La médica pediatra y neonatóloga Matilde Glineur Berne será reconocida hoy con el premio Julieta Lanteri en el Concejo Deliberante. La distinción se debe a su compromiso social, político y comunitario en defensa de la ampliación de los derechos ciudadanos. En diálogo con Puntal, la destacada profesional dijo que el galardón es una caricia al alma y aseguró que no piensa jubilarse, porque entiende que es a través de su profesión como puede ayudar al prójimo.
"No dejaría mi profesión porque es desde donde puedo ayudar al prójimo"
Lo dijo la médica neonatóloga y pediatra Matilde Glineur Berne, quien hoy será reconocida con el premio Julieta Lanteri en el Concejo Deliberante. Después de pasar dos veces por el cáncer, sigue atendiendo a sus pacientes
“Me tomó totalmente desprevenida. No se me ocurrió jamás que me pudieran hacer un reconocimiento por haber vivido. Porque lo mío es mi vida, no hay ningún mérito; viví, solamente eso. Me puse a pensar quién era Julieta Lanteri y vi que fue una médica, feminista y socialista y con esos puntos me siento absolutamente identificada, aunque soy un poroto al lado de ella (risas). Es una caricia al alma, una catarata de mimos”, admitió Glineur Berne.
-Llega en un momento especial de tu vida, porque cumpliste 70 años, tuviste que parar un poco por cuestiones de salud y ahora estás retomando la actividad…
-Sí, empiezo a retomar la actividad. Cumplí 70 años. Casi hasta esa edad no tuve nada, pero llegaron dos cánceres, complicaciones con el Covid y hace unas semanas me caí y me rompí la cadera, por lo que voy cuesta abajo en la rodada (risas).
-Pero no te jubilas…
-No. Uno no se jubila de vivir.
-De vivir no, pero por allí sí de ejercer la medicina, ¿lo hacés con la misma pasión que cuando arrancaste?
-Sí, totalmente. Estoy totalmente segura de que es lo que amo, que es lo que a mí me hace sentir viva y que es un lugar desde donde yo puedo colaborar con el prójimo. No dejaría mi profesión.
-Primero elegiste estudiar medicina y después la especialidad, ¿porqué neonatología y pediatría?
-Decidí estudiar medicina en el secundario. Fue la primera gran discusión que tuve con mi padre. Él se enojó muchísimo cuando decidí estudiar medicina porque era abogado, mi hermano estaba estudiando abogacía en Córdoba, mi mamá era contadora y mi cuñada, la esposa de mi hermano, también. Entonces, yo fui la oveja negra, porque era la única de la familia a la que se le daba por estudiar medicina. Cuando estuve en quinto año de la facultad me metieron presa y tuve que interrumpir mis estudios. Cuando salí, salí decidida a recibirme de médica, no quería otra cosa. Sin embargo, me echaron dos veces, mal echada, pero me echaron dos veces. Mi padre hizo juicios y los ganamos. Tuve que hacer un examen de actualización y pude volver a cursar. A pesar de todos esos reveces, siempre quise ser médica, aunque también decía que cualquier cosa menos pediatría. Cambié de opinión porque mi hija nació en la cárcel y me la sacaron cuando tenía 22 días de vida. Entonces no estuve con mi hija. El hacer pediatría fue una manera de acercarme a mi hija. Opté también por la neonatología porque los doctores Ingrid Waisman y Carlos Maina, fundadores de Neoclínica, me ofrecieron, en una época muy difícil para andar con un preso, cuando todavía estábamos en dictadura, hacer la residencia de neonatología. Fue en un momento en el que yo era como un dardo venenoso en la ciudad. Ellos me dieron la posibilidad de que yo me pudiera formar en una institución prestigiosa. Ellos me reconocieron y me dieron dignidad de persona y de médica. Voy a estar toda mi vida agradecida porque ellos me permitieron que me forme, lo que hizo que todo el colegio médico me reconociera y me respetara. Por eso no tuve discriminación en la ciudad, pese a lo duro que es Río Cuarto.
-Sobre todo hace 40 años…
-Todavía es duro, pero antes más. Mis padres me contaron que cuando yo estaba presa y ellos iban por la calle sus propios amigos se cruzaban de vereda para no saludarlos. Eso era Río Cuarto.
-¿Cuándo caíste presa y por qué?
