insumos para 60 ó 90 días”, advirtió una fuente del sector a Tranquera Abierta.
La queja del empresario va en línea con lo que plantearon sus pares de instituciones industriales cordobesas hace dos semanas atrás cuando se juntaron para reclamar porque las dificultades parecían concentrarse más en el interior, al tiempo que apuntaron contra el nuevo sistema SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina) que no dio las respuestas esperadas en el primer mes y medio de funcionamiento. La semana pasada, el propio Sergio Massa le informó a la Unión Industrial Argentina (UIA) que en 15 días iba a comenzar a destrabar más dólares para facilitar las importaciones. Para eso, ahora cuenta con la inyección de divisas que aporta el dólar soja, aunque claramente lejos de la primera versión de septiembre en términos de recaudación.
Lo cierto es que las enzimas para los biocombustibles son vitales, a tal punto que sin ellas no es posible sostener la producción. Hay allí un temor de calendarios: si el stock alcanza para 60 o 90 días y las habilitaciones del SIRA siguen demorando, el margen empieza a transitar un camino angosto.
El bioetanol se produce mediante una fermentación alcohólica por medio de levaduras. Las levaduras fermentan los azucares simples, que proviene de la biomasa, dando como resultado final, etanol y dióxido de carbono.
En el caso del maíz, el almidón que contiene el grano es el único componente que se transforma en alcohol. Para esto se utilizan enzimas específicas que hidrolizan el almidón hasta azúcares simples como la glucosa.
El alcohol producido en la fermentación alcohólica es destilado. El objetivo de la destilación es producir alcohol de calidad y concentración adecuada (95%). Luego, ese alcohol es deshidratado, la absorción de agua se produce por medio de tamices moleculares donde el alcohol de destilería queda con una concentración de 99.5%, que es el grado de pureza que se requiere para uso combustible.
Lo cierto es que las trabas a las importaciones podrían poner en peligro ese proceso y por lo tanto el aporte de biocombustibles a los surtidores, que hoy son clave para evitar mayores importaciones de nafta. Sin etanol, aumentaría el gasto de importaciones de combustibles fósiles y entonces la administración de divisas que hace el Gobierno con la demanda industrial terminaría con un problema agravado: no sólo debería gastar divisas para importar, sino que además mantendría paralizada una industria que sigue escalando y siendo la rueda de auxilio de las petroleras.
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