Podría ser el título de una oscura película de terror, y seguramente muchos lo puedan vivir como si la imaginaran, pero “El regreso de La Niña” es cada vez más una certeza según los pronósticos que se vienen cotejando y las observaciones que surgen del Pacífico.
De hecho, hay un dato estremecedor sobre ese océano: “El nivel de enfriamiento que se está proyectando ha sido pocas veces visto en los últimos 25 años”, remarca el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sobre el tema. Y hay dos elementos más en el guión que erizan la piel: La Niña está cerca, y al parecer llega con fuerza.
Los analistas aseguran que hay un 77% de probabilidad a favor de un evento “Niña” para octubre. Por lo cual se daría en el arranque mismo de la próxima campaña gruesa. Luego de un análisis sobre la información de los organismos internacionales de referencia, Alfredo Elorriaga, consultor de BCR, pone la lupa en el marcado enfriamiento que es “compatible con una Niña fuerte”.
De esta manera, en medio de nuevas tormentas y una notable recuperación de los cultivos –todavía está por dilucidar cuánto es el daño que causó la ola de calor-, se enciende la alarma por la falta de agua para el siguiente ciclo de granos gruesos (2024/25).
Así, con los datos actualizados a principios de marzo, la información es preocupante. Primero, la probabilidad de Niña versus la probabilidad de neutralidad es de un 77% a 20% cuando tres meses atrás era de 52% a 28%. Por lo cual, a medida que se acerca, se va consolidando el pronóstico.
Segundo, la evolución proyectada de la anomalía de la temperatura (superficial del mar) mostró en los últimos tres meses una congruencia en el sentido de evolución de este fenómeno. Cada mes, los modelos han calculado un mayor grado de intensidad de enfriamiento. La más reciente proyección para octubre es -1,56, valor que es indicador de una Niña de intensidad fuerte. Para encontrar un enfriamiento semejante hay que retroceder a fines del año 2007 y principios del 2008 cuando se registraron valores de -1,5 y -1,6. Otro caso es el ocurrido a finales de 1999 y principios del 2000, cuando la anomalía fue de -1,7.
El informe de la Bolsa rosarina remarca que para entender lo que puede suceder, deben destacarse 3 puntos estratégicos sobre la previsión que ya se conoce sobre el comportamiento del Pacífico para octubre de 2024.
Los modelos dinámicos y estáticos más reconocidos (26 en total) coinciden en un importante enfriamiento en octubre. La publicación de datos más reciente de la NOAA y el CPC de finales de febrero 2024 consolida aún más la tendencia mostrada por el seguimiento de los indicadores de escala global desde finales del 2023.
Vale aclarar que en el caso de los forzantes del Pacífico, los pronósticos tienen mayor certidumbre cuando se hacen entre junio y septiembre que cuando se hacen entre febrero y mayo. Aun así, la tendencia sostenida que han mostrado los resultados durante los últimos tres meses aumenta considerablemente la confiabilidad de las conclusiones.
¿Puede cambiar esta tendencia?
Con la sumatoria de datos que van orientando la mayor probabilidad al regreso de La Niña, cabe preguntar si puede haber en el medio un milagro, un inesperado que “la desvíe”. La respuesta del consultor Elorriaga es la siguiente: “En el 2023 hemos visto varios cambios en la intensidad del fenómeno Niño, que hemos ido publicando mes a mes. No se pueden descartar cambios; de hecho, hablamos de probabilidades. Pero sí es cierto que en el seguimiento que venimos haciendo en los últimos 7 años notamos que se produjeron cambios de intensidades, pero no hemos visto que una tendencia se revierta completamente”.
Sin demasiado margen entonces para evitar que “La Niña” toque la puerta, el interrogante siguiente será si el daño será inevitable, si las lluvias serán sí o sí menores a las históricas en Argentina.
“No, no es correcto porque hay otros eventos extra Pacífico que son muy importantes para Argentina, como la actividad del Atlántico y la humedad que recibe del Amazonas. Y después también están los efectos regionales o de escala corta que no pueden ser proyectados y son determinantes en que las lluvias estén por debajo o por encima de las medias mensuales. Por eso, una Niña NO es sinónimo de lluvias por debajo de lo normal para Argentina. Es muy importante resaltarlo porque el sector tiene muy presente el recuerdo que dejó la Niña del año pasado, una Niña que fue la tercera consecutiva y de efectos desastrosos para el agro. Es importante recordar que también hubo en el pasado reciente años Niña en que las lluvias no estuvieron por debajo de las medias en el semestre cálido”, enfatizó Elorriaga.
Y agrega: “Si bien los datos estadísticos van en ese sentido, por todo lo señalado es muy pronto para asegurar que el semestre cálido 2024/25 estará afectado por un evento seco, o de lluvias por debajo de la media. Es necesario esperar la evolución de los indicadores del Pacífico y también las de las demás variables. Aun con un evento Niña instalado, los forzantes extra Pacífico tienen potencial para modificar de una u otra forma los volúmenes pluviales, pero su comportamiento es mucho más dinámico y tiene una mayor variabilidad temporal que dificulta anticipar su presencia. Sin embargo, tampoco se puede dejar esto de lado y hay que ser precavidos. El nivel de enfriamiento que se está proyectando ha sido pocas veces visto en los últimos 25 años. Por eso es importante el seguimiento para acercarle al sector todas estas tendencias lo más pronto posible y el productor tenga todas las cartas a mano para ser lo más eficiente y estratégico posible con este escenario actual de lluvias”.
Por último, Elorriaga remarca que actualmente “las condiciones oceánicas y atmosféricas sobre el Pacífico siguen siendo consistentes con un evento ‘Niño fuerte’ que está disminuyendo gradualmente. La mayoría de los modelos de predicción de ENOS ratifican la continuidad del evento Niño hasta el otoño. Pero también muestran un rápido debilitamiento y una breve transición a la neutralidad durante el invierno”, destacó.