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A 15 años de la 125: un conflicto que aún permanece irresuelto

El politólogo Sergio Berensztein, autor del libro "La primera revuelta fiscal de la historia" analiza para Tranquera Abierta lo que ocurrió a partir de la Resolución 125 que se publicó el 11 de marzo de 2008 y que sacó a los productores a las rutas

En octubre de 2020, el analista político y consultor Sergio Berensztein junto a María Elisa Peirano publicó el primer libro que abordó integralmente el conflicto de la Resolución 125 del Ministerio de Economía -publicada el 11 de marzo de 2008- y el conflicto desatado a partir de allí con los productores agropecuarios a lo largo y ancho del país.

La relevancia de ese conflicto es clave para entender lo que ocurrió en la política nacional a partir de allí y hasta se lo reconoce como el origen de la grieta que aún perdura en la sociedad.

En diálogo con Tranquera Abierta, Berensztein remarca que esa “fue la primera revuelta fiscal del país, con la importancia que eso tiene en la Argentina, que posee un drama fiscal de larga duración”, comienza introduciendo.

Y sumó: “Sin querer el campo fue protagonista de algo que expone en toda su dimensión la importancia política, institucional, económica, de la ausencia de un modelo de desarrollo integral del país, que reconozca el potencial del campo pero que abarque a otros sectores. Eso estalló en ese conflicto y sigue sin ser resuelto”, admitió.

¿Cómo describe aquel conflicto?

Fue un episodio con características políticas, simbólicas irreproducible, justamente porque fue un punto de inflexión a partir del cual surgieron valores e ideas distintas. Pero lo que más me preocupa es que Argentina lejos de solucionar las cuestiones que desataron el conflicto, las profundizó. Surgieron problemas nuevos nacidos de esa grieta que están lejos de haberse resuelto; más bien todo lo contrario.

Pero hay un lado B del protagonismo de los productores...

Sí, hay una parte de eso que es positiva y que tiene que ver con el involucramiento de actores que hasta ese momento se habían mantenido afuera del juego político. El lado negativo tiene que ver con que la sociedad está dividida, fragmentada, con líneas políticas e ideológicas que siguen generando dificultades de coordinación por concepciones del mundo totalmente diferentes. Cristina cree que defiende la democracia, por ejemplo; está convencida. Hay un surgimiento de cambio de visión de régimen institucional que comienza en el conflicto con el campo porque había algún germen en el kirchnerismo al comienzo pero no fuerte; eso se profundizó a partir de ese momento.

¿Hay una radicalización del kirchnerismo a partir de ese momento?

Sí, claro. Ideológica, política; con la definición de un enemigo, con los medios de comunicación que se visualizan en la vereda de enfrente y que derivó en la ley de medios por ejemplo, que no contempló a las redes sociales que no tenían el impacto actual. Eso también es interesante. Todo eso hoy sigue poniendo de manifiesto que la política sigue sin encontrarle la vuelta a qué lugar darle al campo; y el campo sigue sin encontrarle la vuelta a cómo participar efectivamente en la política para evitar seguir siendo víctima de políticas sectoriales y en general económicas que lo perjudican de materia muy notable.

Esa participación se fue diluyendo...

Se fue diluyendo porque no fue un vector organizado como tal sino que se trató más de medidas espasmódicas, puntuales, de algunos sectores o protagonistas que con verdadera vocación, considero, se involucraron en la cosa pública. Parte del conflicto del campo indudablemente le dio impulso al crecimiento del PRO como partido y la elección del 2015 es fruto de eso. Pero no fue una fuerza con la autonomía o la independencia en sí misma para constituir un bloque parecido a lo que ocurre en Brasil. Se fue diluyendo porque falta una política coordinada, una respuesta del sector que no la tiene desde lo comunicacional, política, de lobby. Es lo más notable de todo esto, pasaron 15 años y cómo el campo sigue ausente del debate. Cada tanto aparece de forma espasmódica, pero no de manera consistente. Eso tiene un costo significativo porque sigue perdiendo oportunidades no menores de trascender, de influir y de defender los intereses del sector.

No está en la mesa de las discusiones diarias o permanentes...

Exacto. Los convocan cuando hay un problema. Y la Mesa de Enlace ya es un actor, obviamente. Pero no tiene la influencia proporcional a la importancia que tiene el sector. No lo han logrado. Cada tanto hay un problema grave y aparece el campo. Justamente antes de la pandemia, en marzo de 2020, nos metíamos en algo que podía haber sido un escenario similar de la 125, que se evitó por la llegada del Covid. En ese momento había mucha tensión.

