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La sequía genera un aumento del esfuerzo fiscal necesario para 2023

El Iaraf realizó un cálculo sobre cómo deberá hacer el Gobierno para cumplir con la meta de déficit a pesar de la caída en la producción de granos. Y advierte que requerirá de nuevos ingresos, de una mayor reducción del gasto o de ambas

La sequía, que parece haber llegado a su fin, tendrá efectos nocivos retardados por varios meses en la Argentina y posiblemente su impacto comience a diluirse recién en 2024, con la nueva campaña agrícola.

Pero las consecuencias no encapsuladas en los productores o el Estado que verá recortados sus ingresos tributarios, especialmente de las retenciones. Más bien amenazan con llegar a cada rincón del país a través de varias vías.

En ese contexto, el Instituto de Análisis Fiscal (Iaraf), que conduce Nadin Argañaraz, advirtió sobre la necesidad que tendrá el Gobierno de ajustar más sus cuentas si quiere cumplir con las metas del Fondo Monetario a pesar del efecto climático y su impacto económico. Es decir, para mantenerse dentro de los compromisos asumidos tendrá dos vías: o recorta el déficit bajando gastos o ampliando ingresos.

“Del comportamiento de ingresos y gastos, surgió que el déficit fiscal primario de febrero fuera de $228.000 millones, equivalentes a un 0,13% del PBI. Si se suma enero, el resultado es un déficit acumulado del 0,25% del PBI. Por lo tanto, dada la meta del 1,9% del PBI para todo el año, en los próximos 10 meses el gobierno tendría que registrar un déficit del 1,65% del PBI”, comienza explicando el estudio.

Y agrega: “Dado que la reducción del déficit primario está planteada como un objetivo central de la política económica, resulta interesante construir un indicador de esfuerzo fiscal necesario para los meses restantes del año”.

El primer punto que considera el Iaraf es que el indicador de reducción de déficit primario promedio mensual del periodo restante del año debe tener en cuenta ingresos extraordinarios del año 2022 que no estarán en el corriente año.

El indicador funciona de la siguiente manera: a fines de marzo de 2022, cuando se firmó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se tenía un déficit primario acumulado de 0,24% del PBI, restando nueve meses para cumplir con la meta anual del 2,5% del PBI. ¿Cómo era en ese entonces el esfuerzo fiscal necesario? El déficit primario entre abril-diciembre de 2021 había sido de 2,88% del PIB, mientras que para cumplir con la meta del FMI en 2022 el déficit primario entre estos meses debía ser de 2,27%. Por ende, se requería una reducción del déficit primario del 0,61% del PBI en el periodo abril–diciembre, es decir una reducción promedio mensual de 0,07 puntos porcentuales del PBI.

El déficit primario efectivo de 2022 fue de 2,3% del PBI, reduciendo, en principio, el esfuerzo fiscal necesario para cumplir con la meta de 1,9% del PBI de 2023 a 0,4 puntos porcentuales (p.p.).

Sin embargo, para el corriente año no habrá ingresos por rentas primarias excedentes (0,3% del PBI). Además, se estima una reducción de la recaudación del 0,5% del PIB debido a la fuerte sequía que impacta al país.

Esto implica que el déficit primario sería de 3,1% del PBI, ya que al déficit de 2,3% hay que sumarla la caída de ingresos por 0,8% del PBI.

En efecto, pasar de un déficit primario de 3,1% del PBI a uno de 1,9% del PBI, implica la necesidad de recursos extras (más ingresos o menos gastos) por 1,2 puntos porcentuales del PBI.

“Siguiendo la metodología propuesta, ya contando con la información del primer bimestre, entre marzo y diciembre de 2023 el déficit para cumplir la meta anual del FMI de 1,9% debe ser de 1,65% del PIB. Por lo tanto, el esfuerzo fiscal del periodo marzo-diciembre de 2023 para cumplir con la meta es de 1,37%, es decir, una reducción promedio mensual de 0,14”, explicó el Iaraf.

Sin sequía, en los próximos 10 meses el esfuerzo fiscal del periodo (ya sea reduciendo gastos o aumentando ingresos) es de 0,87% del PIB, lo que implica un promedio mensual de 0,09.