El devenir cotidiano nos obliga a adaptarnos a ciertas exigencias y demandas del entorno, “tendemos a restringir nuestras acciones, formando hábitos de movimientos y de comportamiento, que se convierten en patrones motrices fijos y nos dificultan vivir fácilmente”, señala la invitación al Taller de Feldenkrais que vino a facilitar la docente Dagmar Blüthgen a nuestra ciudad la semana pasada y que se convertirá en un encuentro mensual en Río Cuarto.
"Nuestro accionar tiene un componente emocional, una sensación, un pensamiento y un movimiento"
La docente Dagmar Blüthgen habla del método Feldenkrais y la educación somática. Una práctica hacia una conciencia individual sobre el cuerpo mediante el movimiento
La publicación continua diciendo que “la mayoría de los problemas que nos llevan a buscar alivio al dolor corporal tienen su origen en la mecánica del movimiento. Es decir, en un funcionamiento neuromotor deficiente que produce desgaste, dolor o falta de vitalidad”.
Desde Rostros & Rastros hablamos con la profesional para conocer de qué se trata el Método Feldenkrais cuya práctica habitual permite mejorar la conciencia individual sobre el cuerpo mediante el movimiento y la atención consciente.
Dagmar Blüthgen se formó inicialmente en la danza y la expresión corporal. Desde allí empezó un recorrido con distintas prácticas y técnicas de movimiento, no solamente hacia la danza, sino “hacia la posibilidad de que todos pudieran sentirse capaces de moverse”, dijo. Lleva más de 35 años trabajando en este sentido, asegura que le “ha apasionado habilitar o buscar las herramientas para que todos puedan sentirse libres en la cualidad del movimiento”. Pas+o por bioenergía, desde terapias más conscientes, terapias de atención, de juego, de improvisación a través del movimiento, para llegar a este método con el que se identifica desde hace unos 20 años.
¿Qué es el método Feldenkrais?
Es una práctica que también la llamamos de autoconciencia a través del movimiento, porque es una práctica que nos enseña, nos da herramientas para prestar atención a cómo nos movemos, cuál es nuestra cualidad de acción. A partir de allí puede entenderse que uno va armando, a través de la vida, una postura y que la acción es la manera en que hacemos, es una mezcla de sentimiento, de sensación, de pensamiento y de movimiento. Y a través del movimiento podemos hacer grandes cambios en nuestros patrones de conducta rígidos que nos provocan dolor.
Abordas a distintos grupos de personas, según edades, por ejemplo…
No es lo mismo acompañar en el proceso del movimiento a un adolescente que a un adulto o a un adulto mayor, o a un deportista. A veces hago talleres muy específicos, por ejemplo, para músicos, o para deportistas. También está la consulta individual, suele ser una sesión en la camilla cuando hay algo muy puntual. Pero actualmente me gusta mezclar, cada clase te da la posibilidad de que cada uno saque lo que cada uno necesita para su vida. Y me gustan las mezclas, que venga todo tipo de personas que hacen un proceso individual. Porque en la clase cada uno va escuchando la consigna, la secuencia, con ojos cerrados, la persona realmente hace su proceso y toma lo que le sirve.
También está todo el sentir emocional detrás de esa contractura…
Claramente. Las clases son guiadas verbalmente. Las personas, cuando tenemos poca conciencia o mucho apuro, vamos armando una forma de movernos tal como se puede y también tiene que ver nuestro temperamento en cómo armamos esa forma. Te voy a dar un ejemplo que yo lo doy mucho en las clases, un auto por ejemplo que está desalineado, gasta mal las gomas. Entonces vos en la goma te podés dar cuenta que este auto no está alineado. El ser humano tiene la posibilidad de, si le enseñamos a percibirse y a tener herramientas, alinearse o buscar esa postura mejor, de menor fricción, y toda la corporeidad funciona mejor y se liberan las contracturas. En paralelo, la persona también puede tener un espacio donde trabajar terapéuticamente, indagando qué es eso que está atrás de esa gran contractura. Sin embargo la clase de Feldenkrais no se ocupa de eso, si bien sabemos que está, brindamos herramientas para que la persona se perciba, se escuche, funcione mejor y se sepa compensar o sepa hacer pausa.
¿Esa es la educación somática de la que se habla?
Es esa integración de la persona entera con todo su ser anímico, por eso hablamos de que la acción tiene un componente emocional, una sensación, un pensamiento y un movimiento. Y nosotros entramos a la persona sabiendo todo eso, pero entramos desde el movimiento.
Cuando somos niños, ¿tenemos esa consciencia más a flor de piel y luego la vamos perdiendo?
Todas las secuencias de movimiento que hacemos en la clase de Feldenkrais tienen que ver con ese primer año de vida del niño. El niño si tiene un buen contexto donde pueda desarrollar su sentido del movimiento, un sentido autónomo, no necesita que un adulto lo pare, lo siente o lo haga rolar, sino que necesita un adulto que lo deje desplegarse y moverse en el piso, obviamente cuidando su integridad, pero que permita que ese desarrollo del movimiento y del equilibrio ocurran. Y no se lo restrinjamos, porque es autónomo. Ahora, niños que tuvieron padres conscientes, que no lo apuraron en el estar de pie, es un niño que se crece con esa seguridad, con esa libertad de que fue conquistando el estar de pie. Es una conquista que está implícita en el ser humano, nos paramos los seres humanos porque es parte de nuestro ser humano estar de pie. Es nuestro destino. Ahora, cómo nos paramos en esa infancia nos va a marcar después en la vida.
Por Fernanda Bireni