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"A diferencia de otros, fuimos coherentes en estos 15 años"

Consultado sobre el conflicto por la 125, Carlos Gutiérrez, diputado nacional dijo que "en estos 15 años el kirchnerismo no aprendió nada en lo que hace a su relacionamiento con el sector agropecuario"

El actual diputado nacional Carlos Gutiérrez fue un protagonista involuntario del conflicto por la 125 ya que ocupaba un sillón clave en la provincia: era el ministro de Agricultura y Ganadería de Córdoba. Desde ese lugar debió trajinar en las rutas, hablar con los distintos piquetes, coordinar con las fuerzas de seguridad, al tiempo que confrontaba con los funcionarios nacionales por el posicionamiento del gobierno de Juan Schiaretti, abiertamente a favor del campo.

Hoy recuerda que fueron jornadas de noches cortas, mucha tensión y final abierto. Sin embargo, remarcó: “Volvería a hacer todo lo que hice”.

En diálogo con Tranquera Abierta, el legislador nacional afirma que “en estos 15 años el kirchnerismo no aprendió nada en lo que hace a su relacionamiento con el sector agropecuario. Esto es lamentable porque el conflicto de la 125 marcó un antes y un después en la relación entre el campo y el kirchnerismo, salpicando incluso injustamente al peronismo en su conjunto cuando había gobernadores como Juan Schiaretti que apoyaron abiertamente y desde un comienzo el reclamo del campo”.

Y agregó: “A su vez, la 125 fue un conflicto que marcó la irrupción en términos políticos de un sector que sin ninguna duda estaba tapado y que expresó allí toda su potencia como sujeto productivo, de lo más poderoso de Argentina. No haber aprendido de esa experiencia, que marcó una grieta que no se cerró nunca más entre el Gobierno y el campo, y le hizo perder al país inmensas posibilidades de que ese sector aportara mucho más de todo lo que aportó, es incomprensible.

Además de la grieta entre Gobierno y campo, la 125 agrietó al peronismo...

Sí, de alguna manera sí.Lo marcó porque hay claramente un peronismo que tiene claro que su esencia es la de la producción y el trabajo y no la del subsidio y el feudalismo extractivista de un kirchnerismo que proviene de la estepa patagónica donde se premia con regalías, que no está mal, mientras a nosotros se nos castiga por producir más. Esto marca claramente que el peronismo con visión de un país moderno, con un sujeto fundamental como el agroindustrial, no pudimos convivir con una expresión como la del kirchnerismo que estaba y está en las antípodas del pensamiento.

¿Cómo lo vivió como ministro?

Fue bastante traumático porque a nosotros nos tocaba en las mesas nacionales, donde éramos insultados por nuestra posición, defender las ideas que teníamos. Y puertas adentro de la provincia tratar de que el conflicto no pasara a mayores de una expresión social o gremial conflictiva y que terminara afectando al conjunto de la sociedad. En esa ambivalencia nos tuvimos que mover pero sin perder de vista que el eje central era la defensa de los intereses del campo y de Córdoba. Pero a mí, además de ser ministro específico del área, me tocaba estar con dos o tres celulares a la vez para que la Policía nos informara sobre los cortes, los lugares en los que se producían, y nosotros tratar de articular y negociar para que se dejara pasar al menos los alimentos perecederos. Esa función, totalmente alejada de la responsabilidad de un ministro de Agricultura, nos tocó también cumplirla. Porque en ese conflicto también se vio cómo muchas veces los autoconvocados superaban a las dirigencias y su capacidad de contener el conflicto. Allí hubo un duro aprendizaje de las dirigencias gremiales institucionalizadas del sector.

Fueron noches cortas...

Sin dudas. Fue un momento muy difícil porque también había que tratar de conducir el conflicto de tal manera que no se produjera una falsa contradicción que intentaba el kirchnerismo plantear entre la vida de las ciudades y el reclamo del campo y sus supuestas tasas de ganancia exorbitantes.

¿Cómo lo ve hoy?

Ratificamos que todo lo que hicimos lo volveríamos a hacer, no tenemos nada de qué arrepentirnos en ese sentido. Y la demostración de que la confianza que tenemos hoy con el campo es la consecuencia de sucesivas y largas jornadas de trabajo. Hoy tenemos la demostración que no pueden exhibir otros sectores, no sólo del kirchnerismo, sino del propio Juntos por el Cambio, de que siempre estuvimos y estamos apoyando lo que consideramos una de las patas sin la cual Argentina no tiene futuro.

¿La política agropecuaria sigue siendo un déficit?

Absolutamente. Cuando el gobernador repite que hay que sacarle la pata de encima al campo, lo que dice es que hay que tener políticas que favorezcan el desarrollo de esa tremenda fuerza productiva que es el complejo agroalimentario nacional. Y se hace todo lo contrario.