¿Por qué la dificultad de organizarse?

Hay múltiples razones. En parte porque la Mesa de Enlace que generó expectativas, no las pudo concretar. Hubo un montón de intentos parciales. Algunos siguen y no les quiero quitar trascendencia porque hay mucha gente que labura, se rompe el alma, está presente y por eso algunas cosas se lograron. Pero sigue faltando sistematización, consistencia y fundamentalmente la representatividad sectorial indiscutida. Eso es muy difícil de lograr.

¿Ni la Mesa de Enlace?

Claro, la Mesa de Enlace aún tiene ese déficit, no representa a todo el campo. Y en muchos casos el Gobierno con muy poco logra dividir y debilitar. En ese río, hay muchos que logran satisfacer demandas. Los más grandes, tienen posibilidades de lograr más cosas.

Es curioso ver en 15 años el camino de muchos actores de aquel momento, desde el ministro de Economía, el jefe de bloque en el Senado, el vicepresidente, el actual Presidente. Muchos están en lugares que confrontan con lo que pensaban en aquel momento...

No sé si con lo que pensaban o con lo que decían. Porque hasta Alberto Fernández era crítico en aquel momento cuando hablaba en privado. Pero en público decía otra cosa alineado con su Gobierno.Como punto de inflexión y hecho que rearticuló la política, es indudable. Hoy es un sistema muy diferente con protagonistas que en muchos casos hicieron su autocrítica pública. Lo que sí es cierto es que eso terminó polarizando a la Argentina. En el caso de Lousteau fue protagonista no buscado del conflicto. De hecho él pensaba, y sigue pensando, que el esquema de retenciones móviles era mejor que el salto que pretendía aplicar Néstor.

Que era una idea de Moreno en realidad...

Claro, claro. Por eso Lousteau dice que lo que proponía era menos malo que lo que impulsaban otros. Y tiene razón en eso más allá de lo que generó. Era discutible, el tema es que nadie llamó al campo a hablar, fue una medida unilateral que terminó como terminó.

¿Todavía aquel conflicto está vigente o visible en la política de hoy?

Sin dudas. Hoy cuando uno habla con actores de distinta naturaleza siempre está flotando la idea de aquel conflicto, como que todo el mundo lo tiene en la cabeza. O mencionan la idea de ‘otra 125’ como referencia de un conflicto importante. La Cámpora como organización, la idea de la grieta, la diferencia cognitiva respecto del otro, todo eso surgió a partir de ese momento. Fue una divisoria de agua con consecuencias impredecibles. Y no sabemos si algún día se va a cerrar, si es que eso ocurre. Pensemos en la Guerra Civil española, no comparable en sí con esto, pero la menciono porque simbólicamente es un hito referencial para el debate político español hasta hoy. Y hay algunos que creemos que algo parecido ocurre con el conflicto con el campo, no sólo para el campo sino para la política que entendió que no se puede abusar, que hay un momento en el que la gente dice ‘basta’ y que las consecuencias de eso son impredecibles, que hay que tener mucho cuidado con tirar de la cuerda cuando del otro lado hay un sector con capacidad organizativa, que dice ‘no’ a la política y desafía a la autoridad pública. Porque una cosa es enfrentar al kirchnerismo hoy y otra muy diferente era en ese momento. En 2008, después del triunfo de Cristina, no era tan fácil. Pero en esa época, con Néstor que había terminado fuerte en el Gobierno y Cristina a poco de asumir había que animarse, y el campo se animó. Y con esa fortaleza, el campo se descubrió a sí mismo como un actor relevante. Fue muy interesante cómo ellos mismos se sorprendieron con lo que ocurrió en Rosario el 25 de Mayo. Lo mismo en Palermo. Y cuando la sociedad no encontraba en la oposición referentes que canalizaran su sentimiento, lo encontró también en este movimiento de los sectores agropecuarios. En su momento sirvieron para canalizar. A partir de ese momento quedó claro que el kirchnerismo era un riesgo por el avance sobre los derechos de propiedad, con los medios y algunas libertades de expresión, y eso expuso los componentes más autoritarios y con vocación hegemónica de un proyecto que hoy se diluyó pero que en esa época era muy potente.