“Milei repuntó en las encuestas por la aparición de Cristina en el PJ”, aseguró el gobernador, quien evaluó que la expresidenta es una figura que atrasa y que ya no tiene nada que aportarle al país. “Hay ciclos que se cumplen”, dijo.
Llaryora está genuinamente convencido de ese diagnóstico. Comsidera que si Cristina, que carga con el peso reciente de una condena a 6 años de prisión por corrupción pero que sobre todo es percibida por gran parte del electorado como la responsable principal de un modelo económico insostenible e inflacionario, sigue obturando cualquier posibilidad de renovación en el peronismo nacional, será un escenario propicio para el jefe de Estado. Aún falta una eternidad, pero actualmente el contrapunto Cristina-Milei es favorable al libertario.
En realidad, a los dos les conviene sostener ese antagonismo. A Milei para agitar el fantasma del kirchnerismo a nivel nacional, a Cristina para establecerse como la principal figura opositora y para explorar desde allí la posibilidad de ser candidata en la provincia de Buenos Aires, donde ella sigue teniendo poder de fuego y donde el presidente cosecha sus resultados más magros en términos de imagen. El argumento de la proscripción suena menos inverosímil para alguien que está en carrera, peleando, que para una presidenta retirada.
El problema de la estrategia de Cristina es para el resto del peronismo. Incluso para quienes se han diferenciado de ella. Porque su presencia en el escenario alimenta a Milei, principalmente en aquellos distritos genéticamente antikirchneristas como, por ejemplo, Córdoba. En una elección nacional, en la que se pondrá en juego el apoyo al Presidente, la aparición de Cristina potencia la figura de Milei como la contracara de esa corriente política.
En Córdoba, en el llaryorismo dan por descontado que los libertarios ganarán el año próximo. Tal como ocurrió alguna vez con Cambiemos, hoy la marca La Libertad Avanza tiene en la provincia un piso asegurado de 45 puntos. Milei podría alzarse de este distrito con 4, 5 o, incluso, 6 diputados, como llegó a conseguir Mauricio Macri.
¿Qué hará Llaryora en ese contexto? Para el gobernador, ni la estrategia ni el discurso se han modificado a pesar de que en los últimos dos meses la imagen de Milei no sólo se recuperó sino que se reforzó. El peronismo cordobés seguirá postulándose como un opositor al gobierno nacional. Pero un opositor no confrontativo porque, a la vez, quiere escaparle a cualquier asociación posible con el kirchnerismo.
Cerca del gobernador sostienen que así como Milei tiene un piso del 45 por ciento en Córdoba, también existe una franja de entre el 35 y el 40 por ciento que no lo quiere bajo ningún aspecto. De ese universo, un 8 o 10 por ciento puede identificarse con el kirchnerismo, mientras que el PJ cordobés irá por el resto. La aspiración, en el actual estado de cosas, es retener las dos bancas que pondrá en juego.
Ahí se abren dos escenarios:uno con Schiaretti y otro sinSchiaretti. El exgobernador es hoy el único que trasciende a la marca Hacemos. Mientras la fuerza política posee un caudal potencial del 28 por ciento, el exmandatario puede llegar a superar los 30 puntos. Sin embargo, tampoco le alcanzaría para ganar. Por lo tanto, nadie se aventura a verlo como candidato ni a pedirle que se la juegue.
Otra posibilidad que tienta a Llaryora es que Schiaretti se convierta en el referente nacional, con fuerte presencia en los medios, de la tercera vía que pareció comenzar a construirse en la elección de 2023. El gobernador especula que una opción al mileísmo y al kirchnerismo, con un discurso productivista, podría alcanzar entre 12 y 14 puntos en el país y mostrar un sendero de crecimiento de cara a 2027.
Schiaretti está haciendo recorridas pero aún tibiamente. Si al final se decide a protagonizar una opción nacional, Llaryora cree que su figura traccionará en Córdoba porque le evitará al oficialismo la dificultad que siempre ha padecido de encarar con argumentos netamente provinciales una discusión planteada en el plano federal.
