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Historias extremas de un gobierno extremo

El país volvió a ver a jubilados llorando porque les cortaron los remedios. El ajuste en el Pami expresa a Milei. La Iglesia de Córdoba se convirtió en antagonista y Llaryora sumó su crítica

Un jubilado llora en televisión y le pide al cronista que le ayude a completar el formulario porque necesita los remedios. Una mujer, cansada de trajinar de la clínica al Pami, se lamenta, entre llantos, de que ya no soporta el dolor que le provoca la artritis y que sin medicamentos no consigue ni siquiera dormir. Otro jubilado, desesperado, se rocía con combustible para prenderse fuego.

Historias al límite. Todas ocurrieron en Córdoba. Cada una es una tragedia personal pero, a la vez, colectiva. En los extremos, la vida es más vulnerable, frágil, y requiere de otro, de la ayuda, la asistencia y, sobre todo, de la humanidad de otro. Ya sea de una persona o de una institución. O de un Estado.

En un país que todos los días tiene reservada una sorpresa, el gobierno nacional decidió que ya no habrá cobertura del 100 por ciento para los jubilados que ganen más de 388 mil pesos, que al parecer es una exorbitancia. “Sólo el 10% de los jubilados es pobre”, dijoel ministro de Economía, Luis Caputo, para justificar una dosis más de motosierra para esa casta de privilegiados.

Javier Milei está a horas de cumplir un año en el poder y ha llegado considerablemente mejor de lo que podía imaginarse para un gobierno que padecía fragilidades estructurales de origen y que, aún así, aplicó las políticas que aplicó. Es más, puede decirse que está en su punto más alto. Hasta los analistas opositores lo admiten:si sigue así, es altamente probable que el Presidente gane las legislativas con comodidad y salga fortalecido para profundizar su modelo de país.

Hay datos que configuran el año de Milei. Están los positivos:inflación a la baja después del fogonazo de fin de 2023, un dólar que cae y que converge hacia el oficial, superávit a lo largo de todo el año.

Y también están los negativos:el consumo no se recupera porque los salarios están en el peor nivel en tres décadas, la economía no consigue tomar envión y hay sectores que miran el presente con angustia y el futuro con preocupación. La industria es un ejemplo. Las universidades, otro.

Pero además puede mencionarse una característica menos tangible, menos mensurable, pero igualmente presente. Es la concepción que el gobierno de Milei tiene sobre las personas, sobre el ser humano. Es una entidad que casi ha desaparecido del discurso político y público del oficialismo. Y que cuando apareció no fue precisamente en términos positivos. Ya es clásica la frase del Presidente que dice que la justicia social es una aberración y que el intento de alivianar aunque sea mínimamente las desigualdades es un crimen. Toda una definición. En el esquema del gobierno libertario, fanáticamente economicista, la dimensión humana pasa a un difuso y lejano segundo plano.

En ese sentido, no es una novedad absoluta. Ha habido otros gobiernos con rasgos similares -el de Carlos Menem, por ejemplo- pero divergían en la intensidad. Y en el regocijo. Pero además hay una diferencia de otro tipo:en la recepción de la sociedad. Esta vez, una porción importante de los argentinos toma las consecuencias del ajuste no como una derivación indeseada y transitoria sino como un acto de justicia. Si a otros les va mal, es porque se lo merecen. Es un razonamiento que se ha escuchado extensamente este año.

Ante esa cosmovisión predominante en el gobierno y la desorientación de la oposición, que no logra articular un discurso ni una idea, no es casual que el acto de contradecir provenga de la Iglesia. Y si las historias dramáticas de jubilados que se vieron por estos días surgieron desde Córdoba, también el concepto de mayor potencia salió de la Iglesia cordobesa. El arzobispo Ángel Rossi declaró que si un jubilado tiene que optar entre comer y comprar medicamentos, lo que ocurre es una “eutanasia encubierta”.

