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Es productora del sur cordobés y emocionó a todos con su historia de resiliencia

Cuando aún estudiaba Agronomía en la UNRC y le quedaban algunos finales por rendir, el destino la puso ante el desafío de tener que conducir el campo ganadero familiar en la zona de Italó. Pasaron casi 18 años y hoy reconvirtió la empresa familiar, se volcó a la agricultura y con riendas firmes va por más. La historia de Florencia Chialvo

Sus ojos se vieron desbordados de lágrimas, su voz se quebró y de pronto el auditorio, que lucía repleto, entró en un clima de congoja generalizado. Su rol de productora agropecuaria la sorprendió sin preámbulos una noche en la que le comunicaron que su padre había sufrido un accidente y había fallecido. Ella estaba estudiando uno de los últimos finales de la carrera de Agronomía en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Oriunda de Italó, su padre había comprado un campo que tenía dedicado a la ganadería y de la noche a la mañana ella debió hacerse cargo de la situación. Única hija, con su madre comenzaron a dar los primeros pasos en un terreno no del todo firme.

Cuando Florencia Chialvo relató ese tramo de su vida, no pudo seguir. La emoción la invadió de pronto y sólo hubo lugar para lágrimas. Participaba de un panel de mujeres vinculadas a la producción en el marco de la carpa de Origen Río Cuarto, el último sábado en la Exposición de la Sociedad Rural. Hubo un profundo silencio e intentó retomar. Pero de nuevo se detuvo.

En octubre de 2005 fue el trágico accidente y Florencia tenía 23 años. Recuerda que le quedaban seis finales y había comenzado a diagramar su tesis. Pero en una llamada todo cambió.

“Papá tenía 100% de ganadería de invernada en el campo, hacíamos engorde. Por eso era todo alfalfa, todo pasturas. Con mi viejo hablábamos una vez o dos por semana; en ese momento los celulares no daban tanta fluidez como hoy. Por ende estaba al tanto de algunas cosas, de los problemas, pero no en la diaria, del manejo minucioso y continuo. Yo iba cada un mes a Italó en ese momento”, recordó Florencia en diálogo con Tranquera Abierta.

¿Cómo fue ese comienzo al frente del campo?

La verdad que al comienzo estaba muy mal por todo lo que había pasado. Y decidí llamar a mis dos amigos de la Facultad con los que estaba estudiando, con los que preparamos la mayoría de los finales. Y se vinieron a casa donde estuvieron unos meses; se fueron turnando porque ellos también tenían que preparar materias. Hacíamos trabajos bien básicos, pasar boyeros y todo lo que implicaba el manejo de los animales. Y después paulatinamente fui contratando algún ingeniero agrónomo que me ayudara un poco. En 2007 terminé de rendir finales y en 2009 presenté la tesis. Me recibí unos cuantos años después.

Comenzaste a trabajar en el campo y a terminar la carrera al mismo tiempo...

Claro, por eso contraté a un ingeniero agrónomo para poder terminar las últimas materias; para que se ocupe esos días que yo me iba a preparar el final.

¿Cómo fue el aprendizaje del trabajo en el campo, al frente del campo?

Bueno ahí me sumé a un grupo Crea del norte de La Pampa, donde compartía con gente de esa provincia, de Villa Huidobro, y la zona. Me incorporé a través de un amigo de mi papá, un veterinario, que me propuso porque él ya era miembro. Eso me gustaba, sentía como contenida y además aprovechaba a preguntar absolutamente todo. Les secaba la cabeza consultando!

Fue la red para el aprendizaje práctico...

Sí, porque uno tenía los libros, la teoría, todo fresco, pero en la práctica era cero. Además, de golpe y sin alguien al lado que me fuera llevando. Y sobre todo con el tema de las alfalfas y los empastes. Encima la zona tiene agua mala, muy salada y cuando llegó el verano se nos complicó mucho porque el campo tenía mucha carga de animales para la superficie del campo. Se nos morían animales por el mal estado del agua. En ese momento tuvimos que salir a buscar a un geólogo, a buscar agua buena para poder darles a los animales.

De todos modos estuviste dentro del campo desde chica...

En realidad era acompañar a mi papá. No era estar trabajando con él. Mientras el hacía las cosas yo andaba por ahí, lo acompañaba charlando, o íbamos a la feria a comprar animales a La Pampa, a Unión, Arizona.

¿Y cómo siguió el aprendizaje?

