Ricardo “Tito” Vecchio sabe de necesidades, de olvido y angustias. Tras una infancia dura, marcada por el abandono, supo sobreponerse y tener una mirada positiva de la vida. Hoy este camionero radicado en Huanchilla se ocupa de hacer campañas para ayudar a comunidades aborígenes postergadas del norte argentino.
En cada viaje que hace con el camión cargado de harina lleva además donaciones que se encarga de juntar durante semanas. Allá en el norte, en Santiago del Estero, lo esperan ansiosos familias que necesitan desde comida hasta ropa o algún juguete para los chicos.
Pero una anécdota por él transmitida es el fiel reflejo de ese espíritu solidario. Cuenta Ricardo que hace un tiempo atrás, llegando al norte, se encontró con Julián, un hombre de la comunidad toba que tenía a su hijo internado en el hospital de Santiago, pero no se animaba a visitarlo porque le daba vergüenza no tener calzado.
“Andaba con unas zapatillas todas rotas, con los dedos afuera. Me dice que le daba vergüenza ir así. Me preguntó si yo tenía algún calzado en desuso. Justo me había comprado un par de zapatos en Bolivia y le dije: ‘Si te van, te los regalo’ y se los di. Yo no los había usado todavía. Desde ese día mantuvimos comunicación y siempre me mandan mensajes o me cuentan cómo la están llevando”, comenta Ricardo a Puntal.
Oriundo de Morón, Buenos Aires, pero radicado desde hace ya varios años en Huanchilla, este trabajador del volante relata que su vida no fue fácil, pero aclara no tener resentimientos y hasta haber perdonado a su madre por lo vivido de niño. “Soy hijo de padres separados. Cuando tenía unos 5 años mi mamá me abandonó en un tren. Mi infancia fue muy dura. Me encontró mi hermano, que tenía en ese momento unos 15, muy lejos de mi casa, por Carlos Casares. Creo que lo puso Dios en el camino. Pero yo la perdoné a mi mamá”, precisa.
Marcado por esta y otras tantas situaciones, entre ellas haber sido llevado a un reformatorio por su madre en su juventud, “Tito” empatiza con aquellos postergados del norte. “Mi mamá me llevó al reformatorio, me acuerdo que le gritaba que no me dejara ahí. Veía que llegaba gente esposada y yo no había hecho nada”, detalla.
Fue a través de su padrino y buscando escapar de una situación difícil que llegó a La Carlota, primero de visita. “En un baile conocí a mi señora”, indica en referencia a quien hoy es su mujer, Mariana Sánchez. “Agradezco a Dios que la haya puesto en mi camino. Con ella tengo una familia hermosa. Cuatro hijos y tres nietos. A nosotros no nos falta, pero tampoco nos sobra. Pero yo siento mucha satisfacción ayudando a esta gente que no tiene nada. Si usted viera...”, dice Ricardo.
“En la estación de servicio de Sáenz Peña, o allá en Resistencia, están los tobas vendiendo artesanías. Yo siempre les compro cositas para regalar acá en Huanchilla y me hice amigo de ellos”, señala. A partir de aquel hecho de la falta de calzado de un papá comenzó “Tito” a involucrarse con las necesidades de esta comunidad. Hoy, y cada vez que viaja, lleva una carga de donaciones.
“Hasta ese momento no me había dado cuenta. Ellos me pidieron si podía juntarles ropa y así comencé reuniendo ropa, mercadería. La gente de acá me colaboró muchísimo. Ahora allá se juntan y me esperan”, resalta.
Ricardo se encarga de juntar las donaciones de Huanchilla, Adelia María, La Carlota y hasta Laboulaye. También colabora con él el Roperito municipal de su localidad. Y con la autorización de su patrón, Roberto Gil (de Alejandro Roca), las traslada junto a las cargas que transporta. “Si no fuese por la bendición de él no podría llevar esas cosas en el camión”, destaca.
En cada incursión Ricardo se topa con una historia de necesidad y abandono. “Una vez fui a un lugar y me encontré con una nenita ciega, me provocó tanta angustia. Al viaje siguiente le llevé juguetes, calzados. La alegría que tenía esa nena paseando un carrito con las muñecas. Todo eso me hace feliz, cuando llego dicen: ‘Ahí llega el ‘Tito’ de Córdoba”, expresa emocionado Ricardo.
Aclara que las donaciones las entrega personalmente y evita los intermediarios “porque siempre se quedan con algo”.
Por estos días “Tito” está de vacaciones, pero sigue recibiendo mensajes de algunos de sus contactos de la comunidad toba que le piden que les lleve ayuda. “Cuando vuelva a ir tengo muchas cosas por llevar”, adelanta Vecchio.
