En este contexto emergió una figura inesperada: el ingeniero Sebastián Del Boca, de la empresa Grúas Inglobal, quien inició lo que ya se conoce como la “rebelión de las grúas”. Del Boca fue uno de los primeros en oponerse a la remoción. “Hace varios meses, cuando me enteré de que querían cortar el árbol de 284 años, le ofrecí a la Municipalidad trasladarlo con nuestros equipos, usando una grúa de 220 toneladas. Me llamó el secretario de Gobierno, pero la propuesta quedó en la nada”, relató en diálogo con Puntal.
Tiempo después, cuando la Municipalidad volvió a contactarlo, su respuesta fue tajante. “De acuerdo a la información que había adquirido, supe que si se hacía un trasplante, este abuelo iba a correr riesgo de muerte. Les informé que no quería participar de este evento”, explicó.
Del Boca no se quedó solo con esa decisión. Una noche se acercó al acampe y, conmovido por la organización vecinal, propuso una estrategia más ambiciosa: convocar a sus colegas del rubro para negarse colectivamente a realizar el traslado. “Acá hay cuatro empresas grandes que podrían hacer este trabajo. Me fui comunicando con cada una, explicándoles la situación y el destino casi inevitable de este árbol si lo trasladábamos. Era una muerte segura”, afirmó.
El impacto fue inmediato: una a una, las empresas fueron adhiriendo a la negativa.
“Es posible mover árboles. Lo hemos hecho con palmeras, con palos borrachos, y sobreviven. Pero este caso es distinto: este quebracho tiene un ‘macho’ o raíz principal que se extiende unos 20 metros bajo tierra, de dos a tres veces el largo de la copa. Cortar eso es, literalmente, cortar el corazón del árbol. En estas condiciones, no era viable. Y si no hubiera vecinos oponiéndose y si las condiciones se hubieran dado para que el quebracho no muera, seguramente lo hubiéramos hecho, incluso de manera gratuita. Pero esta vez, no”, explicó.
Este miércoles por la noche, una empresa dedicada al montaje de silos fue convocada sin haber sido previamente contactada por los vecinos. Al llegar y comprender de qué se trataba la tarea, el dueño se comunicó directamente con Del Boca. “Nos pidió disculpas y nos dijo que habían sido engañados, que los habían llamado por una ‘urgencia’. Esa misma noche nos mandó un comunicado retirándose de la operación y sumándose a la voluntad del pueblo”, detalló.
El intendente Pablo Cornet, por su parte, reiteró su postura: si las grúas no cumplen con su tarea, la alternativa será la tala directa. Para Cornet, el árbol representa un riesgo para la seguridad vial, y la obra es “urgente y necesaria para el desarrollo de la zona”.
Pero para los vecinos y ambientalistas, como Guillermo Galliano, referente de la Fundación Mil Aves, esta afirmación carece de sustento. “El árbol sobrevivió décadas junto a las vías del tren. No es un riesgo, es parte de nuestra identidad. Queremos que el progreso y la naturaleza puedan coexistir. Este quebracho ha sido un testigo mudo de nuestra historia”, expresó.
Lucas Cocha, abogado que representa a los vecinos, denunció que no se han considerado alternativas menos destructivas. “Es posible desviar la traza unos metros sin comprometer la seguridad vial. Existen estudios técnicos que lo avalan, pero no se han tenido en cuenta”, afirmó.
Mientras la justicia desestima los amparos y el municipio amenaza con la motosierra, en la banquina de Luchesse, la comunidad sigue firme. Guardias permanentes, redes solidarias y una creciente red de apoyo nacional marcan la resistencia. “Los verdaderos héroes son todas las personas que están en el campamento hace más de un mes, pasando noches terribles de frío. Ellos están al pie del camino, protegiendo al quebracho”, reconoció Del Boca ante Puntal.
La rebelión de las grúas, el rechazo de los técnicos, y el compromiso vecinal han posicionado al quebracho blanco de Villa Allende como un símbolo vivo del monte nativo cordobés. Y mientras siga en pie, seguirá siendo el corazón de una lucha que va mucho más allá de un árbol: es la disputa entre una lógica de progreso arrasador y una comunidad que insiste en que otra forma de crecer es posible.