El gobernador MartínLlaryora recogió el guante, en una provincia en que la palabra de la Iglesia es poderosa, y aportó una opinión igualmente crítica:“Es una decisión tremendamente mala. Totalmente desatinada en este momento con la crisis económica que vive toda la sociedad. Es increíble que hayan hecho un recorte de medicamentos de esa magnitud en este momento histórico, donde el 50% de nuestra sociedad está en la pobreza”.

Llaryora ha aumentado su nivel de diferenciación pública con el gobierno de Milei. En las últimas semanas ha aprovechado dos pasos en falso de la gestión nacional para ejercer el contraste. Uno fue la Ficha Limpia, que saldrá aprobada de la Legislatura provincial antes de fin de año mientras los libertarios acordaron con el kirchnerismo a nivel nacional para cajonearla hasta nuevo aviso. El otro fue el recorte en los medicamentos del Pami.

El gobierno provincial tiene medido que, si bien Milei se ha recuperado en las últimas encuestas, sus peores pérdidas las ha sufrido entre los mayores de 60 años. La “eutanasia encubierta”del Pami es probable que intensifique ese estado de opinión.

La contrarréplica de la oposición cordobesa a la postura de Llaryora se centró en la Apross, la obra social provincial a la que acusaron de aplicar un ajuste similar al del Pami. “De ninguna manera es verdad. Había dificultades de financiamiento en la Apross, pero ha ido mejorando y nunca hubo un recorte como el del Pami. Es más, se está tratando de mejorar las coberturas, dentro de lo posible”, indicaron en el Panal.

En los últimos días, para reforzar la línea de que la salud es una prioridad del gobierno provincial, el titular de Apross, Pablo Venturuzzi, mantuvo una reunión con las comunidades regionales del sur provincial -lo está haciendo en toda la provincia- para conocer de primera mano cómo está funcionando el servicio y de qué manera se puede mejorar. “La idea es estar más cerca de nuestros afiliados;es un pedido del gobernador”, dijo.

Llaryora también cumple un año de gestión el 10 de diciembre y en el gobierno creen que llegan al aniversario mejor de lo que podría haberse esperado. Porque invirtieron 800 millones de dólares en infraestructura en un contexto nacional de obras paralizadas, porque aplicaron un programa de fortalecimiento hospitalario en medio de la crisis de la salud nacional, porque desplegaron un programa de seguridad que incluyó una inversión en equipamiento y la puesta en marcha de las guardias urbanas en las principales ciudades. Sin embargo, más allá del análisis área por área, en el gobierno provincial destacan que pudieron construir y consolidar una idea de gobierno. “Le encontramos el camino a la gestión y la gente está valorando este modelo, que mantiene el orden fiscal pero que a la vez tiene mejores índices económicos y sociales que el promedio del país porque apuesta a que la presencia del Estado se sostenga”, indicaron.

A la hora del balance, cerca de Llaryora consideran que en la pulseada pública le ganaron en tres temas importantes el debate a Milei. El primero es industrial:el peronismo cordobés se adjudica haber evitado que el libertario cargara a la industria un 15 por ciento de retenciones, lo que la habría convertido en un sector directamente inviable en las condiciones actuales del dólar y la economía.

El segundo elemento es el de la economía naranja, que incluye los eventos masivos que organiza el Estado para dinamizar la economía.Milei los atacó al inicio de la gestión y los consideró como una muestra de la política despilfarradora. En el Panal señalan que los datos avalan que espectáculos de gran convocatoria reportan ganancias enormemente superiores a los gastos que demandan.

Hay un tercer factor en el que Llaryora cree que hizo la diferencia y en el que logró imponer su modelo:el de la obra pública. El gobernador sostiene que no es incompatible la disciplina fiscal con la inversión en infraestructura y que no habrá desarrollo si sólo se espera que el mercado construya las obras que son necesarias.

En el oficialismo cordobés admiten que Milei llega a 2025 bien parado pero señalan que el gobernador también y, sobre todo, que su discurso y su gestión son una apuesta no a las elecciones del año próximo sino a las de 2027, en un contexto en el que el modelo libertario ya se habrá desplegado por completo y habrá demostrado, si no cambia, sus limitaciones y sus inconsistencias más profundas.

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