Luego de una muy mala campaña de trigo, que tuvo una caída en la superficie sembrada, apoyada en los pronósticos de La Niña que observaban los productores, escasas reservas de agua en los suelos y dificultades en el mercado, el ciclo dio la vuelta y está a punto de volver a empezar, aunque ahora el clima parece haber cambiado la perspectiva, al menos en algunas zonas; no así en la zona núcleo donde las lluvias siguen siendo pocas y las reservas, nulas.
De todos modos, esta semana comenzó a correr una versión sobre posibles anuncios que se harían desde el Ministerio de Economía para tratar de impulsar una mayor siembra del cereal este año y empezar así a recuperar superficie. Incluso muchos señalaron la posibilidad de que se trate de quitas de retenciones dado que buena parte de la campaña pasada fue comercializada y no sería mucha la resignación de recursos para el Gobierno. Eso quedaría para la próxima gestión.
Mientras tanto, la próxima campaña de trigo se posiciona como una posibilidad para el sector agropecuario de dar vuelta la página respecto de la sequía, que causó un desastre productivo en la producción del cereal, ya que las primeras estimaciones hablan de una expansión en el área a sembrar del 10% respecto del ciclo anterior.
Así, la campaña 2023/24 de trigo podría expandirse en 600.000 hectáreas respecto de la 2022/23, y pasar de 6,1 a 6,7 millones de hectáreas, según previsiones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), superficie que, al mismo tiempo, se ubicaría en un 4,7% por encima del área promedio de las últimas cinco campañas.
"De concretarse dicha proyección, la superficie esperada para la campaña 2023/24 sería, junto a la campaña 2021/22, la segunda más alta de los últimos 22 años", aseveró el informe de la BCBA.
No obstante, aclaró que "dicha proyección de superficie queda supeditada a las precipitaciones registradas durante las próximas cinco semanas y la recuperación de las reservas de humedad y en los primeros centímetros del perfil que permitan concretar los planes de siembra".
La concreción de ese hectareaje "depende mucho del clima de acá a 20 de mayo", dijo el presidente de la Asociación Argentina del Trigo (Argentrigo), Miguel Cané.
"La realidad es que no ha llovido lo que se esperaba y hay muchas zonas que están con perfiles secos. El sur puede esperar para sembrar más tarde, el norte si no le llega el agua para el 20 de mayo va a ser difícil que la gente se largue", dijo Cané.
"Voluntad de sembrar trigo me parece que hay, para tomar revancha de la seca y como cultivo que genera renta o ingresos para fines de año", indicó el dirigente empresario.
La pasada campaña de trigo concluyó con un "desastre productivo", como consecuencia de la conjugación entre una fuerte sequía (la "peor de la historia", según el Gobierno) y heladas tardías que supieron darle la estocada final a un cultivo que ya venía con una fuerte merma en los rindes.
Así, la cosecha arrojó una caída del 45%, equivalente a 10 millones de toneladas hasta las 12,4 millones, mientras que las pérdidas económicas fueron calculadas en US$ 4.000 millones. Ya con la finalización del fenómeno climático de La Niña, que supone menores lluvias al promedio para nuestro país, afectándolo de manera consecutiva durante tres años, a mediados de abril comenzó a producirse un proceso de regularización de las precipitaciones para recomponer los niveles de agua en los suelos.
Para poder encarar la nueva campaña de trigo, se estimaba la necesidad de que caigan entre 250 y 300 milímetros, pero en algunas zonas eso todavía no sucedió.