Opinión | Javier Milei |

Del game over a una vida más

Milei consiguió sobrevivir a la urgencia gracias a Trump. Ahora tiene como desafíos la gestión y las elecciones. El insólito episodio de las efímeras retenciones cero que espera aprovechar Schiaretti

Argentina, la cíclica, suele tener cada tanto esos episodios de vértigo como el que Javier Milei vivió hace apenas un puñado de días. Un gobierno en el límite, al borde del precipicio, con la pregunta en la nuca de cuánto más podrá soportar. Al actual Presidente lo salvaron un hilo de tuits y una reunión armada a las apuradas con Donald Trump y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, que hasta hace una semana era un perfecto desconocido para el gran pueblo argentino y que de repente, como un demiurgo, se convirtió en el héroe que llegó con el salvataje cuando todo parecía perdido.

Por supuesto que es válido preguntar cómo y por qué llegó a una situación tan extrema un gobierno que siempre se jactó de conocer más que nadie la lógica del mercado y los secretos de la economía y por qué desoyó las advertencias que le venían avisando desde hacía tiempo que en algún momento iba a sufrir la presión que casi lo deja al borde del nocaut. Y si Todo Marcha Acorde al Plan, como suelen decir Milei y sus tuiteros, ¿por qué el país debe recurrir a un salvataje de miles de millones de dólares cada cuatro meses?¿Este es el plan? Los episodios de la semana pasada se asemejaron más a un manotazo desesperado que al resultado de una estrategia finamente planificada, aunque tal vez haya sido sólo una impresión.

Pero ese es un análisis más de fondo. Milei, la semana pasada, no estaba en condiciones de interrogarse sobre la solvencia de su discurso ni de su curso de acción; tenía entre sus manos una bomba de urgencia: el dólar había perforado el techo de la banda, las reservas caían a un ritmo de 700 millones de dólares diarios y, sobre todo, el gobierno parecía haberse quedado sin respuestas políticas y económicas. Planteado en esos términos, es lógico que el auxilio de Trump se haya festejado en el gobierno como un gol agónico en una final infartante. Ya será tiempo de considerar las implicancias más profundas, pero en la inminencia del desastre lo que prevaleció, como ocurriría en cualquier otra circunstancia, fue el instinto de supervivencia.

Milei consiguió, como en los video juegos, una vida más. Y no sólo porque los mercados se distendieron -aunque la semana terminó con números en rojo- sino, fundamentalmente, porque en la antesala de una elección encontró al menos la posibilidad de una remontada. Si puede concretarla o no está por verse, pero, después de recibir una cachetazo tras otro, obtuvo el impulso para intentarla. Retomó la construcción de la agenda, recuperó la iniciativa y configuró un discurso centrado en que el alineamiento irrestricto del Presidente con Trump al final rindió sus frutos.

Es decir, el líder libertario resolvió la emergencia. Sin embargo, lo que viene por delante es la pos-urgencia y ya en ese plano no depende tanto de los golpes de efecto sino de su capacidad política y de gestión. A esta altura, se sabe poco y nada de las exigencias de Trump para habilitar una asistencia potencial de 20 mil millones de dólares y todo es un mar de especulaciones, pero las dos condiciones que trascendieron implican ya de por sí un desafío para el gobierno.

La administración norteamericana supeditó la ayuda al resultado de las elecciones y además le encargó a la Casa Rosada -según lo admitió el propio Toto Caputo- que se dedique a construir gobernabilidad. Los dos aspectos son problemáticos para la gestión libertaria. Porque la misión de reforzar la gobernabilidad implica desandar el camino transitado desde diciembre de 2023, en el plano del discurso, del estilo y de la gestión política: debería llamar a los gobernadores que destrató y a los que no les cumplió casi nada, sentarse a dialogar con la “casta” enquistada en el Congreso, consensuar con los líderes que todavía disponen de alguna tropa propia. Milei, entonces, tendría que hacer lo que juró no hacer jamás porque, a su juicio, sería contaminarse con la lógica de lo peor de la política. Ahí tiene una complicación.