Mientras tanto, Llaryora apuesta a seguir diferenciándose en la construcción discursiva y en la lógica de gestión. Cada vez que puede dice que al modelo de Milei le falta una concepción productivista y la visión de un Estado que no desaparezca sino que contribuya a generar desarrollo.
En los últimos días, el gobierno provincial envió a la Legislatura el presupuesto 2025 que apunta a expresar ese esquema que Llaryora describe discursivamente.
El proyecto está construido, dicen en el gobierno, como si no fuera a llegar desde la Nación ni un peso por fuera de la coparticipación. Ni para obras ni para la Caja de Jubilaciones.
Esos dos aspectos se están negociando en el Congreso nacional, donde también está en marcha la pelea por el presupuesto, pero en el oficialismo cordobés no le ponen demasiada expectativa a los posibles resultados. Hasta ahora, los libertarios han rechazado todos los reclamos de las provincias por más fondos;lo han hecho con tanta intransigencia que en la oposición sospechan cada vez más que, en realidad, a Milei le importa poco y nada la aprobación del presupuesto. Si el cálculo de ingresos y gastos es rechazado, podrá reconducir el anterior y obtener un enorme margen de discrecionalidad en el manejo de los recursos.
Llaryora diagramó su presupuesto como si Córdoba tuviera que arreglárselas por sí misma. Y, según señalan en el Panal, el proyecto expresa la idea que el gobernador postula para el país.
“Es un presupuesto equilibrado pero que a la vez nos va a permitir diferenciarnos en los hechos. Porque acá vamos a seguir con la obra pública. Hay 1.000 millones de dólares previstos para el año que viene y en 2024 vamos a terminar con 790 millones de dólares destinados a infraestructura;bastante mejor de lo que habíamos supuesto al principio. Nosotros mostramos un Estado en marcha, dinamizador, a pesar de la crisis y la recesión. Y sin resignar el superávit fiscal”, señalaron desde la Provincia.
La política cordobesa ha mantenido una dinámica similar desde que el peronismo está en el poder. El oficialismo suele sufrir derrotas contundentes en las legislativas nacionales de medio término, que parecen prefigurar un fin de época, pero que se diluyen después. Esta vez, la oposición parece haber puesto la mirada directamente en 2027 y haberle quitado trascendencia a la elección del año próximo.En parte por esa historia reciente, en parte porque 2025 representa sobre todo incomodidad.
Rodrigo De Loredo, jefe del bloque de diputados radicales y principal figura de la UCR provincial, está recorriendo la provincia no para el año próximo sino para el 2027. Lo dice expresamente. ¿Entonces las legislativas de medio término son una instancia para dejar pasar? De Loredo señala que no pero que la pelea central está más adelante. En realidad, el 2025 es un problema, sobre todo de ubicación. ¿Dónde estará el radicalismo?¿Irá con lista propia, con el riesgo de quedar tercero?¿Se aliará a Milei?Y en ese punto se abre otro interrogante:¿el propio Presidente querrá aliados o si está fuerte en Córdoba preferirá sumar diputados de su tropa propia antes que compartirlos con un partido al que no respeta ni en el que confía?
Luis Juez, socio de la UCR y de De Loredo, ya se posicionó como un aliado incondicional del libertario, aun antes de saber si Milei lo quiere o no a su lado.
Las últimas declaraciones de Juez expresan que la incomodidad opositora no sólo es con respecto al escenario nacional sino hacia adentro. El senador dijo en una entrevista periodística que ya le lleva 8 kilómetros de distancia a De Loredo en la carrera por la gobernación. “Yo vengo corriendo en serio”, disparó. No parecen ser palabras que describan un clima de paz y concordia. El radical trató de quitarle relevancia y salir por el lado del humor. Dijo que la unidad con Juez es inquebrantable;aunque no queda del todo claro si el líder del Frente Cívico piensa lo mismo.