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Caso Laurta: el testimonio que desnuda el calvario de Luna antes del doble femicidio

Ricardo, profesor de equinoterapia del niño, y que conocía a Luna Giardina y a su madre, Mariel Zamudio, habló con Puntal y recordó los temores que la joven expresaba un año antes del crimen. En audios enviados a la familia, ya advertía sobre el hostigamiento de Pablo Laurta, hoy imputado por el doble femicidio en Córdoba y el homicidio del remisero Martín Palacio en Entre Ríos

El caso que estremeció al país sigue sumando voces que ayudan a reconstruir el entramado de violencia y control que Luna Giardina padeció durante años. Mientras Pablo Daniel Rodríguez Laurta permanece detenido en Entre Ríos e imputado por tres homicidios, los de Luna, su madre Mariel Zamudio y el remisero Martín Sebastián Palacio, el testimonio de Ricardo, profesor de equinoterapia, aporta una mirada humana y estremecedora sobre los últimos meses de vida de la joven y su hijo, P.

“Luna vivía paranoica, siempre con miedo”, recuerda Ricardo, conmovido. Fue él quien la recibió en el centro terapéutico donde el niño asistía para trabajar su hiperactividad. Allí, el pequeño, hoy de seis años, encontraba un espacio de calma y alegría entre los caballos. “Era un nene movedizo, pero cuando montaba se relajaba. Se enamoró de los caballos, especialmente de Clotilde, su yegua favorita”, contó el docente.

En la entrevista con Puntal, Ricardo relató que Luna había compartido con él fragmentos de su historia de violencia en Uruguay, cuando convivía con Laurta. “Me contó que la dejaba encerrada con P, con un litro de agua, mientras se iba a ver partidos de fútbol. Cinco horas adentro de una habitación.”, recordó.

Para el profesor, la joven vivía en un estado de alerta constante: “Si dejábamos la tranquera abierta, por ahí iba y la cerraba. Siempre tenía miedo de que apareciera él. Una vez me pidió hacer una lista de invitados para el cumpleaños del nene, por si el padre intentaba entrar. Estaba aterrada”.

Esa preocupación se transformó en alarma hace poco más de un año, cuando Ricardo comenzó a recibir llamados sospechosos. Según explicó, un hombre se presentó como amigo de Laurta y quiso obtener información sobre la familia. “Me dijo que era abogado y que estaban viendo lo de la tenencia del chico. Pero todo era confuso, oscuro”, relató.

Ricardo grabó entonces varios audios que envió a Mariel Zamudio, la madre de Luna, para alertarla sobre lo ocurrido. En ellos, se escucha su voz entrecortada, agitada: “Ayer cayó este que le conté a Luna. Dijo que era amigo de Pablo, que estaban viendo el tema de la criatura. Le dije: ‘¿Por qué no me hablás claro?’. Yo cumplo con decirles: la veo muy preocupada a tu hija, y no me parece manera de actuar de esta gente. Todo es siniestro, todo es a escondidas.”

En otro fragmento, el hombre expresaba su angustia ante el hostigamiento que percibía: “No sé qué intenciones tiene este tipo, pero no quiero que pasen un mal momento tu nietito ni esta chiquita Luna. Casi se me sale la cadena. Esto no me gusta nada.”

Esos mensajes, enviados catorce meses antes del crimen, muestran que el círculo de confianza de Luna y Mariel ya advertía una amenaza concreta. “Ella lloró cuando le conté que ese hombre me había buscado. Me dijo: ‘Richard, no me metas en problemas’. Pero sabía que algo malo podía pasar”, lamentó.

Este jueves, los restos de Luna y Mariel fueron inhumados en Córdoba. La ceremonia fue íntima, marcada por el silencio y la conmoción. El niño P., hijo de Luna y nieto de Mariel, continúa bajo la tutela de la SENAF, que todavía no resolvió su situación definitiva. Una media hermana de Luna, radicada en Córdoba, evitó hacer declaraciones públicas, mientras se analizan las posibilidades de su guarda.

“Lo único que espero es que alguien lo siga trayendo a este lugar”, expresó Ricardo con la voz quebrada. “P. era feliz acá. Hacía dibujitos de caballos, le daba zanahorias a Clotilde. Era su refugio. Ojalá no pierda ese vínculo con los animales, porque acá se sentía libre”.

Mientras tanto, Laurta continúa detenido en Entre Ríos. En una breve declaración ante la prensa local, insistió en una versión espeluznante: “Quería rescatar a mi hijo de una red de trata”, dijo al ser trasladado a la Fiscalía de Concordia. Según el Ministerio Público de Entre Ríos, permanecerá en prisión preventiva por 120 días en esa provincia, donde se investiga el asesinato del remisero. Luego será trasladado a Córdoba para ser imputado formalmente por el doble femicidio.

El acusado no declaró ante la Justicia, pero sí buscó justificar sus crímenes ante las cámaras. “Todo fue por justicia”, afirmó, y llegó a referirse a sí mismo como un “mártir”, en frases que reflejan una lógica de posesión y castigo, típica de la violencia femicida.

El relato de Ricardo deja entrever una trama de silencios, miedo y desprotección que culminó en tragedia. “Ahora que veo todo esto, me duele pensar que no la supimos escuchar. Pero, ¿qué podíamos hacer? Este tipo había planificado todo. Entró al país, mandó un remisero, tomó un colectivo, fue directo a matarlas”, reflexionó.

Su testimonio revela cómo los signos de alerta, el aislamiento, el control, las amenazas, la persecución, se acumularon ante los ojos de quienes acompañaban a Luna sin que ninguna institución lograra intervenir a tiempo.

“Luna era una gran madre, una persona trabajadora. Hacía bufandas, gorros, lo que podía para salir adelante. Vivía para su hijo y para su mamá”, recordó Ricardo, mientras acariciaba el lomo de Clotilde.