Pero en la calle, el termómetro marca un frío cada vez más intenso. La economía real no encuentra piso y por ahora tampoco fundamentos para creer que el rebote está cerca. La V que esperaba el Gobierno se mantiene en la pendiente y el temor creciente es que el cambio de tendencia siga demorado.
Ese temor lógicamente radica en la capacidad de daño de la crisis. A mayor tiempo para la recuperación, mayor serán el impacto y el deterioro. El punto extremo de esa caída es el mercado laboral, que ya empezó a desgranar trabajadores incluso de los segmentos más “protegidos”, como son los formales.
El comercio acumula 16 meses consecutivos de baja en las ventas según la Came. El dato de abril fue de 7,3% de caída; el de marzo, de 12,6%.
El propio Ministerio de Trabajo de la Nación publicó en su último informe del SIPA que “luego de que se observaran tasas de variación mensual positivas en el empleo registrado privado de forma ininterrumpida entre agosto 2020 y agosto 2023, se comenzaron a verificar caídas del empleo a partir de septiembre de 2023: en un principio, las caídas se encontraban entre -0,1% y -0,2%; sin embargo, a partir de 2024 parece haberse intensificado el proceso de destrucción de empleo, alcanzando tasas de -0,5% en enero y -0,3% en febrero”. El Ministerio habla de que este 2024 comenzó con una intensificación del proceso de destrucción de empleo.
Este proceso provocó que algunos sectores empresarios que respaldaron sin dudar el proceso de ordenamiento macroeconómico que transitaba en un desfiladero desquiciado, comiencen a observar la necesidad de atender en simultáneo lo que ocurre con la microeconomía, o con la economía real. El Gobierno, por ahora, se mantiene al margen de esa agenda.
Ayer, el analista económico Claudio Zuchovicky remarcó que en la medida en que los salarios comiencen a ganarle a la inflación habrá más incentivos a consumir y que si eso es acompañado por un proceso de financiación en las compras o disponibilidades de créditos en general, ese proceso podría verse fortalecido. Sin embargo, eso supondría también que hay sectores más o menos importantes de ciudadanos con algunos pesos extras en el bolsillo, cosa que no se condice por ahora con la realidad que muestra una mayoría de la población, con serias dificultades para cubrir sus gastos más elementales. El primer tramo de una recomposición de ingresos, seguramente, irá destinado a equilibrar las cuentas domésticas, que en muchos casos hoy rolean un rojo que se viene reiterando desde hace meses. Ahora bien, ¿a cuánto están esas familias de empezar a recomponer ingresos? Es una pregunta sin respuestas certeras por ahora, más allá de las cataratas de optimismo que emanan de las distintas vertientes del oficialismo.
A nivel nacional, el Ministerio de Trabajo informó que se perdieron 20.700 puestos de trabajo entre enero y febrero en el sector privado formal.
Este fin de semana, una figura importante del empresariado nacional, como es Elio del Re, presidente de Adimra, la poderosa cámara de metalúrgicos de la nación, coincidió con el presidente de Came, Alfredo González, en que “hace falta atender rápidamente la micro, la economía real”. El pedido desesperado tiene que ver con las últimas cifras que se conocieron de la industria en general y de la metalúrgica en particular. El Indec publicó la semana pasada que todos los sectores industriales cayeron en su nivel de actividad, que en conjunto mostraron un descenso del 21,2% en marzo mientras la construcción se desplomó 42%, siempre en términos interanuales. Entre las industrias, el informe oficial mostró que las 16 ramas cayeron, con extremos como el de “Otros equipos, aparatos e instrumentos” con el 42,8% de baja y “Muebles y colchones”, con 40,4%. El que menos se retrajo fue “Refinamiento de petróleo, coque y combustible nuclear” con una retracción del 4% interanual.
Son cifras que el empresariado advierte como “insostenibles”. De hecho, Del Re explicó que la industria metalúrgica cerró marzo con caída del 18%: “Una caída de ese tipo es muy grande, se compara con la salida de la pandemia”, dijo el empresario bonaerense. Y advirtió: “Si la tendencia sigue en este sentido, es muy difícil de sostener” el empleo.
El economista y exministro de Finanzas de Córdoba, Osvaldo Giordano, que tuvo un paso fugaz por Anses y ahora conduce el Ieral de la FundaciónMediterránea, dejó este fin de semana una frase que gana adeptos entre los economistas: “No hay razón por la cual se pueda reactivar la economía con las condiciones actuales”.
Lo que ocurre con los sectores productivos es la segunda etapa de la crisis del comercio. Al licuarse los ingresos de la población se desplomó el consumo y eso quitó demanda a las fábricas de las más diversas ramas. El tercer escalón es el del empleo industrial. Por eso, las entidades empresarias ya empiezan a alzar la voz para que el Gobierno desempolve una receta que ponga el foco en la actividad económica y no exclusivamente en el ordenamiento de las cuentas del Estado a fuerza de motosierra y licuadora.