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Sin elecciones pero electoral

El 2022 estará atravesado por las construcciones de candidaturas. Schiaretti asumirá el control del PJ para conducir el proceso de su sucesión. En Río Cuarto, Llamosas también pretende conducir el peronismo y empezar con su proyección provincial

El 2022 será un año particular. No sólo porque estará configurado por la crisis económica, la negociación con el FMI y el coronavirus que se resiste a capitular, sino porque, aunque no hay elecciones en el calendario, lo atravesará la especulación electoral.

Al menos en Córdoba se aplicará aquel concepto ya clásico de la campaña permanente. Y el protagonista principal será, aunque no puede ser candidato a la reelección el año próximo, Juan Schiaretti, interesado especialmente en conservar el poder hasta el último minuto y, en consecuencia, su capacidad de decisión dentro del universo del peronismo cordobés.

Los riocuartenses tuvieron un ejemplo elocuente hace pocos días. El lunes, en pleno enero, el gobernador desembarcó en la ciudad con un paquete de anuncios que incluyó la urbanización de cuatro sectores populares, la pavimentación de Costanera Norte y la construcción del Polo Tecnológico por un total de casi 1.500 millones de pesos.

Schiaretti actuó como si la campaña no hubiera terminado en las legislativas. Hay dos aspectos coexistentes del escenario electoral a los que el gobernador les presta especial atención. Uno es interno; el otro, externo.

El externo pasa por la elección que viene de hacer Juntos por el Cambio y que implica un riesgo con fundamento para el 2023. El segundo factor, el interno, contiene un doble desafío: cómo hacer para instalar un candidato competitivo sin que, a la vez, llegue tan cómodo como para soltar amarras y declarar su independencia.

El mandatario pretende seguir siendo el dirigente más gravitante del peronismo. Por eso a partir de marzo -las internas están convocadas para el 27- se pondrá al frente del Partido Justicialista de manera directa y no delegada como ha venido ocurriendo hasta ahora. Desde allí -los cargos en los partidos políticos son irrelevantes hasta que dejan de serlo- comandará el proceso que buscará instalar en 2023 a un sucesor que continúe la larga marcha del peronismo cordobés en el poder.

Desde ese lugar en el PJ se podrán definir las alianzas y los tiempos, las internas o los acuerdos pero, fundamentalmente, pesará el componente simbólico de la asunción formal como jefe-conductor.

En Hacemos por Córdoba señalan que el único cargo que no se discute es el de Schiaretti; de ahí para abajo, todo puede ser posible. ¿Qué pasará en Río Cuarto, que arrastra largos años de un peronismo que prorroga los mandatos y no se somete a internas ni a cambios?

En el gobierno municipal pretenden replicar en la ciudad lo que ocurrirá a nivel provincial. Consideran que el conductor del peronismo riocuartense tiene que ser el intendente Juan Manuel Llamosas, que también tiene un doble reto: cómo transitar hasta el fin del mandato con la menor mengua posible en su caudal de poder y, a la vez, cómo proyectarse él mismo en el escenario provincial. Cerca del intendente consideran que no son procesos paralelos sino complementarios: si Llamosas crece en la provincia, el ordenamiento irá derramando hacia abajo.

La conducción del partido debería ejercer, especulan, la misma función que en el caso de Schiaretti. La diferencia es que, en Río Cuarto, hay algunos grupos políticos que vienen reclamando una interna. En el Palacio le quitan peso a esa posibilidad:“Todos amagan pero muchos son funcionarios de Juan Manuel. ¿Qué van a hacer?¿Desafiarlo?¿Romper el acuerdo? Todo se va a acomodar”.

Cerca del intendente sostienen que el 2022 es un año eminentemente de construcción política. En los hechos, Llamosas necesita un proceso de dos pasos:primero, afianzar su figura no solamente en Río Cuarto sino en el sur, como conductor de ese espacio político-geográfico;en segundo término está el salto provincial.

En el gobierno local coinciden con el criterio que viene planteando el schiarettismo:los intendentes peronistas crecerán y tendrán chances provinciales solamente si afianzan sus gestiones municipales, si hacen obras que consoliden la imagen positiva en su propio territorio y, además, si al menos algunos de sus ejes de gobierno son potencialmente replicables a nivel provincial. La posibilidad de replicar una acción puede ser un activo en términos de publicidad político-electoral.

Llamosas duplicó el presupuesto de obras públicas, precisamente, con ese objetivo en mente: en su electorado y en el potencial electorado provincial.

En el llamosismo aseguran que el intendente pondrá en marcha una serie de acciones para reforzar su gobierno y, a la vez, para intentar un proceso de instalación a nivel provincial. Ese ensayo disparará a la vez interrogantes internos: cómo se manejará el gobierno cuando Llamosas deba recorrer la provincia, en quiénes descansará la gestión diaria, cómo se ordenará el elenco de secretarios, muchos de los cuales alimentan sus propias apetencias de candidatura.

La alternativa de instalación provincial depende de Llamosas y sus resultados, por supuesto, pero también contiene un componente que no hay que perder de vista: el intendente necesitará una validación del schiarettismo para convertirse en uno de los posibles sucesores. Hubo un primer indicio en esa dirección, al menos en el sentido de que Schiaretti hace jugar a Llamosas en su esquema. A fines de 2021, el intendente apareció en medios provinciales anotándose como posible candidato a gobernador y -ese punto es relevante- mencionando la posibilidad de dirimir las candidaturas en una interna. Llamosas dijo que son un ejercicio sano, al que no hay que temerle.

Es verdad que en las últimas elecciones las internas terminaron siendo instancias de potenciación de candidatos, como ocurrió en Córdoba. Entonces, la máxima de que hay que evitar las competencias internas porque debilitan quedó, al menos, en entredicho.

Pero la posibilidad de una competencia en el PJ provincial también puede entenderse como una advertencia dirigida principalmente a Martín Llaryora, intendente de Córdoba, de que no tendrá el camino despejado hacia la candidatura y de que la estructura provincial podría no estar necesariamente de su lado.

El 2022 no sólo será un año en el que los posibles sucesores buscarán instalarse. Además, Hacemos por Córdoba está en plena configuración del perfil político que llevará a las próximas elecciones. Se habla desde la creación de un Partido Cordobés, que incorpore a nuevos actores, a una alianza con un sector del macrismo.

El peronismo se encuentra ante el desafío de reconstruirse para conservar el poder.