En una campaña agrícola marcada por el clima, el porcentaje de granos verdes y dañados, pequeños y duros de lotes cosechados en el centro del país hace que sea necesario tomar determinadas medidas para minimizar el impacto. En este punto, el análisis de las semillas y el manejo segmentado de los granos durante el almacenamiento pueden ser factores determinantes.
“Hemos recibido muchas consultas de productores, acopios e industria preocupados por la cantidad de grano verde cosechado”, expresó Alejandro Saavedra, especialista del INTA Justiniano Posse, y agregó: “Es un problema que es necesario abordar entre varias disciplinas, porque no hay soluciones únicas”.
“En esta campaña el clima no ayudó; tuvimos sequía, calor extremo, helada y sobre el final del ciclo comenzó a llover”, describió Saavedra quien señaló que todos esos cambios influyeron directamente sobre la planta y el grano. “No es solo un problema de rendimiento. Este año, otro factor más importante y determinante es la calidad del grano, cuando pensamos en industria”.
El grano verde de soja es un grano inmaduro que aún conserva clorofila que no se llegó a degradar. Esto sucede porque, frente a condiciones de estrés -hídrico y térmico-, la planta busca preservarse y detiene su crecimiento. En este proceso, algunos de los granos que están maduros quedan amarillos y los que aún están inmaduros quedan verdes, los que no se llenaron quedan chiquitos y duros; otros directamente se abortan y quedan cascaritas.
Al respecto, Saavedra anticipó que es posible hacer algunos manejos, según el destino de la semilla, si es para siembra o para industria. “El desafío está en trabajar en la poscosecha, según el destino del grano. No hay recetas ni soluciones genéricas que funcionen por igual”, advirtió.
Calidad
Miriam Arango, responsable del Laboratorio de Calidad de Semillas del INTA Oliveros -Santa Fe-, señaló que “esta campaña está marcada por el impacto negativo del clima, con días de calor extremo, un marcado déficit hídrico, heladas y en algunas zonas granizo. No faltó nada”. Y agregó: “Desde el laboratorio hacemos un análisis de calidad, que es mucho más que solo observar el aspecto, la calidad es un conjunto de atributos”.
En este punto, Arango describió las características de las semillas que están observando a partir de la consulta de productores y de las plantas de procesamiento. “Se están observando semillas con tegumento rajado, semillas arrugadas, semilla abollada, semilla chica, semillas con picaduras de chinche (en aquellos lotes donde el monitoreo de plagas fue deficitario) y semillas verdes (con distintos grados)”, expresó y añadió que cuanto más oscuro es el verde más inmadura está la semilla y, por lo tanto, mayor el porcentaje de humedad que contiene.
“Este año las plantas procesadoras van a tener un rol central”, indicó Arango quien recordó que a las semillas hay que tratarlas con cuidado; tenerlas limpias, frescas y secas será clave para minimizar el impacto.
Durante el procesamiento de los granos será necesario regular los equipos para separarlos por tamaño y sacar el mayor provecho posible. “Luego de esto, se avanza con el análisis de calidad”, explicó la responsable del Laboratorio del INTA Oliveros quien aseguró que “la valoración de calidad está asociada, en primer término, al destino del producto: si es para siembra se tienen en cuenta ciertos atributos, mientras que, si es para industria, se valoran otros”.
Por esto, Arango subrayó que, “si bien el clima castigó a la actividad agropecuaria, no significa que no se tendrán semillas. Habrá que estar más atentos al manejo poscosecha para recuperar la mayor cantidad de granos posibles”.
“Este año es determinante hacer análisis de calidad en laboratorios habilitados y acreditados por el INASE”, remarcó la especialista.
En esta línea, Eugenia Chialvo, experta del Laboratorio de Calidad de semillas del INTA Marcos Juarez, puso el foco en la necesidad de “segregar el material, según la calidad y el destino”.
Entre los principales efectos negativos, Chialvo señaló que “el hecho de que el grano tenga una coloración verde implica un costo extra para la industrialización, debido a que el aceite que se extrae de un grano se enrancia más rápido, por ejemplo. A su vez, ese aceite es materia prima para otros productos, como margarinas, pinturas, resinas que también se ven afectados”.
El común denominador será “salir de la rutina y agregar etapas en casi todos los procesos”, indicó Chialvo quien detalló: “En el caso de la industria, tendrán la necesidad de atenuar el pigmento verde en el aceite; en el caso de los centros de acopio, tendrán que centrarse en la aireación o ventilación del material para llegar a niveles de humedad aceptables para el almacenamiento y en la medida de lo posible separar en silos diferentes los materiales según destino final, entre otros aspectos”.
Guardado seguro
De acuerdo con Leandro Cardoso, especialista en poscosecha del INTA, antes de almacenar cualquier grano es importante hacer una primera diferenciación. “Hay dos tipos de granos verdes: el que está seco, el cual se conserva sin mayores problemas, y el verde al que le falta madurez. Ese grano, que todavía contiene elevada humedad, se deteriora rápidamente durante el almacenaje y puede afectar la conservación del resto de la mercadería”, expresó.
Por normativa, para la comercialización, el contenido de humedad que debe tener el grano ronda el 13,5 %, que es un valor que guarda cierta relación con un almacenamiento seguro por un plazo moderado. A partir de allí, mientras mayor humedad tenga el grano, menor será el tiempo de almacenamiento seguro, ya que el desarrollo de microorganismos que deterioran el grano es más acelerado. Se debe considerar que el material verde (vainas y granos inmaduros) puede tener una humedad de entre el 20 (aunque puede ser levemente menor) y el 30 %.
Cardoso indicó que “en definitiva el riesgo de deterioro de la mercadería estará asociado a la proporción de material verde. Si finalmente en un lote hay una baja cantidad de material verde, si el resto del grano está seco, genera un ambiente con baja humedad relativa que deseca el material verde (aunque su color permanece). Por otra parte, si, como en esta campaña, la proporción de material excede el 50% se propicia el desarrollo de microorganismos. Por lo tanto, aquí el plazo de almacenamiento seguro es mucho más acotado”.
Con respecto a los tipos de estructura para el guardado de los granos, Cardoso señaló que “si hablamos de estructuras de almacenamiento donde no se puede acondicionar la humedad de la mercadería, como es el caso del silo bolsa o silos sin sistema de aireación, el plazo de guardado debe ser breve (pocos meses). Al compararlos, el silo bolsa (si no tiene roturas) presenta ventajas relativas respecto a las estructuras fijas sin aireación, ya que en estas últimas es más probable que el material se ‘autocaliente’ y el ritmo de deterioro se acelere. Alternativamente, se puede evaluar el secado con algún sistema de ventilación o de aireación”.
La presencia de una cantidad inusual de vainas verdes puede provocar algunos inconvenientes extra. Por un lado, su mayor tamaño muchas veces impide el normal acceso a los sistemas de muestreo, como son los caladores manuales y neumáticos. Esto conlleva a que normalmente se subestime su presencia.
“Durante el proceso en las secadoras de alta temperatura, estas vainas aumentan el riesgo de atascamiento de material lo cual, sobre todo en ciertos tipos de secadoras, incrementa mucho la probabilidad de incendios. A su vez, durante la carga en silos y celdas las vainas tienden a acumularse en la periferia del granel, ocasionando focos sectorizados de deterioro”, explicó el especialista del INTA quien subrayó: “La clave está en hacer un trabajo minucioso en la poscosecha para la caracterización del riesgo de conservación del grano, en función de las características que posea”.
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