La segunda es electoral. No está despejado ni mucho menos para el oficialismo el camino hacia octubre, a pesar de que tiene una oposición atomizada, con tendencias autodestructivas y que padece aún el trauma irresuelto de los cuatro años de Alberto Fernández ¿Esa oposición le va a ganar a Milei en la general? Es probable que no, que La Libertad Avanza consiga más votos en el global del país pero lo trascendente a esta altura, con un gobierno debilitado como está, no es tanto el triunfo como la calidad de ese triunfo, su magnitud y su capacidad de devolverle al gobierno la legitimidad perdida para hacer lo que prometió en campaña. Una victoria tibia, con un porcentaje que no alcance a los 40 puntos, no dará como resultado precisamente un gobierno fortalecido. Tal vez, se vea condenado en los próximos dos años a negociar las leyes si pretende sacarlas y, por lo tanto, a ceder.

Milei está urgido por recuperar terreno electoral; su futuro como Presidente depende, en gran parte, del 26 de octubre. Sin embargo, parece ser su peor adversario. Es un político atípico, no sólo por su estilo y sus ideas, sino porque tiene inclinación a perder contra sí mismo y por sí mismo. Pasó de tener casi asegurada la elección de medio término a la incertidumbre actual. Y todo -o casi todo- fue por mérito propio.

Esta misma semana volvió a incurrir en un episodio que nació como un gran anuncio y que se le terminó volviendo en contra. Hay que buscar para encontrar que un gobierno haya anunciado el fin de un impuesto y que lo reinstaurara tres días después. Y en medio de una época electoral. Milei hizo eso y, además, con el sector productivo.

El núcleo de acompañamiento al libertario, en 2023 y después también, está precisamente en la franja geográfica vinculada al campo. El lunes, junto con el apoyo de Estados Unidos, el gobierno anunció que, por fin y después de tanto esperar, los productores tendrían retenciones cero. La medida, destinada desde el inicio a captar dólares, iba a durar hasta el 31 de octubre o hasta que se liquidaran 7.000 millones de dólares. Ese segundo objetivo se cumplió con la velocidad de un rayo:mientras los productores todavía estaban festejando, por detrás 12 grandes exportadores se consumieron todo el cupo. Hay versiones incluso que hablan de un acuerdo cerrado de antemano. La felicidad suele ser efímera; en este caso, duró un suspiro de tres días.

La confusión y la descoordinación fueron evidentes. Los candidatos libertarios habían posteado que Milei cumplía con ponerle fin a las malditas retenciones de los malditos kirchneristas;72 horas después, hablaban de otros temas.

Los representantes de los productores se quejaron porque, aun con la simpatía que sienten por el gobierno de Milei, entendieron que les habían jugado una mala pasada, que los habían dejado afuera.

¿Puede tener impacto electoral esa bronca? Los libertarios creen que no, que va a prevalecer el rechazo que el campo siente por el kichnerismo. Sin embargo, en la zona netamente productiva, desde Provincias Unidas especulan con que el paso en falso de Milei, generado en parte por la exigencia de Bessent de desactivar las retenciones cero que le abrieron un frente de conflicto con sus propios farmers, podría beneficiarlos. No saben cuánto, pero consideran que podrían captar parte de ese voto enojado.

Hubo un silencio curioso cuando se cayeron las retenciones cero: Juan Schiaretti y Martín Llaryora habían cuestionado que la eliminación fuera transitoria, pero no dijeron nada cuando el beneficio se evaporó repentinamente. Ni un tuit, ni una declaración. El candidato a diputado había posteado sobre el fracaso del plan económico que implica la ayuda estadounidense pero no dijo nada ante el malestar de los productores.

En Provincias Unidas señalan que es parte de una estrategia. En el comando de campaña esperan que la gente del campo comprenda en carne propia qué papel juega en el esquema libertario: “En algún momento van a dejar de estar obnubilados y a entender que son sólo una variable financiera para Milei. El bochornoso capítulo de las retenciones cero podría iniciar ese proceso”.