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Sexualidad: desconocimiento, temores y resistencias

Entender esta arista del ser humano como un derecho y lograr un abordaje integral más allá del sexo, parece ser un gran desafío de las instituciones pero también de la sociedad en general

Mariela Degano es docente, cuenta con una licenciatura en Educación para la Salud se especializó en sexualidad humana, trabaja educando a profesionales de la salud y de la educación y se define como una apasionada del tema. Volcó su carrera a la sexualidad en perspectiva con discapacidad y asegura que todo lo que aprende trata de aplicarlo a esta población de personas que “han sido invisibilizadas en torno al derecho a la sexualidad”. Además realiza acompañamientos en contextos familiares, asesora centros terapéuticos y de rehabilitación en proyectos que gestionan el derecho a la sexualidad.

Desde Salud & Ciencia hablamos con ella sobre este tema sensible en las personas con discapacidad pero igualmente sensible en toda la comunidad, la Educación Sexual Integral (ESI) en nuestro país a pesar de contar con una ley que se aproxima a cumplir 15 años, y la asociación errónea de sexualidad con sexo y genitalidad.

¿Cuánto crecimos (o no) en materia de sexualidad y discapacidad?

- Hay sectores en donde este tema se encuentra menos invisibilizado, se trabaja y se aborda conscientemente. Sin embargo, en otros sectores es un tema del que aún no se habla. Cuando decimos sexualidad aparecen todos los mitos, todos los prejuicios, yo comencé este recorrido a fines de 2010 y creo que hemos dado pasos hacia adelante pero también entiendo que hay mucho por hacer. Muchas veces pensamos que las familias son esos lugares de mayor resistencia para hablar de educación sexual y yo digo siempre que no son solo las familias las que tienen prejuicios o temores, sino que hay muchos profesionales, lugres e instituciones donde también hay prejuicios y temores para poner en palabras y en acción la sexualidad.

Entonces algo avanzamos

- No es homogéneo pero hemos dado algunos pasos, sin embargo no todos los lugares tienen claro que esto es un derecho, que hay que formarse para esto y eso algo muy importante, los profesionales nos tenemos que formar.

¿Se revierte la funcionalidad del sistema reproductor ante una discapacidad?

- Las personas, por ejemplo con lesiones medulares, que tuvieron un cuerpo “normal” o una vivencia sexual más normalizada pero a partir de un accidente su cuerpo cambia porque su cuerpo queda con lesiones, lamentablemente no podemos decirle a esa persona que su vida sexual va a ser igual que la que tenía antes. Pero siempre insistimos en que quizás sea otra vida sexual, otras emociones, otro cuerpo, otras sensaciones, no van a ser las mismas que antes, van a ser diferentes, pero tampoco tenemos que pensar que van a ser peores, no será ni más ni menos de lo que tenía antes.

Entonces tenemos una visión acotada de la sexualidad

- Vivimos en una sociedad sumamente ‘genitalizada’, si la sexualidad no pasa por los genitales parece que no tenemos nada de qué hablar, cuando en realidad, la sexualidad es una dimensión mucho más amplia, tiene que ver con los genitales y la vida sexual disfrutable que nos brindan los genitales, pero no es solo eso. La sexualidad es la forma que tenemos de comunicarnos, las formas de amar, las formas de mirarnos, las maneras de sentir, de expresarnos, va más allá. Muchas veces entendemos que la sexualidad pasa por los genitales entonces una persona que sufre un accidente se pregunta: ‘a partir de ahora, qué hago’, ‘ahora que estoy en sillas de ruedas, desde dónde siento’. Por eso yo siempre digo que será otra sexualidad, pero no menor a lo que tenía.

En general, ¿cómo ves la aplicación de la ESI en la práctica?

- Creo que nos falta mucho, en nuestro país la ley existe desde 2006, estamos por cumplir 15 años, y todavía estamos pensando cómo implementamos, con qué recursos, si tengo que estar capacitado o no, si la familia tiene que recibir la notita o no. Aún nos preguntamos si es para todos y todas, si en educación especial también. En realidad, lamento decir que nos falta entender que la ESI es una herramienta maravillosa, viene a ampliar derechos, tiene que ver con la diversidad de géneros, con las emociones, con el cuerpo, pero nos falta un compromiso de sostener la ESI en las instituciones educativas, la ESI no es un charla anual, no es una actividad aislada. La ESI tiene que ser pensada como un proyecto institucional, si no, no funciona. No digo que todas las escuelas tengan este problema pero el panorama, en general es que el 50% implementa la ESI y las otras están viendo cómo hacerlo, y a esta altura hay cosas que tenemos que tener sorteadas.

Tanto desde las familias como desde los educadores, ¿hay temor a lo demasiado explícito?

- Hay de las dos cosas, pensamos que la ESI viene a enseñar genitalidad y en realidad la ESI viene a enseñar el cuerpo de forma integral. Seguimos atados a viejos modelos de educación sexual pensando solamente en el pene, la vulva y el preservativo y estamos equivocados porque la ESI viene a proponer un formato integral. Creo que hay mucha resistencia a pensar la ESI desde el lugar desde donde vencer ciertos miedos, tenemos que hacer que sea de forma transversal con la ayuda de todas las materias, donde aparece un contexto, un vocabulario adecuado para explicar. Insisto, hay mucha resistencia, no tenemos las cosas tan claras como parece, a la hora de hablar de un tema muy sensible no lo podemos hacer de forma despojada; aparecen temores, porque siempre relacionamos sexualidad con sexo y sexualidad con genitales.

La búsqueda de la igualdad de género, ¿hace que la mujer se exprese mejor en la intimidad?

- Todas las mujeres somos feministas de alguna manera, lo expresamos de alguna u otra forma pero por ejemplo las mujeres con discapacidad se ven invisibilizadas dentro de ese colectivo feminista más allá de que empiezan a reconocerse, no solo ellas sino que otros grupos de mujeres también se ven invisibilizadas. Sin embargo, creo que el feminismo viene a dar voz y nos viene a empoderar y a darnos la posibilidad de mostrarnos y sentirnos acompañadas. La mujer también quiere gozar de una relación sexual, también tiene derecho al orgasmo y a un orgasmo esperado, que sepa dónde y cuándo. Hoy tenemos la posibilidad de pedir y de decir esto no me gusta. Empieza a desaparecer el silencio y si ‘esto no me gusta’ lo digo, pero nos falta, nos falta investigar, nos faltan acuerdos, crear nuevos procedimientos y darle la voz a nuevos colectivos”.

Por Fernanda Bireni