-A mí me detuvieron en democracia, en junio de 1975, fue en la época de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), en el gobierno de Isabel Perón. Es por eso que estoy viva. La gente que cayó después del 24 de marzo de 1976 no llegó a la cárcel. Me metieron presa por pensar distinto. Yo militaba en un grupo que se llamó PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) con formación marxista-leninista. La militancia me llevó a la cárcel.
-Te tocó dar a luz en cautiverio, ¿cuándo fue eso?
-Mi hija nació en febrero de 1976. La cárcel de Córdoba ya estaba intervenida por la IV Brigada Aerotransportada del Tercer Cuerpo de Ejército. Entonces, teníamos muy pocas visitas del exterior. Yo parí en la Maternidad Provincial de Córdoba y volví a la cárcel con mi hija. Fui una bendecida, aunque el parto fue horrible, pude volverme con mi hija, cuando muchas compañeras no pudieron hacerlo. Son las mamás de esos niños que nosotros hoy todavía buscamos. A los 22 días de estar en la cárcel con mi hija, tuve la suerte de que mi madre entrara a verme. Fue ahí cuando le pude dar a mi hija en sus brazos para que, como yo había sido torturada, pudiera ser revisada por un médico de afuera. Después, se dio el golpe del 24 de marzo de 1976 y María Jimena, mi hija, no pudo volver más a la cárcel. Por eso digo que fui una bendecida y soy una agradecida, porque le pude dar mi hija a mi madre y siempre supe en el lugar en el que ella estaba, mientras muchas de mis compañeras tuvieron que entregarles sus hijos a cualquiera.
-¿Cuándo fue el reencuentro con tu hija en libertad?
-Fue cuando ella cumplía 4 años. Fue duro el reencuentro. Si bien María Jimena siempre supo que yo era su mamá, porque me iba a visitar a la cárcel cuando me llevaron de Córdoba a Villa Devoto (Buenos Aires), me veía a través de un vidrio, no había contacto físico, no me conocía la voz. Mi mamá la llevaba, la paraba en el locutorio y le sacaba la ropita para que yo viera cómo iba creciendo.
-Militaste desde joven y durante toda tu vida, ¿ eso te trajo problemas después de la dictadura para ejercer tu profesión?
-Milité en distintos lugares como el Frente Grande, en la Alianza y, después, con la llegada de Néstor Kirchner, me acerqué al proyecto que ellos propusieron. Es decir, yo adhiero al proyecto, no vengo del peronismo. Adhiero al proyecto que nos presentó Néstor y que después llevó adelante Cristina. Sigo con ese proyecto. Puede sonar feo lo que digo, pero estoy tan convencida de lo que pienso, de mis ideales, de que yo no lastimo a nadie, que no sé si tuve problemas. Siempre llevé adelante mi visión de que la patria es el otro, de que quiero un país inclusivo, vivible, donde podamos ser felices. Yo he peleado toda mi vida por eso y, si a alguien le molestó eso, está bien, le puede haber molestado, pero es su problema.
-¿Cómo ves la situación actual de la Argentina?
-Estamos en una situación muy complicada y creo que tiene solución, pero no con algunos de los actores actuales. Sigo apostando a Cristina y amo con todo mi corazón a Juan Grabois. Para solucionar los problemas lo que no podemos tener es miedo. No es tiempo de tibios, tampoco es tiempo de temerarios ni de luchas armadas, no planteo eso. Planteo que hay que ponerse los pantalones largos, dejar de estar de rodillas y pelear por las convicciones.
-¿Cuál fue la mayor satisfacción que te dio tu profesión?
-No puedo decir un momento exacto, porque la medicina tiene millones de momentos, pero no hay nada más maravilloso que traer un bebé a la vida. En 38 años recibí a muchísimos bebés, pero la magia del nacimiento se da todos los días y son momentos de extrema felicidad.
-¿Qué fue lo peor?
-El destrato es terrible y yo lo he sufrido, pero eso no es lo que más me molesta. Lo más terrible, por lo menos en mi especialidad, es la muerte de un bebé. Mucha gente dice “los médicos están acostumbrados”, pero cómo te vas a acostumbrar a que se muera un bebé.
-Has estado dos veces con cáncer, ¿cómo te encontrás en este momento?
-Yo ya me puse en remisión (risas). Estoy en la tercera etapa de la quimio, que es una inyección que me ponen en la panza cada 21 días hasta noviembre, pero la otra parte fea ya pasó y estoy muy bien. El médico me dijo que esta etapa que estoy pasando es preventiva. En el medio, me quebré la cadera, pero también me di el alta (risas)… no puedo estar sin hacer nada.