Los productores agropecuarios, como buena parte de la población, viven momentos estresantes. Pero que además suman un arrastre con dos años difíciles desde lo productivo por un dominio de La Niña, que mostró su peor cara en 2023. Luego llegó el cambio de gobierno en el país y el desembarco de Javier Milei a la Rosada.
Sobre esos dos factores centrales se enfoca el reciente estudio de dos investigadores del Inta San Francisco que consultaron “al mundo agro” sobre los factores que más los estresan. Los responsables fueron Alejandro Centeno y Gustavo Bitar.
En los primeros puestos del informe aparecieron la “incertidumbre política y económica” y la “imprevisibilidad climática”. Muy cerca, en el tercer escalón, las reducciones de los márgenes del negocio, algo de extrema actualidad.
“Hemos descripto que los tres factores de estrés que aparecen con mayor frecuencia están tranqueras afuera. Aunque son variables exógenas, lo que sí está bajo la órbita decisional de los productores es generar los colchones o amortiguadores internos para que esa variabilidad no impacte tranqueras adentro”, señalaron en el tramo de las conclusiones del informe.
Y agregaron: “Precisamente, esto último es lo que empodera a los productores y les da capacidad de gestión. Si esas amenazas son observadas bajo el rol de víctimas de las circunstancias, poco queda por hacer, más que quejarse, resignarse, angustiarse o enojarse. En cambio, la identificación, comprensión y el desarrollo de estrategias ante esas amenazas, implica un cambio de actitud que lleva a los sistemas, en este caso, a las empresas agropecuarias, a un nivel de desempeño superior”, señalaron Centeno y Bitar.
La otra reflexión es referida a los factores de estrés vinculados a cuestiones operativas.
En los últimos 30 años los productores agropecuarios argentinos tuvieron grandes avances en materia tecnológica, incorporando insumos y optimizando procesos. De modo semejante, en lo referido a la gestión. En materia organizativa, también hubo casos de éxito en integración horizontal y vertical. “Sin embargo, este relevamiento da cuenta que el tiempo disponible para realizar el trabajo, la carga de trabajo, la multitarea, las interferencias imprevisibles y la baja eficiencia productiva son vistos como factores amenazantes que potencialmente pueden generar estrés. Son oportunidades de mejora que hacen a la eficiencia de las empresas y a la calidad de vida de quienes allí trabajan”, advirtieron Centeno y Bitar.
Finalmente, resta una reflexión para los factores de estrés a los que menos del 33% de los encuestados les asignó alta calificación. “Aunque un análisis minucioso de cada factor demandaría varias páginas más, consideramos oportuno detenernos en tres factores: el aislamiento emocional; el sentimiento de vulnerabilidad y de pérdida de poder y, el aislamiento geográfico y social. En contraposición a lo que evidencian gran cantidad de publicaciones sobre lo que ocurre en otras partes del mundo, en nuestra investigación estos temas tienen baja preponderancia. Ello podría adjudicarse, en parte, a nuestra propia idiosincrasia de compartir unos mates y conversar. En el caso de Cambio Rural, ese socializar, integrando a las esposas e hijos, da indicios de ser un moderador muy importante ante el aislamiento y la pérdida de sentido”, remarcan los investigadores.