Mario Piastrellini lleva nueve años como Director Médico de Instituto Médico Río Cuarto (IMRC), realizó su especialidad en Terapia Intensiva pero de ahí saltó a la gestión, es mendocino oriundo de San Rafael, pero estudió en Córdoba Capital. Asegura que vio en la terapia intensiva “la sublimación de la medicina” y que le mostró un lugar donde desarrollar su vocación. Se formó, rindió la especialidad en la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y coordinó equipos en esa área durante varios años.
¿Cómo llega a la gestión de la salud?
-El médico que hace terapia intensiva es un médico que tiene que tomar decisiones en momentos críticos de la vida, es una persona que asigna recursos, tanto humanos, tecnológicos, drogas, técnicas, aparatología y demás, es una especialidad donde hay un alto consumo de recursos y hay que gestionarlo dentro de un tiempo determinado. Con los años vas adquiriendo eso de gestionar, la especialidad además genera una alta carga de estrés y muchos especialistas de terapia intensiva terminan realizando tareas de gestión.
¿Cómo vivió los momentos más críticos de la pandemia cuando esta institución crujía como todas las del país?
-Seguramente todos los niveles de la salud, tanto gestión como los que estaban en la trinchera, tuvieron algún nivel de estrés. Yo estaba preocupado, tenía que resolver cuestiones que me quitaban el sueño y el aliento, pero nunca me sentí protagonista directo. Creo que los protagonistas fueron los que se debatieron en la trinchera y en el frente de ataque de la enfermedad, que no solo eran profesionales de la salud, sino también personal administrativo, la gente de logística que estuvieron en las zonas rojas donde se manejaron paciente respiratorios febriles. A mí me tocó estar del lado de generar condiciones para que eso fuera lo más eficiente, para atender la mayor cantidad de gente con el menor riesgo. Yo soy parte de un grupo institucional, o estuve participando en el COE o con otras instituciones. Yo estuve en otra posición, creo que los verdaderos protagonistas fueron las familias, los pacientes y el personal de salud.
También el sostén fue emocional
-Siempre nos mantuvimos positivos, nos dirigimos a la sociedad tratando de dar un mensaje positivo con el debido respaldo científico; tanto con las vacunas, como con la saturación del sistema, con el tema del colapso, no hablar de eso hasta que realmente el sistema colapsara que nunca pasó. Si uno no es positivo en estas situaciones no las supera, como lo fue todo el equipo de salud que dejó de lado su propia familia, dejó de lado el miedo de contagiarse, el miedo de llevar el virus a su casa, el peso de ver gente sufrir, ver familiares que no vieron a sus seres queridos morir, eso ha sido durísimo, yo lo comparo como aquel ex combatiente que vuelve con algún trauma de la guerra porque esas heridas quedarán.
Más allá de medidas de higiene, qué deja la pandemia a nivel mundial
-En mi opinión personal una cuestión es la información; brindamos optimismo pero con validez, revisando la información y estando avalada por publicaciones serias. Hubo fake news, hubo politización de la información de salud, cuando la información tiene que ser validada y apoyada por evidencia científica.
-Por otro lado, que las instituciones no podemos trabajar sin estar articuladas. Hay que dar valor a los centros de salud de pequeñas localidades porque en la segunda ola fueron decisivos, fueron el primer dique de contención; en la primera ola no, porque no lo sabíamos, pero eso me parece que es lo que viene.
Una salud integrada…
-Una salud muchos más articulada desde la periferia de la provincia con la presencia de más servicios articulados con otros de mayor complejidad donde salvemos los recursos valiosísimo de la salud y la llevemos más cerca de la gente, eso fue un aprendizaje para superar la segunda ola. Por supuesto que lo que nos deja es el valor que tienen los equipos de salud, su heroísmo. Vamos a tener que recuperar a esa gente que quedó muy herida tanto como los familiares de pacientes para quienes esto fue devastador.
Los avances científicos también fueron significativos
-Lo científico hasta fue osado, uno cuando está en una guerra toma riesgos, la vacunación fue asumir un riesgo, fue poner en el mercado vacunas de acceso masivo a nivel mundial, algo que en una condición normal tardarían entre 10 y 12 años para superar las cuatro o cinco etapas de análisis científico, frenar el virus en la segunda ola es el sello de que el riesgo valió la pena.
¿Cómo fue la adaptación de IMRC?
-La institución se adaptó como todas, resolvimos cuestiones de infraestructura para aislar pacientes de manera inesperada. Hoy tenemos una visión de dejar de ser una institución para recoger el guante que nos tiró la pandemia para decir ‘no podemos ser más uno, somos un grupo’, con instituciones como el Instituto de Urología y Nefrología Unidad Cardiológica, con lazos con instituciones en los pueblos, y estamos abriendo la institución hacia la ciudad tendiendo un puente para mejorar la expectativa de vida, la calidad de vida y mejorar la gestión privada y pública.
¿Cuál es la perspectiva de la pandemia para 2022?
-Yo soy siempre muy optimista, el peor escenario fue el primer año donde no teníamos conocimiento, no teníamos vacunas, no teníamos los equipos de salud preparados, ahora son veteranos de guerra, son soldados de elite, tenemos gran porcentaje de la población vacunada, y vamos a mejorar. Tengo la fe que todo lo que se hizo sea para que el tercer brote (si es que existe) sea más solapado y que lo podamos manejar.
Por Fernanda Bireni