La ecuación económica de los feedlots se encuentra en el peor momento en mucho tiempo, aún cuando los últimos dos años no fueron positivos. Sin embargo, los datos del informe mensual de la Cámara Argentina de Feedlots (CAF) muestran que por cada cabeza terminada, la empresa pierde unos 65 mil pesos antes de estimar el costo financiero. Por lo cual eso implica que por cada camión que sale cargado la pérdida se ubica entre los 2,5 y los 3 millones de pesos.
Pero a su vez, eso podría no ser lo peor. Cuando los empresarios del sector observan el contexto político y advierten las elecciones del domingo y los posibles cambios en algunas variables económicas que podrían avecinarse, imaginan que el resultado podría ser aún más gravoso.
Es que muchos de los costos, especialmente de la alimentación, están atados al dólar y descuentan que por allí podría venir algunas de las correcciones que los dos candidatos a presidente vienen insinuando hacia adelante.
“Hoy tenemos el costo de la materia seca en torno a los 115 mil o 120 mil pesos por tonelada y nadie espera para adelante que pueda bajar”, explicó Fernando Storni, presidente de la Cámara en diálogo con Tranquera Abierta.
Pero también, el costo de reposición está elevado ya que el precio de la invernada está por encima del novillo terminado. “Tenemos una relación compra-venta negativa”, sintetizó el directivo de la CAF.
Desde la Cámara explicaron que la compra del ternero tiene un valor de $1.200 por kilo y que a su vez cada kilo de engorde tiene un costo que oscila entre $1.100 y $1.200 según la tasa de conversión de alimentos. Finalmente, el precio al que se comercializa el novillo terminado por kilo está en torno a los $1.000.
En la Cámara de Feedlots estiman que ese valor final debería subir al menos 20% para equilibrar el actual esquema de costos. Para eso, debería mantenerse todo sin cambios.
Pero no todo es precio, sino que también apareció en las últimas semanas un temor en ascenso vinculado al abastecimiento de fibra, maíz y subproductos. Es que el proceso electoral y la incertidumbre alrededor de los resultados llevaron a quienes tienen stock de granos a esperar y no vender. Por lo cual resulta cada vez más difícil lograr fluidez en el abastecimiento, explicaron desde la entidad que reúne a los feedlots. En principio, esa incertidumbre que alienta la espera se explica por las expectativas de que pueda haber correcciones cambiarias o incluso medidas referidas a las retenciones. Si hay modificaciones en la política cambiaria o recortes o eliminación de los derechos de exportación el maíz podría tener un valor superior en pesos para el productor. Lo que a su vez no deja de ser una preocupación para los ganaderos que tienen en esos granos un costo central de sus empresas.
A su vez, cuando miran del otro lado de la cadena, observan que el consumo viene golpeado por la pérdida del poder adquisitivo de la población en general. De hecho, los últimos incrementos de la carne en la góndola mostraron una merma en las ventas y la preferencia por otras alternativas más económicas.
Ocupación en baja
El informe del encierre de vacunos mostró que actualmente hay un uso de la capacidad instalada en los feedlots del 65,5%, lo que representa un recorte de poco más de 4 puntos porcentuales con respecto a la medición del mes anterior. Es una tendencia lógica para la época del año en donde las lluvias ya empiezan a aparecer y muchos ganaderos optan por el engorde a campo.
De todos modos, el alerta también está en el horizonte porque muchas empresas comenzaron a no reponer deliberadamente las salidas que van ocurriendo por temor a la oferta de alimentos. En la Cámara aseguran que ya hubo rechazos a quienes quisieron enviar invernada a los feedlots en las últimas semanas.
De todos modos, el índice de reposición es de 0,71 y si bien explica que hay un proceso de vaciamiento, no se aleja de los valores típicos para esta época del año. De hecho, a la misma altura de 2022 ese índice era de 0,68.
“Esa dinámica tiene que ver con un momento del año de salida, que es lógico, y se contrapone con lo que pasó en septiembre, que debería haber sido un mes de salida de hacienda de los corrales y terminó aumentando un poco el stock movilizado por la continuidad de la seca y por la situación macro, el refugio del productor frente a un acto eleccionario cercano y la necesidad de cubrir una venta de gordo con la compra de invernada”, apuntó Storni.