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El Covid ya tiene impacto electoral

Río Cuarto comenzó a tener casos y, a la vez, ingresa en la etapa previa a la elección. El oficialismo viene sufriendo desgaste y la elección entró en un terreno de incertidumbre.

Llegó. O, al menos, parece estar llegando. Un caso, un cordón sanitario de cinco manzanas. Otro caso sin conexión epidemiológica inmediata. Otro más. Una sucesión de contagios después de un extenso período de 100 días libres de coronavirus.

Río Cuarto está despertando a otra realidad, cuyo alcance y magnitud irá revelándose con el paso de los días. Pero, por una vez, el pronóstico parece haber sido acertado: se venían los momentos más difíciles, agosto sería un mes desafiante y el coronavirus se esparciría por la región y la ciudad. Pero los escenarios pesimistas, las profecías alarmantes, que con el tiempo suelen anestesiar a la sociedad y llevarla a desatender las precauciones, no por anticipados pierden fuerza y efecto cuando finalmente se manifiestan.

La aparición de casos de Covid-19 genera una tensión adicional. No sólo en la gente, que pasa a tener conductas y reacciones propias del miedo, sino también entre los actores relacionados con el manejo de la pandemia. Las crisis hacen que la mirada se enfoque sobre los gobiernos y los funcionarios, sobre su capacidad de pronosticar los escenarios, de prepararse para afrontarlos y, finalmente, de conjurarlos.

¿Cómo se actuó en Río Cuarto? Algunos indicios marcan que no solamente la población se relajó y se confió; también los funcionarios se adormilaron en algunos aspectos. El jueves, hubo una dura reunión entre el COE regional y las clínicas privadas; allí, el órgano encargado del manejo de la pandemia les planteó a los encargados de los sanatorios que deben prepararse para recibir pacientes porque la situación sanitaria se complicará. La respuesta fue que el contexto ya no es el que era, que hace cinco meses las terapias intensivas estaban vacías mientras que hoy se encuentran ocupadas en su mayoría y cerca del límite de su capacidad.

Los sanatorios le reprochan al COE que no haya avanzado durante dos meses en tener un laboratorio propio para procesar los hisopados. Recién esta semana se anunció un acuerdo con la Universidad. La velocidad en la obtención de los resultados es fundamental para la respuesta, sostienen en las clínicas. “Ahora hay que esperar hasta una semana y si se hubiera actuado antes con la Universidad conoceríamos si una persona tiene o no el virus en 24 horas”, señaló un directivo.

Río Cuarto se encuentra en un contexto particular. Muy particular. Porque no sólo se adentra en una situación epidemiológica que da indicios de empeoramiento sino que, paralelamente, ingresa en el período electoral clave. Dentro de menos de dos meses, en teoría, habrá que votar.

Lo que ocurra de ahora en más con los brotes y con el manejo que desde el Estado se haga de ellos tendrá un impacto en la elección, para un lado o para otro. El oficialismo, más específicamente el intendente Juan Manuel Llamosas, podrá capitalizar su actuación o padecerla.

El peronismo cordobés, que no casualmente lleva más de dos décadas en el poder, generó esa entidad superestructural y omnipresente que es el COE no sólo para conducir la actuación ante la pandemia sino también con un fin adicional: evitar lo más posible el desgaste de las figuras políticas, canalizar la bronca por los cierres, las restricciones y el encierro no hacia los gobernantes sino hacia el COE que, a nivel provincial, casi no tiene rostro.

Aún así, los oficialismos están padeciendo una erosión producto de tantas calamidades coincidentes en el tiempo y el espacio. El interrogante en Río Cuarto, porque acá se juega el mes próximo la continuidad del oficialismo o el cambio, es cuán profundo es ese desgaste, cuánto se trasladará al plano electoral.

Las versiones son distintas y, por supuesto, cargadas de algún interés. Desde el Palacio Municipal admiten que Llamosas ha sufrido una pérdida de intención de voto pero lo adjudican a un fenómeno general, similar al que sufren todos los oficialismos, sea el de Alberto Fernández o el de Juan Schiaretti. Sostienen que, de todos modos, el intendente está cómodamente arriba. Pero, además, remarcan que las adhesiones que perdió Llamosas en tiempos de pandemia no alimentaron necesariamente a su principal rival: Gabriel Abrile. El candidato de Juntos por Río Cuarto creció algo, aseguran, pero apenas un par de puntos.

El dato alentador que rescatan es que, según ellos, los votos perdidos por Llamosas se convierten mayoritariamente en indecisos y, por lo tanto, son recuperables.

En la vereda de enfrente se encuentran el radicalismo y sus socios. Ellos también manejan una encuesta reciente, que acorta la distancia a sólo un dígito. Y esos resultados les cambiaron la cara, les instalaron una sonrisa derivada de la posibilidad. “En marzo estábamos muertos. Hoy perderíamos, es cierto, pero la situación es totalmente distinta. Ahora somos competitivos y creemos que Llamosas va a seguir desgastándose”, manifestó un dirigente radical.

Es decir, en la oposición están convencidos de que es el propio intendente, su estilo de conducción, el que va perdiendo volumen. “No la vamos a ganar nosotros, la va a perder él si sigue así”, resumió un exlegislador.

Existe un tercer sondeo cerrado en las últimas horas por una encuestadora de alcance nacional. Los parámetros, en este caso, también hablan de una pérdida importante en intención de voto para el oficialismo. Esa medición puntualiza que la explicación principal de la baja de Llamosas se encuentra en la valoración que se hace de su manejo de la crisis. Más del 55 por ciento respondió que no estuvo a la altura o no hizo lo que tenía que hacer.

El pronóstico de esa encuestadora es que, por lo tanto, una elección que estaba cantada ahora se ubica en otro ámbito, en el de la incertidumbre. La misma incertidubre que el coronavirus instaló en cada plano de la vida pública ahora también podría haberse trasladado al terreno electoral riocuartense.

En ese contexto, cobran aún más relevancia las cuestiones secundarias. Por ejemplo, ¿cuántos votos logrará retener Pablo Carrizo o qué performance alcanzará Eduardo Scoppa? Cada punto ahora cuenta más que en marzo.

Pero, además, hay otro aspecto. El temporal. El manejo del tiempo, siempre fundamental en política y que ahora puede serlo aún más. En un escenario de multiplicación de casos de Covid, la pregunta es si Río Cuarto podrá votar finalmente el 27 de septiembre o si la fecha deberá retrasarse dos meses más.

La situación sanitaria puede desaconsejar la primera fecha, pero la político-electoral tal vez la convierta en la opción a defender por el oficialismo. Porque, según coinciden las tres encuestas, a medida que pasan los días y las semanas, el riesgo que corre el intendente se acrecienta. Su alternativa pasa por ensayar otra actitud ante la crisis. Por eso, no es casual que el viernes el intendente haya anunciado él mismo la aparición de un nuevo caso positivo, algo que no había hecho hasta el momento.

Su segundo desafío, como siempre en una elección, es construir expectativa, transmitir la sensación de que su continuidad contribuiría a disipar los efectos devastadores de la crisis económica. En ese mismo plano, si quiere llevar la elección a una definición mano a mano, debería instalarse también su adversario.