Después de terminar la carrera hice una maestría en agronegocios en la Universidad Austral, en 2012, que fueron dos años en Rosario. Y más tarde hice otra especialización en cultivos extensivos en la Universidad Católica.

¿Y cómo fue tu traslado de Italó a Jovita?

Ocurrió que en 2008 me salió una oportunidad laboral en Jovita con venta de insumos para el agro. Y decidí mudarme. Al año siguiente conocí a Sebastián, mi actual pareja y papá de Santiago, mi hijo. Por eso en 2012 se une Sebastián al trabajo en la empresa y como es ingeniero mecánico se volcó más a la parte de fierros, y por eso invertimos en una sembradora, en un tractor, y fuimos armando un poco más esa parte porque yo tercerizaba todos los servicios hasta ese momento. Porque paralelamente fui cambiando de actividad, bajando la ganadería y quedar en cero. Transformamos todo el campo en agrícola.

¿No tienen más animales?

No. Lo que hicimos en 2012, que fue un año medio seco, armamos un feedlot y compramos animales para engordar. No ocupamos más superficie con pasturas sino que hicimos todo engorde a corral. Y eso siguió así hasta hoy; lo mantenemos, lo bajamos, depende de cómo esté el negocio, el mercado. Hoy por hoy estamos más repartidos porque Sebastián está más con la parte de la maquinaria y cuando hay ganadería también se ocupa de eso. Yo hago toda la planificación de cultivos, la rotación, las compras, las presupuestaciones, la parte administrativa, la carga del sistema, que también compartimos.

¿Cuántos animales pueden tener en el feedlot, qué capacidad tiene?

La capacidad es para 500 animales, pero nunca llegamos a esa cifra. Es la capacidad.

¿Y en agricultura qué hacen?

Hacemos soja, trigo, maíz y cultivos de cobertura. De vez en cuando alguna vicia.

¿Qué tipo de suelo tiene el campo?

Es una zona de suelos clase 3 que tiene una buena aptitud agrícola. Pero tienen algún riesgo de erosión eólica porque tienen 65% de arena. Pero no es como otras zonas más al oeste donde son aún más arenosos. Y también hay napa que ayuda. La verdad que los resultados agronómicos vienen siendo buenos, pero después de años de aprendizaje, errores, de ir a millones de charlas, estar siempre en contacto con gente, preguntar.

¿Seguís en Crea?

Sí, pero estoy en otro grupo porque primero estaba en el del norte de La Pampa que se disolvió. Ahora estoy en el de Laboulaye-Buchardo. Mi anterior jefa, con la que vendíamos insumos formaba parte de ese grupo y le consulté a ver si podía sumarme. Al tiempo me incorporé.

¿Seguís con la venta de insumos, que fue lo que te llevó a Jovita?

No, dejé porque la venta tiene sus cuestiones de presión de ventas y volúmenes para alcanzar metas y tener más comisiones y a mí se me complicaba porque tenía todavía la ganadería en ese momento. Por eso lo dejé. Estuve tres años con eso, y aproveché a hacer la maestría en Rosario.

¿Cómo fue dejar la ganadería que era lo que te había dejado tu papá?

A mí la ganadería me costaba un poco por el tema de personal, el estar todos los días, los procesos, depender mucho de las personas, y yo estaba con otras cosas al mismo tiempo. Me resultaba mucho más cómoda la agricultura, contrataba los servicios y solucionaba. Me resultaba más fácil la actividad agrícola que la ganadera. Y paralelamente agarré todo el período en que se transformó toda la zona, que era ganadera de cría y de invernada. Actualmente no se ve prácticamente nada; quedó algo en los bajos. Por ahí cuando se vienen períodos secos se ve algo más cargados los campos de animales.

¿Cómo estás transitando esta previa de la campaña?

Hicimos un trigo que está bien para lo que le tocó; que fue muy poco. No llovió en mayo, junio y julio. Está lindo pero castigado. Y ahora con los barbechos listos. Mientras terminando compras para la siembra, que haremos soja, maíz y soja de segunda después de los trigos.

¿Y cuando mirás para atrás?

La verdad que por ahí hablamos con Sebastián y yo no me doy cuenta. Pero él me remarca de dónde partimos y lo que pasamos. Y la sensación además de que éramos dos mujeres que no íbamos a poder y que íbamos a terminar alquilando el campo. Porque además estaba la idea de que era un rubro de hombres. Pero no, no hicimos nada de todo eso.