El nuevo milenio comenzó en Argentina con los cortes vacunos ubicados en un lugar muy destacado de la dieta nacional: según las estadísticas, en el año 2000 cada habitante consumió 64,9 kilos anuales, lo que representaba casi el 65% de la proteína animal incorporada a los platos. En total, cada uno comía 99 kilos de carne al año. Sin embargo, el último registro correspondiente al año pasado, muestra que hubo un fuerte recorte de la carne vacuna que llegó a los 47,8 kilos, aunque en paralelo mejoraron significativamente otras alternativas como el pollo y el cerdo y entonces el global de proteína animal consumido alcanzó casi los 110 kilos anuales.
Pero desde 2000 no fue todo pendiente para la carne roja, porque en 2009 la demanda fue importante, al igual que en 2008, y cada argentino comió en promedio casi 68 kilos al año. Es decir que desde ese momento hasta ahora -pasaron 12 años- la pendiente se agudizó con un derrumbe de 20 kilos. Y teniendo en cuenta que el total de proteína animal aumentó, creció fuerte la demanda de pollo y, en menor escala, la de cerdo.
Para el año 2000 cada argentino comía unos 26 kilos de pollo al año y hoy la cifra trepó a 45,8 kilos. El cerdo, por su parte, pasó en ese mismo período de 7,8 a 16 kilos.
Un trabajo de la Bolsa de Comercio de Rosario muestra que hubo “en el año 2015 un máximo en ingesta de proteínas animales con 116,16 kilos por habitante al año, apenas 100 gramos por encima del 2018. A pesar de ello, el consumo de carne bovina de ambos años se encontró por debajo de años anteriores, debido a que el 2015 finalizó con 58,9 kilos, mientras que el 2017 tuvo una ingesta promedio de 57,7 kilos.
En ese trabajo realizado por Alberto Lugones, Desiré Sigaudo y Emilce Terré, observan que “lo que ha habido hasta el 2018 es un reemplazo entre los tipos de carne donde la participación de la carne bovina dentro de las dietas locales fue disminuyendo paulatinamente”.
Y agregan: “Como contracara de estas variaciones, el consumo de la carne aviar y porcina fue ganando terreno casi de manera continua. En el caso de la carne aviar, ésta pasó de una participación del 26,8% en el consumo cárnico en el 2000, hasta cerrar el 2021 con una participación del 41,1%. Algo parecido sucedió con el cerdo, que pasó de representar el 7,9% del consumo cárnico a comienzos del milenio, para acabar el año pasado significando el 14,5% de las proteínas animales que ingieren los argentinos. Así, en poco más de 20 años el consumo de carne porcina casi duplicó su participación en el consumo total cárnico de Argentina, un hito sin dudas destacable”.
Finalmente, se destaca que desde el 2018 se presentó un descenso en el consumo de carnes en general, coronando el 2021 (109,5 kilos al año por habitante) como el peor año de consumo cárnico desde el 2014 (109,1 kilos). Además, el consumo de carne bovina per cápita fue el menor del que se tenga registro, observándose una ingesta promedio de 47,8 kilos. Esto se encuentra casi un 26% por debajo de lo que se comía en el año 2000 y un 19% menos que en el 2015.