Rostros y Rastros Alejandro Rozitchner | cambio | tiempo

Qué ponemos en juego desde el momento en que pensamos cambiar de vida

El filósofo Alejandro Rozitchner expone su mirada ante los procesos de cambio por los que pasan las personas. Analiza esas faltas, o agujeros, que siempre tenemos en algún ámbito de la vida, los excesos de entusiasmo que generan falsas expectativas y vivir más liviano para contrarrestar el mundo.

Seguramente conoces o leíste sobre personas o familias que lograron un cambio de vida, o así lo manifiestan. Están los que patearon el tablero y de la oficina se fueron al medio del Caribe, están los que, más cautelosos, buscaron trabajo en el extranjero y se fueron con al “seguro”, están quienes vendieron todo y se fueron a recorrer el mundo, los que finalmente tomaron la decisión de separarse y terminar con relaciones insanas, los que se animaron a vivir juntos para emprender un camino junto al otro.

también es seguro que luego de conocer estas historias pensaste cuan loable todo, que gran paso, yo cómo cambiaria mi vida, por qué no me animo, en fin, muchas otras preguntas más de las que buscaste su respuesta hasta en Google, como yo que encontré 23 pasos para cambiar de vida. Sí, señor, aquí se los comparto casi como una receta de budín de naranja.

Estos son; 1) conocerse a uno mismo, 2) encontrar un propósito en tu vida, 3) hacerlo por uno mismo y tener metas genuinas, 4) tomar la decisión de cambiar con 800 gramos de voluntad estará bien, 5) planificar el cambio con pequeños objetivos, 6) tener en cuenta las metas a corto plazo, 7) salir de la zona de confort, 8) no tener miedo a la incertidumbre, 9) ser consciente de que puede haber tropiezos, 10) automotivarse, 11) no te compares con nadie más, 12) no hacerle caso a las opiniones de los demás, 13) pensar en la recompensa, 14) quererse a uno mismo, 15) ser realista, 16) desafiar tus creencias limitantes, 17) ser responsable de tus decisiones, 18) no victimizarse, 19) buscar ayuda en mano sinceras, 20) no perder de vista el presente, 21) aprovechar el cambio para aprender, 22) practicar el desapego y 23) aprende a gestionar las emociones.

Muchas si no todas podrían ser válidas a la hora de pensar en un cambio, pero también pienso que la mayoría de ellas me llevarían dos años de terapia cada una.

Sin bajar los brazos, mi investigación sigue y algunas respuestas un poco más reales estaban en mi casilla de Gmail. Puntualmente en el newletter de Alejandro Rozitchner y uno de sus talleres; “Cambiar de vida”.

En diálogo con Rostros y Rastros, el filósofo y escritor argentino nos cuenta qué cosas interfieren en un proceso de cambio.

-¿Es posible cambiar de vida?

-La respuesta es no. Yo creo que no es posible cambiar de vida, uno siempre se lleva lo que es consigo mismo, se lleva la manera de encarar las posibilidades que se nos presentan. Ahora bien, no cabe duda que si me voy a un país donde mi actividad es más visible, o más demandada, me va ir mejor. En mi taller “Cambiar de Vida” no solo hablamos de irse del país, sino también de separarse, juntarse, empezar un proyecto, trabajar en otra cosa. Por lo que todos esos cambios nos harán cambiar eso que ya no queríamos, pero a donde uno va, lleva consigo lo que uno es. Lo que propongo es pensar qué nos pasa, entender que nos pasa, tratar de respondernos a las preguntas qué querés, qué es posible y qué no.

-¿Nos vamos auto-motivando en la medida que pensamos las consecuencias positivas de ese cambio?

-Tanto el exceso como la falta motivación pueden interferir en el proceso de cambio, y aunque algunos piensen que el exceso de motivación es positivo, puede provocarnos expectativas demasiado altas en el proceso de cambio, lo que puede llevar a la frustración. Ser consciente de nuestras emociones y aprender a gestionarlas es un factor determinante en la transformación personal.

- Pretender cambiar de vida es algo que idealizamos

-Idealizamos ese paso que vamos a dar. Creo que hay algunas ideas que pueden ayudar a aclarar qué pasa en esos momentos de cambios. Ahí aparece el agujero que siempre hay, siempre está, el agujero no lo cierra nada. Algunas preguntas que podemos hacernos serían ¿es idealista ese cambio deseado, va en el sentido de lo posible o busca algo que no hay? ¿Es una idea o un impulso? ¿Es una exploración o ya una conclusión? ¿Cabe un hacer paulatino o es necesario un corte?

-Nunca podemos estar 100% bien, siempre en algún ámbito de la vida algo nos falta

-La vida es intensa, inevitablemente. Puede serlo para el lado de la satisfacción o para el del padecimiento, pero de la intensidad no te salvás. El punto es que es un mix, nunca es totalmente satisfactoria o totalmente lamentable, ninguna vida tiene solo placer o solo lamento, pase lo que pase, está el agujero. Es un lacanismo: lo imposible. Algo no cierra, siempre hay algo que no va. Lo leí en un twit, a este buen ejemplo (lo dice una mujer): cuando aparece el príncipe azul no era el tono que buscábamos. En la escena general de la propia vida hay un “no se puede”. El agujero, dicen, no hay manera de cerrarlo. Pero sí se puede hacer algo con eso. Darle un sentido porque solución no hay, y cada uno tiene que encontrar su manera de vivir pese a eso.

-Usted dice, cuando habla del imperfeccionismo, que las cosas más importantes no son decisiones propias.

-Es así. Uno como persona no decide todo en la vida, uno no decide qué desear, no decide si le gustan los hombres o las mujeres o ambos, no decide de quién se enamora, todas las cosas más valiosas de uno son cosas no decididas, no todo depende de la voluntad de YO, de la decisión, sino que la voluntad tiene que estar dedicada a permitir que las cosas pasen.

-La gente que tiene una constante actitud de diversión y humor lleva adelante una inocencia de un disfrute superficial, liviano, útil para arrastrar el pesado carro del mundo.

-Personalmente, este tiempo de pandemia, ¿cambió su línea personal de pensamiento?

-No, para nada, sí he logrado disfrutar mucho más de mi departamento con todo lo que la virtualidad pudo ofrecer.

-Cree que fue un tiempo de introspección para muchos

-Creo que todos nos vimos dentro de casa mucho tiempo y ahí descubrimos, sobre todo las parejas y familias, que nos llevábamos bien con cierta ausencia. Para muchos fue un tiempo muy bueno, para otros no tanto.

Por Fernanda Bireni