Con una historia familiar vinculada a la construcción desde hace más de siete décadas, Huga representa la evolución de un legado. El abuelo de Martín dirigió obras emblemáticas en la provincia, como la planta de Fiat y la de Renault. Hoy, esa experiencia toma una nueva forma bajo el liderazgo de la cuarta generación: una empresa que combina industria, software y visión global.
Huga no se limita a construir viviendas; lo hace desde una lógica completamente distinta a la tradicional. En lugar de depender de mano de obra en obra, plazos extendidos y múltiples contratistas, la empresa diseña, produce y entrega módulos habitacionales completamente terminados desde su planta en el Parque Industrial Ferreyra, listos para ser instalados en cualquier punto del país o del extranjero en tan solo 24 horas.
“Seguimos construyendo como hace dos siglos, y eso es inviable”, señaló Martín en Punto a Punto. Para él, la solución pasa por industrializar el proceso, de la misma manera que ocurrió con otras industrias como la automotriz. “Lo que lleva un día en la fábrica equivale a lo que tarda un metro cuadrado en obra. Esa ineficiencia la termina pagando el usuario final”, remarcó.
Una de las claves de esta transformación está en el uso de software propio, que permite monitorear cada etapa de la producción en tiempo real. Con estos datos, el sistema puede detectar desvíos de productividad, fallas de ejecución o materiales desperdiciados. “La idea no es solo controlar, sino aprender de cada proyecto y mejorar continuamente”, explicó Martín.
El material elegido para las viviendas es el hormigón armado, debido a su resistencia, durabilidad y adaptabilidad a diversos climas. Las unidades construidas por Huga han superado pruebas extremas como huracanes y tornados. Pero más allá del producto, lo disruptivo es el modelo: una estructura industrial escalable, pensada para ser replicada a nivel global.
Actualmente, la planta de Córdoba tiene capacidad para producir 300 casas por año, aunque la proyección es cuadruplicar esa cifra en el corto plazo. La meta no es solo crecer en volumen, sino también transformar la experiencia de quienes construyen su primera vivienda. “Mucha gente sufre el proceso de construir. Nosotros queremos eliminar esa carga emocional, que una persona pueda elegir el lugar donde quiere vivir y que su casa esté lista en 24 horas”, afirmó Martín.
La propuesta ya generó interés en mercados como Canadá, donde comunidades alejadas como los pueblos originarios Cree deben esperar meses para acceder a una vivienda por razones climáticas y logísticas. En ese contexto, Huga se presenta como una alternativa viable, rápida y adaptable a condiciones extremas. La clave está en el uso de materiales universales: cemento, hierro y áridos, lo que facilita su implementación en cualquier lugar del mundo.
Lejos de pensar su tecnología como un producto cerrado, la empresa apuesta a compartir su modelo. “Estamos abiertos a que cualquier empresa del mundo lo replique. Les transferimos el conocimiento y los acompañamos en la implementación. Queremos que esto escale, que se multiplique”, señaló Martín, quien además se desempeña como docente universitario y promueve la formación de equipos comprometidos con la innovación.
Mientras sus casas modulares ya están listas para ser instaladas en puntos tan diversos como Ushuaia, Paraguay o incluso Alaska, la empresa deja un mensaje claro: la revolución en la construcción ya comenzó, y se está gestando desde el corazón productivo de Argentina