Inflación de tres dígitos por primera vez en 32 años. Una sequía feroz que tendrá un costo de 20 mil millones de dólares. El Banco Central sin reservas. Una recesión incipiente y una caída continua del poder adquisitivo. Cada uno de esos factores económicos se están convirtiendo además en actores políticos que están configurando el escenario y oficiando de ordenadores. O de desordenadores si el foco se pone en el oficialismo.
El índice de inflación del 6,6% en febrero, con el que se acumuló un 102,5% interanual, se asemeja a un golpe letal para la potencial candidatura de Sergio Massa, quien se había convertido casi en la última esperanza electoral del Frente de Todos.
Massa cometió el error en el que suelen caer los ministros de Economía argentinos: se exceden en el optimismo. Confiado en sus capacidades, el tigrense prometió que a esta altura del año el país estaría cerca del 3% de inflación mensual pero la realidad le devolvió una cifra cruel: 6,6% en febrero, un mes que suele ser tranquilo. Y la promesa de un 7% para marzo y abril. Casi no hay chances de que un oficialismo sea competitivo electoralmente con esas cifras. Menos si, además, el escenario que se avecina combina una alta inflación con una recesión marcada.
En esa suma de calamidades, el caótico Frente de Todos agrega confusión política. Alberto ensaya reelecciones -es difícil imaginar que sea reelecto un presidente que no es percibido como presidente- mientras La Cámpora se ata a la única candidatura que, de verdad, tiene un piso de votos interesante: Cristina. El problema es que la vicepresidenta, que habla del actual gobierno como de una entidad ajena a sí misma, debería prestarse al riesgo de ser derrotada abrumadoramente en una hipotética segunda vuelta.
El kirchnerismo duro, y más específicamente La Cámpora, vive en su propio metaverso, una realidad paralela, con una lógica compleja de asimilar. La última invención de esa agrupación, liderada por un Máximo Kirchner admonitorio y de metáfora extrema y atómica, es la puesta en marcha de un operativo clamor para convencer a Cristina de que se presente a una candidatura para la que, según esa misma organización, está proscripta. Algo anda mal en ese razonamiento.
Con el oficialismo en ese estado de situación, Juntos por el Cambio parece no tener demasiado que hacer, salvo patearla, sin arquero, dentro del arco. Pero hay un problema: los que se anotan para empujarla se multiplican y se pelean entre sí.
En ese escenario, Córdoba tiene a su gobernador tratando de hacerse oír a nivel nacional. En los últimos días dio entrevistas en canales de Buenos Aires en las que se presentó como una alternativa de equilibrio, de previsibilidad. Casi en simultáneo, Luis Juez y Rodrigo de Loredo iban a los mismos estudios de televisión a anunciar su acuerdo para que Juntos por el Cambio gane Córdoba, aunque todavía sin blanquear qué candidatura asumirá cada uno.
Juan Schiaretti afrontará como precandidato las Paso el 13 de agosto. Pero antes tendrá el desafío de retener la provincia. Si gana, será un acto promocional; si pierde no le quedará demasiado por hacer.
Juez, en una de sus apariciones televisivas, expuso una lógica similar en la que él se ofreció como instrumento. Dijo que estaba tratando de hacerles ver a los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio que Córdoba no será una elección más, sino una instancia clave, que estará antes que las Paso y que un triunfo en la tierra que De la Sota y Schiaretti gobernaron durante 24 años implicará un impulso significativo. El senador pidió así públicamente un desembarco de las estrellas nacionales más que nada del Pro.
En Juntos nada parece ser sencillo: ayer De Loredo emitió un comunicado que volvió a introducir confusión. La encuesta que encargaron a Francisco Venturini y Rodrigo Vega arrojó que hay menos de un punto de diferencia entre Juez y De Loredo y que, por lo tanto, no son datos concluyentes. Es decir, no alcanza para establecer quién será candidato a gobernador. ¿Cómo se resolverá el enredo? Hasta anoche, lo único que existían eran elucubraciones.
En Hacemos por Córdoba esperan que el gobernador empiece en las próximas horas a definir lo que aún está irresuelto: la fecha de la elección, por ejemplo. En el llaryorismo señalan que la oficialización debería darse entre el lunes y el miércoles. A Schiaretti no lo aqueja la misma ansiedad que al candidato: cerca de Martín Llaryora sostienen que los largos meses de tironeos entre Juez y De Loredo les permitieron suplir algunas debilidades de la candidatura y que hoy reciben encuestas que les generan optimismo y los hacen concluir que la elección debería hacerse lo antes posible; Schiaretti, por su parte, quiere que un triunfo lo ayude en el escenario nacional y cuanto más cerca esté de las Paso, mejor.
La fecha elegida, por lo tanto, será desde el 25 de junio en adelante. Pero, más allá de la formalidad, hoy habrá un evento inaugural en el calendario: votará La Falda para intendente. Será la primera de un largo reguero de elecciones. Allí el favorito es Javier Dieminger, radical, que va por Juntos por La Falda. Enfrente tiene sólo al kirchnerismo. Es decir, Cambiemos saldrá casi con seguridad ganador pero Hacemos por Córdoba no será uno de los perdedores.
El peronismo provincial, aún sin un cronograma establecido, va oficializando sus candidaturas. La semana pasada se confirmó que Daniel Passerini competirá por la intendencia de Córdoba contra, probablemente, Rodrigo de Loredo.
Todavía queda por definir el compañero de fórmula de Llaryora en la pelea por la gobernación. Alejandra Vigo está anotada, también Natalia de la Sota, que en los últimos días eligió promocionar una canción que grabó para incrementar su visibilidad, y el intendente Juan Manuel Llamosas.
El viernes, en un gesto que no pasó desapercibido, Llaryora llevó a su par riocuartense a actividades oficiales, inauguraciones y al Festival del Choripán, un evento, obviamente, muy convocante. Allí lo presentó como a un amigo y destacó su tarea frente al Municipio de Río Cuarto. Por supuesto, en política casi ningún acto está libre de intencionalidad, menos cuando hay una elección cerca.
“Mirá, Llamosas tiene chances. Tengamos en cuenta un solo dato: es el único de los nombres que suenan que nos aporta un plus de votos en el sur. Hay muchos factores que van a influir en la decisión final pero está en carrera”, dicen cerca de Llaryora.
Y destacan el camino que hizo Llamosas para promocionarse: se movió y consiguió apoyos del campo y del empresariado, algunos de los cuales incluso sorprendieron. “Hay algo claro: sea o no candidato a vice, Llamosas va a tener un lugar importante en el esquema de poder de Martín”, señalan en Córdoba.
En el peronismo están tratando de minimizar los márgenes de error. En el equipo de Llaryora no generan preocupación tanto los conflictos salariales como un tema con mayor capacidad de daño: la inseguridad.
En la gestión de Llamosas la potencialidad de costo político proviene de un servicio: el transporte. El intendente anunció, sin explayarse, que habrá cambios. Son indispensables. Porque en un proceso electoral no contribuirá ni mucho menos un esquema que muestra una distancia considerable entre la teoría y la práctica, entre la expectativa y la realidad.