Quienes quieran sumar su colaboración pueden contactarse con el camionero a través de su Facebook: Ricardo Vecchio.
Patricia Rossia
Redacción Puntal
Pero una anécdota por él transmitida es el fiel reflejo de ese espíritu solidario. Cuenta Ricardo que hace un tiempo atrás, llegando al norte, se encontró con Julián, un hombre de la comunidad toba que tenía a su hijo internado en el hospital de Santiago, pero no se animaba a visitarlo porque le daba vergüenza no tener calzado.
“Andaba con unas zapatillas todas rotas, con los dedos afuera. Me dice que le daba vergüenza ir así. Me preguntó si yo tenía algún calzado en desuso. Justo me había comprado un par de zapatos en Bolivia y le dije: ‘Si te van, te los regalo’ y se los di. Yo no los había usado todavía. Desde ese día mantuvimos comunicación y siempre me mandan mensajes o me cuentan cómo la están llevando”, comenta Ricardo a Puntal.
Oriundo de Morón, Buenos Aires, pero radicado desde hace ya varios años en Huanchilla, este trabajador del volante relata que su vida no fue fácil, pero aclara no tener resentimientos y hasta haber perdonado a su madre por lo vivido de niño. “Soy hijo de padres separados. Cuando tenía unos 5 años mi mamá me abandonó en un tren. Mi infancia fue muy dura. Me encontró mi hermano, que tenía en ese momento unos 15, muy lejos de mi casa, por Carlos Casares. Creo que lo puso Dios en el camino. Pero yo la perdoné a mi mamá”, precisa.
Marcado por esta y otras tantas situaciones, entre ellas haber sido llevado a un reformatorio por su madre en su juventud, “Tito” empatiza con aquellos postergados del norte. “Mi mamá me llevó al reformatorio, me acuerdo que le gritaba que no me dejara ahí. Veía que llegaba gente esposada y yo no había hecho nada”, detalla.
Fue a través de su padrino y buscando escapar de una situación difícil que llegó a La Carlota, primero de visita. “En un baile conocí a mi señora”, indica en referencia a quien hoy es su mujer, Mariana Sánchez. “Agradezco a Dios que la haya puesto en mi camino. Con ella tengo una familia hermosa. Cuatro hijos y tres nietos. A nosotros no nos falta, pero tampoco nos sobra. Pero yo siento mucha satisfacción ayudando a esta gente que no tiene nada. Si usted viera...”, dice Ricardo.
“En la estación de servicio de Sáenz Peña, o allá en Resistencia, están los tobas vendiendo artesanías. Yo siempre les compro cositas para regalar acá en Huanchilla y me hice amigo de ellos”, señala. A partir de aquel hecho de la falta de calzado de un papá comenzó “Tito” a involucrarse con las necesidades de esta comunidad. Hoy, y cada vez que viaja, lleva una carga de donaciones.
“Hasta ese momento no me había dado cuenta. Ellos me pidieron si podía juntarles ropa y así comencé reuniendo ropa, mercadería. La gente de acá me colaboró muchísimo. Ahora allá se juntan y me esperan”, resalta.
Ricardo se encarga de juntar las donaciones de Huanchilla, Adelia María, La Carlota y hasta Laboulaye. También colabora con él el Roperito municipal de su localidad. Y con la autorización de su patrón, Roberto Gil (de Alejandro Roca), las traslada junto a las cargas que transporta. “Si no fuese por la bendición de él no podría llevar esas cosas en el camión”, destaca.
En cada incursión Ricardo se topa con una historia de necesidad y abandono. “Una vez fui a un lugar y me encontré con una nenita ciega, me provocó tanta angustia. Al viaje siguiente le llevé juguetes, calzados. La alegría que tenía esa nena paseando un carrito con las muñecas. Todo eso me hace feliz, cuando llego dicen: ‘Ahí llega el ‘Tito’ de Córdoba”, expresa emocionado Ricardo.
Aclara que las donaciones las entrega personalmente y evita los intermediarios “porque siempre se quedan con algo”.
Por estos días “Tito” está de vacaciones, pero sigue recibiendo mensajes de algunos de sus contactos de la comunidad toba que le piden que les lleve ayuda. “Cuando vuelva a ir tengo muchas cosas por llevar”, adelanta Vecchio.
Quienes quieran sumar su colaboración pueden contactarse con el camionero a través de su Facebook: Ricardo Vecchio.
Patricia Rossia
Redacción Puntal